Los trabajadores de Volkswagen (VW), uno de los mayores productores de autos en todo el mundo, iniciaron este lunes en Alemania una huelga como respuesta a la amenaza de cierre de tres fábricas y de la reducción salarial de hasta un 10%. Hubo acciones en nueve de las diez plantas de la empresa en el país. Las medidas se llevan a cabo, por un lado, en medio de una crisis política por las elecciones adelantadas y por el otro, como subproducto de un debilitamiento histórico del sector automotriz vinculado con los avances de China y Estados Unidos, sobre todo en materia de autos eléctricos.
La serie de medidas anunciadas por los trabajadores de VW comenzaron este lunes con una importante huelga en nueve de las diez plantas. La interrupción laboral fue de solo algunas horas en cada caso, pero supuso, por ejemplo en Wolfsburgo la paralización de la producción de cientos vehículos. Es importante mencionar que en dicha planta trabajan 70.000 personas y es la más grande de todo el mundo, con una superficie de 6,5 millones de metros cuadrados.
En Hannover una gran cantidad de trabajadores se concentraron en una plaza, con banderas e incluso con la presencia de una banda musical. “Aquí están los trabajadores de Hannover. Estamos listos para ir a huelga” rezaba la bandera de quiénes encabezaban la movilización. «Nos dicen que somos más caros que los trabajadores de Bratislava y de China. Me gustaría saber cómo se comparan los salarios de los directivos», expresó el jefe de comité de la planta, Stavros Christidis, en el acto que se realizó. En Emden otra de las banderas expresaba: “peleemos por nuestro futuro”.
En prácticamente todas las plantas los trabajadores se organizaron y movilizaron hasta un punto de encuentro. «Si es necesario, será la batalla de negociación colectiva más dura que Volkswagen haya visto jamás», manifestó por su parte, Thorsten Gröger, el negociador del sindicato que agrupa a los laburantes, IG Metall. «Volkswagen ha prendido fuego a nuestros convenios colectivos», agregó. La lucha puede tener dimensiones históricas por el nivel de ataque que pretenden realizar los dueños de la empresa.
VW es el mayor empleador del país, con casi 300.000 trabajadores, y forma parte de un grupo mayor, donde están incluidos gigantes como Audi y Porsche. Además es uno de los más importantes productores de Europa, aportando casi el 25% al sector. La amenaza es la de cerrar tres fábricas, despedir a miles de trabajadores y disminuir los salarios hasta casi en un 18%.
El motivo que está detrás es la baja en la demanda (dentro de la propia Alemania y en toda Europa) y un traumático pasaje de la producción de los autos clásicos a los eléctricos, donde están muy por detrás en la competencia con China y Estados Unidos. En el trimestre de julio a septiembre de este año las ganancias (que igual fueron de 2400 millones de euros), cayeron en un 60% con respecto al mismo período de tiempo en 2023.
Ante el posible cierre y los despidos, el sindicato IG Metall presentó un plan propio para recortar 1500 millones de euros entre 2025 y 2026, lo cual incluía la negativa a posibles aumentos salariales a cambio jornadas de trabajo más cortas y también el quite de beneficios a ejecutivos. Sin embargo, desde la empresa rechazaron la propuesta. «Exigimos que todas las partes contribuyan. No aceptaremos que los recortes recaigan únicamente en los empleados», declaró en uno de los actos Daniela Cavallo, presidenta del comité de empresa general.
Los trabajadores culpan a los ejecutivos por las malas resoluciones y por lo tanto pretenden que sean ellos los que paguen por la crisis. “No hemos tomado estas decisiones nosotros, las han tomado los millonarios que están en la cima de VW”, indicó el representante sindical Sascha Dudzik.
Buena parte del problema reside en el pasaje de la producción a autos eléctricos, lo que implica el cambio de los motores de combustión interna. Asimismo, la demanda de los vehículos eléctricos bajó, lo que generó un cambio de actitud entre los principales inversores. La combinación de la baja demanda en los clásicos y el lento pasaje a los eléctricos se cruza también con niveles de inflación históricos desde la pandemia, lo cual se concretó en mayores costes de energía y materias primas.
Justamente la crisis económica fue parte de la lucha interna dentro de la coalición gobernante en Alemania, que llevó al canciller Olaf Scholz a despedir al ministro de Finanzas, Christian Lindner del partido Demócratas Libres (FDP), uno de los tres dentro el esquema de poder tripartito. El FDP respondió con dureza y abandonó el gobierno, suscitando que Scholz llame a elecciones adelantadas para febrero de 2025 y provocando una verdadera crisis política de poco precedente en el Siglo XXI para el país germano.
El otro aspecto clave de este escenario es la competencia con China y Estados Unidos. El gigante asiático se encuentra a años luz de Alemania. Es el principal fabricante de vehículos eléctricos y domina dos de los mercados más importantes para su producción: el del litio y el del cobalto. El primer dato categórico llegó en agosto: en Europa bajó por primera vez la venta de autos a batería en un 4% mientras que China vendió solo dentro de su territorio más de un millón de eléctricos. En 2023 había vendido 9,5 millones en total.
La empresa ByD (Build Your Dreams) ya había superado a Volkswagen en autos vendidos en el país para mayo de este año. Por otro lado, aparece la lucha contra Estados Unidos, que tiene a la Tesla de Elon Musk como la principal referencia y que cuenta con mucha ventaja en tecnología. Para fines de 2023 la empresa estadounidense todavía superaba a ByD en ventas. Otro agravante para Alemania con la llegada de Donald Trump al poder son el posible aumento de aranceles para la venta de productos en el país, hecho que podría generar un costo aún mayor.