Massa y la recompra de bonos de deuda por U$S 1000 millones

Se trata de una medida que busca calmar el frente cambiario, en lo inmediato, y enviar una señal (más simbólica que real) en el sentido de ordenar el desequilibrio macroeconómico, en el marco de un plan más general de ajuste digitado por el FMI.

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El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció que el Estado argentino recomprará bonos de deuda soberana por $1.000 millones de dólares.

La medida fue sorpresiva y produjo un alza en el valor de los bonos soberanos de deuda argentina en dólares, que ya venían en aumento las últimas semanas.

La decisión tiene un claro objetivo inmediato y uno más a largo plazo, bastante más complicado de lograr. El principal objetivo inmediato de la recompra es calmar la cotización de los dólares alternativos, luego de varios días en los que el valor de la divisa norteamericana volvió a quedarse con los principales titulares de noticias del país. Ayer, el dólar «blue» rompió otro récord alcanzando los $378.

Con la compra de bonos propios a través del BCRA, el gobierno hace subir su valor de mercado, reduciendo la oferta de bonos. Al mismo tiempo, se supone que la medida repercutirá positivamente en el Riesgo País, que también venía en baja tras la llegada de Massa a Economía.

De esta manera, lo que busca el gobierno es hacer más atractivos los bonos de deuda y que de esa manera baje la presión sobre el dólar -en particular los que precisamente se operan a través de bonos y acciones, el CCL y el MEP- y que por efecto arrastre esto tire para abajo también al paralelo, reduciendo la brecha con el oficial que hoy se encuentra en un 100%.

La medida tiene supuestamente otro objetivo, de mucha más incierta realización en el mediano y largo plazo: si el gobierno continúa con más recompras de bonos en el futuro, se supone que la paulatina caída en el Riesgo País le reabriría nuevamente la posibilidad del financiamiento externo. Es decir, reducen circunstancialmente el stock de deuda arrojado en el mercado (haciendo a los bonos argentinos menos riesgosos para los inversores) sólo para más adelante poder emitir más deuda para el país. Pasan los años y a los gobiernos capitalistas de nuestro país no se les cae otra idea.

Por eso, esta medida está muy lejos de ser algo así como un «desendeudamiento», ya que se ubica perfectamente dentro del horizonte más amplio de vivir de deuda externa en deuda externa.

Dicho sea de paso, caracterizar esto como un desendeudamiento (como algún kirchnerista trasnochado necesitado de alguna celebración calificó en redes sociales) es cuanto menos chistoso: los 1.000 millones que comprará el BCRA representan menos del 1% de la deuda en dólares del país.

Pero incluso tan mediocre perspectiva es al día de hoy más una especulación que una realidad, ya que habrá que esperar a que esta recompra sea la primera de varias, o simplemente se confirme lo que es más probable: que su única motivación haya sido la urgencia de calmar el dólar al comienzo de un año electoral.

En resumen, se trata de una medida que busca calmar el frente cambiario, en lo inmediato, y enviar una señal (más simbólica que real) en el sentido de ordenar el desequilibrio macroeconómico, en el marco de un plan más general de ajuste digitado por el FMI.

La orientación es, como casi todo, enviar una «señal a los mercados» (es decir, grandes fondos de inversión internacionales y banqueros) de que Argentina está en el buen camino de «ordenar sus cuentas», mientras la ministra de Desarrollo Social anuncia la suspensión de 150.000 planes Potenciar Trabajo y el ministro Massa pasa salvajemente las tijeras en Salud, Educación y Vivienda. No puede estar más claro al servicio de quién está la política económica del gobierno «de Todos».

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