Matías Cremonte: «La mejor respuesta que se le puede dar al capital y a la burguesía es organizarse colectivamente»

El día viernes 23 de septiembre se llevó adelante en la Facultad de Derecho la segunda charla de la Cátedra Libre Marxismo en el Siglo XXI en la Universidad de Buenos Aires.

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Una enorme charla con más de cien estudiantes y trabajadores de reparto por aplicación copó el Salón Verde; con un panel de lujo en el que participaron Guillermo Gianibelli, docente de la Facultad y abogado del sindicato del Subte y de SiPreBA; Matías Cremonte, presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas, asesor de Aceiteros y ATE Nacional; Emilse I., Secretaria de Prensa del Sindicato de Base de Trabajadores de Reparto por Aplicación (SiTraRepA) y Ramiro Manini, asesor legal del SiTraRepA.

Intervención de Matías Cremonte. Presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas. Abogado de ATE Nacional y de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina (FTCIOyDARA).

“La mejor respuesta que se le puede dar al capital y a la burguesía es organizarse colectivamente los propios trabajadores y trabajadoras”

Muchas gracias, buenas tardes a todas y a todos. Muchas gracias por la invitación. Y bueno, voy a tratar en este ratito de hilar algunas ideas frente a este desafío que es hablar de marxismo en la Facultad de Derecho, y además tratar de relacionarlo con el derecho del trabajo. Pero, lo voy a  intentar, por lo menos para aportar al debate y a la reflexión colectiva.

En ese sentido lo primero que debemos decir, por lo menos desde el punto de vista, sin menoscabo, como decía recién la compañera, de concebir al derecho como una herramienta de transformación social, lo cierto es que el derecho del trabajo es, centralmente, el triunfo del reformismo. De aquellos debates de la década del 20 donde, justamente, la disputa era reforma o revolución, por resumirlo en un título, en definitiva, el surgimiento del derecho del trabajo, es el triunfo del reformismo, es decir, de la idea de que se puede reformar el sistema capitalista, desde adentro. Por supuesto con el mismo objetivo, si se quiere, revolucionario de llegar finalmente  a una transformación social, pero no ya a través de una revolución, sino a través de reformas.

Y es bueno recordar que ese debate, está bastante bien explicado en muchos libros y tratados del derecho del trabajo, a mi me gusta acudir a una metáfora muy clara, que define de algún modo el origen del derecho del trabajo como una tregua, como una paz armada. La metáfora se la relaciona entre el derecho del trabajo y la guerra, y sobre todo el derecho colectivo, y sobre todo, por supuesto, la acción sindical, son muy atinadas. Tiene mucho que ver sobre todo desde la perspectiva de la lucha de clases.

Yo tomo esta frase de Helios Sarthou, que Guillermo lo conoció bastante bien, yo un poco menos. Helios Sarthou era un maestro laboralista uruguayo, que además era un político. Fue senador con una fracción de izquierda del Frente Amplio, y prolífero escritor también. Y en uno de sus trabajos planteó que el derecho del trabajo, de algún modo es la consecuencia la consecuencia de una tregua, en un momento histórico en el que la fuerza del capital y del trabajo, o del movimiento obrero y la burguesía, de algún modo estaban empatadas. Porque ciertamente el movimiento obrero más allá de alguna experiencia reciente en ese entonces, no podía revolucionar el sistema, cambiar el sistema, por un sistema social distinto que no sea el de la explotación del hombre por el hombre, pero tampoco el capital podía continuar sometiendo a la clase trabajadora mediante la explotación sin límites.

Hay un poco en esto de aquello de ceder algo para no perderlo todo. Lo cierto es que se da una suerte de transacción (insisto que es una metáfora, y no de una manera rápida y lineal, y por supuesto no fue así, ni estuvo exenta de contradicciones), pero en esa situación de tregua, donde se origina el derecho del trabajo según la cita que estoy haciendo, el capital obtiene desde luego, que el movimiento obrero acepte dar la disputa dentro del sistema capitalista, es decir, no plantear ya una transformación total del sistema, además de otras ventajas que se lleva en esa negociación, y el movimiento obrero se lleva, centralmente, el reconocimiento de su legalidad, es decir, el derecho a asociación. Se lleva el reconocimiento del derecho de negociación colectiva, como instrumento del progreso social. Y fundamentalmente el reconocimiento o la legalidad de la huelga, que existía como hecho social, pero pasa a ser reconocida como un derecho. Esas tres patas del derecho colectivo del trabajo, que son el derecho a la asociación, la negociación colectiva y la huelga, son de algún modo, lo que el movimiento obrero tiene a cambio de esa cesión, en esa situación de tregua o de paz armada.

Esto da cuenta de una, por supuesto, de una situación de las relaciones de fuerza muy distintas a las que hoy tenemos. Pero también es notable que se dé en un contexto, más o menos cercanamente, por quienes sitúan en algún momento histórico esto que yo estoy relatando, lo suelen colocar en el periodo de entreguerras, entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Pero creo que en su faz de política económica, en su faz de lo que fue después el Estado de Bienestar, también hay que situarlo en una de las crisis más importantes que tuvo el sistema capitalista, sin duda la más importante del siglo XX, que es sin duda la Crisis del 30; el crack del 29 que se da en EEUU, y que encuentra por primera vez, a través de una política económica, a través del Estado, una solución distinta a la que venía planteando, en general, el liberalismo o los economistas clásicos, que planteaban que el capitalismo se puede autorregular, que no es necesario intervenir para regularlo. La salida de la crisis del 30, sobre todo a partir de que Roosevelt es electo presidente en el año 1933 en EEUU, lo que lleva a la práctica por primera vez, no en la teoría, sino repito, como parte de una política de Estado, es la intervención del Estado en la economía de manera muy clara, muy concreta, para enfrentar esa crisis.

Y lo traigo a colación porque creo que van de la mano con el origen del derecho del trabajo porque consecuencia de esa política se está dando ahora por primera vez, no en la teoría pero sí en la práctica, la idea de un salario mínimo vital, legislado de manera tal, que concibió el valor de la fuerza del trabajo, para ir relacionando teoría marxista con derecho del trabajo, de modo tal que no sea solo un salario de subsistencia, es decir aquel que permita la reproducción de la fuerza de trabajo a través de una serie de medidas calóricas y  de descanso, sin nada mas con salarios que permitan una vida digna. Es interesante ver los discursos de Roosevelt del año 1933 y 1934, porque dice muy claramente que el salario de EEUU no podía ser menos que el que asegura a la clase trabajadora no solo alimentación, vivienda y educación, o vestimenta y las necesidades más básicas, sino también esparcimiento y todo lo que incluso llamó  el “alimento cultural” y demás. Con algunas definiciones tajantes dijo incluso que el comerciante o el empresario estadounidense que no pueda pagar esos salarios no tienen derecho a habitar el suelo de EEUU. Y estamos hablando de Roosevelt, es decir un presidente del país más capitalista del mundo, por más que este era demócrata, insospechado de comunista o de socialista.

Y de algún modo, paralelo a esto también, estableció en la práctica también por primera vez, la negociación colectiva por actividad, y una serie de regulaciones en materia de derecho colectivo, o de derecho a la negociación colectiva que son la base de lo que después fue el derecho del trabajo, y sigue siendo, en muchos casos, el derecho del trabajo en la Argentina. Ustedes saben que gran parte se origina en durante el primer y el segundo peronismo, y suele relacionárselo o suele rastrease su origen en el corporativismo, en el fascismo italiano. Algo de eso hay, pero mucho también hay de las primeras legislaciones laborales de Roosevelt en EEUU en esta época.

¿Por qué lo traigo a colación? Porque mientras no hubo otras crisis económicas durante los siguientes 30 años, que son los llamados 30 años dorados del estado de bienestar o del capitalismo, esto más o menos funcionó. Entonces el trabajo era lo contrario de lo que hoy estamos hablando, de lo que hoy nos convoca que sería el trabajo precario. El trabajo era un trabajo formal, un trabajo regulado, un trabajo legalizado, con salarios dignos y con todos los beneficios de ese modelo económico de intervención. Y esto encuentra su fin o su limitación en la siguiente crisis, en esto de las crisis cíclicas del capitalismo, que es la que se da en  los años 70, conocida como la crisis del petróleo, pero por lo que sea, es una crisis que encuentra en la práctica otra cosa que planteaba Marx en El Capital, que es la teoría de la tasa de ganancia decreciente, es decir que la tasa de ganancia tiende a ser cada vez menor, que no puede crecer.

Y si la tasa de ganancias o la rentabilidad de las empresas es decreciente, la única forma, en términos generales, de modificarlo desde el punto de vista de  los empresarios, es aumentar la rentabilidad, aumentar de alguna forma, la plusvalía.

Lo cierto es que, desde los primeros años 20 o 30, donde la única forma de incrementar la rentabilidad de las empresas era a través de la productividad, es decir, a través de la incorporación de tecnología, porque había un consigna que vale la pena traer colación, de los mineros en una huelga muy grande de los años 20 en Inglaterra  que dijeron “ni un centavo menos de salario, y ni un minuto más de trabajo”, es decir, dejaron muy claro que no había forma, no iban a permitir, aumentar la rentabilidad sea o bajando los salarios o aumentando la jornada de trabajo y, 30 o 40 años después, en los años 70, aparece de vuelta esa coyuntura, se presenta de esa manera, y el capital entiende que para avanzar entonces en la posibilidad de aumentar la rentabilidad debía o reducir los salarios o aumentar la jornada de trabajo; en definitiva, atacar el derecho del trabajo, ir flexibilizando el derecho del trabajo, y precarizando las condiciones de trabajo. Pero tenía muy claro también que para eso la única forma que había que hacerlo era aniquilando, o destruyendo o atacando, o debilitando cuanto menos, al movimiento obrero. Porque las relaciones de fuerza que existían en ese momento, si ustedes conocen los años 60 o 70, aún en la Argentina, pero también en gran parte del mundo, era de una fortaleza que impedía, por supuesto, que de manera natural o con una simple modificación legislativa, se pueda avanzar en la destrucción o el debilitamiento de una institución tan fuerte como el derecho del trabajo.

Y entonces se da, de distinta manera pero bastante coordinadamente en el mundo, comienza también, o se da principalmente en los países centrales nuevamente, con el gobierno de Tatcher en Inglaterra, con el gobierno de Reagan en EEUU, que muy claramente, plantean que la única forma de salir de la crisis era debilitar al movimiento obrero.

Uno de los padres del liberalismo, Hayek, planteó “no hay manera de que Inglaterra pueda afrontar esta crisis, si no se eliminan todas las concesiones que se le hicieron al movimiento obrero en el último cuarto de siglo”. Es decir, se lleva a la práctica a lo que después conoceríamos y aún conocemos como neoliberalismo, allá llamado neoconservadurismo. Y se da en Argentina y en América Latina de manera mucho más cruda, por supuesto a través de las dictaduras militares. Dictaduras militares que tenían como objetivo modificar, un plan económico, el de financiarización de la economía, pero que indudablemente está planteado como el brazo armado del capital y de la burguesía. Es decir no sólo como un gobierno militar de manera autónoma, sino un gobierno que era el ariete del poder económico nacional y transnacional. Y esto lo podemos verificar muy claramente en las primeras medidas de la dictadura militar. A poco menos de un mes de asumir el 24 de marzo de 1976 la Junta Militar, lo primero que hace es reformar y anular gran parte de la ley de contrato del trabajo. Vale la pena recordar también que, un año después, detienen y asesinan a algunos de los abogados laboralistas quienes fueron los autores de esa ley, entre ellos, Norberto Centeno, lo que se recuerda como la Noche de las Corbatas del 7 de Julio de 1977, y hoy, aún, se continúa recordando cada 7 de Julio como el Día del Abogado y la Abogada Laboralista.

Y también es importante recordar para tener en claro cuál fue el objetivo de la dictadura militar, que intervino los sindicatos, que prohibió el derecho de huelga, que detuvo y desapareció  a gran parte del activismo sindical. Según algunos estudios de años posteriores pero basados en aquellos años cerca del 70 o 75% de los detenidos desaparecidos eran trabajadores. Ese fue el fundamento por el cual la CTA en los años 90 hizo una denuncia frente a unos tribunales europeos de que se trató de un genocidio, que lo que se intentó fue aniquilar a una clase social. Pero digo que si alguna duda hay, es clarísima la carta que Rodolfo Walsh le escribe a la dictadura militar el 24 de Marzo de 1977,  que a un año del golpe escribe una Carta Abierta la Junta Militar que tiene muchísimos aspectos y afirmaciones muy contundentes en cuanto a lo que implicaba ese programa, pero que en su párrafo 5to planteó que en todas las violaciones a los derechos humanos no estaba lo más importante de la política de la dictadura militar, sino que estaba en su plan económico, y ahí escribe exactamente lo que estaban haciendo, interviniendo sindicatos, reduciendo salarios, modificando la ley de contrato de trabajo, prohibiendo las asambleas, etc.

Ese es el contexto en el cual vienen luego los años 80 y los años 90, que conocemos un poco más claramente como el de la instauración del neoliberalismo,  es decir, el del debilitamiento del derecho del trabajo, del reformismo regresivo en materia del derecho del trabajo. Pero es imposible analizarlo sin aquel contexto. Es decir, sin el contexto histórico económico de  la crisis del 70 y la salida que se da el capital, pero también analizarlo sin el contexto de las dictaduras militares en América Latina y la política muy clara de debilitamiento o aniquilación del movimiento obrero.

Se da entonces también por distintas razones, por ahí es fruto de otro análisis o de otras reflexiones cuál es el  rol del movimiento obrero o cual es el estado del movimiento obrero en Argentina, pero indudablemente más allá de las claudicaciones, más allá de la burocratización, más allá de todo lo que podamos  coincidir en cuanto a las características del movimiento obrero o incluso del modelo sindical en Argentina, lo cierto es que está precedido ese  ataque durante la dictadura y durante los años 80, y que fue lo que permitió que gobiernos posteriores avancen en reformas legislativas regresivas.

Que siempre comienzan atacando lo colectivo para recién después atacar lo individual. Si ustedes analizan las reformas laborales en América Latina, o incluso en Europa o en países centrales, las primeras medidas siempre tienen como objetivo debilitar al movimiento obrero, es decir, tacar el derecho de asociación (es muy claro esto, trato de llevarlo al menor  nivel, es decir a los sindicatos de empresas, esto es muy evidente en América Latina) pero también la negociación colectiva llevarla al menor nivel, de romper la negociación colectiva por actividad para llevarla a la negociación colectiva  al nivel de empresa. También es muy claro esto en América Latina. Chile fue uno de los exponentes más claros después del golpe de Pinochet, a su vez como tubo de ensayo para el primer experimento del neoliberalismo en la política económica y laboral. Y por supuesto también debilitando la acción sindical  a través del derecho de huelga. Primero viene el ataque a lo colectivo, y recién después vienen las reformas en el derecho individual del  trabajo.

Finalmente lo que se da en ese contexto y redondeo porque no  creo que me quede  mucho tiempo, el debilitamiento del derecho del trabajo, para decirlo en el debate que nos convoca, en los hechos. Es decir, si tenemos casi un 40% de informalidad, o de empleo no registrado en  Argentina, que es una medida que por otro lado se da en gran parte de América Latina, o incluso de manera mayor en otros lados, pero que en Argentina hace décadas que no retrocede del 25 o el 30%, es algo que es ya sistemático, y que tiene muchas causas, y también habría muchas formas de resolverlo, pero pocos fueron las que se fueron aplicando, lo que en definitiva vemos cuando hablamos de precariedad laboral en Argentina o flexibilización laboral, más allá de los intentos de reformas laborales regresivas, más allá de que nunca se le devolvió a la clase trabajadora argentina todo lo que se le quito en la dictadura en términos concretos de la ley de contrato de trabajo, creo que el peor exponente, la peor evidencia que tenemos de la flexibilidad y la precariedad laboral es la que se da en los hechos. Claramente porque tenemos un capital y una burguesía que, volviendo a lo que planteábamos al comienzo sobre las únicas posibilidades de aumentar la rentabilidad, no lo hacen a través de la inversión de tecnología, no lo hacen a través del aumento de la productividad, solo lo hacen a través del aumento de la jornada de trabajo o la reducción de los salarios reales, pero sobre todo por una ausencia del Estado muy notoria en materia de inspección, en materia de garantía de la vigencia de la legislación social, y de alguna debilidad muy fuerte del movimiento obrero.

Y por eso, redondeando, creo que la mejor respuesta que se le puede dar, es también la que la mayoría de ustedes están evidenciando, que es organizarse colectivamente los propios trabajadores y trabajadoras, y más allá de que debatamos en muchísimos foros, por ejemplo, si el trabajo a través de plataformas debe ser protegido por el derecho del trabajo, por una ley especial o por ninguna, creo que el debate más fuerte que se puede dar y sobre todo más eficaz es el de la organización colectiva a través de un sindicato.

Así que los saludo, los felicito, y les agradezco la invitación.

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