
Movilizada para exigir justicia, la militancia cantaba frente a los tribunales, en las principales intersecciones callejeras del país, en las reuniones: “Pedraza se muere preso”. Y así fue, a pesar de que no le dieron perpetua sino apenas 15 años por ser “partícipe necesario” del asesinato de Mariano, así fue.
El caso de Mariano Ferreyra es paradigmático por muchos motivos. Uno de ellos es que es uno de los pocos de nuestra historia reciente en el que un crimen político es pagado por sus cabecillas y no sólo por el “perejil” ejecutor de órdenes. Podemos recordar la impunidad descarada de Sobisch luego del asesinato de Carlos Fuentealba: meses después de casi caer por la rebelión docente provincial, era candidato presidencial. Pues bien, el asesinato de Mariano puso en la calle una indignación tal que pronto se pudo avanzar sobre el burócrata José Pedraza, el responsable político de lo sucedido.
Eso no significa que no haya habido un fuerte operativo de impunidad, impulsado por las altas esferas del kirchnerismo que arrastró en esa posición a su “juventud militante”. No era poco lo que estaba en juego: la burocracia sindical es uno de los pies en los que se apoya el régimen político capitalista para mantener el equilibrio. En el caso particular del peronismo, se trata de una de sus condiciones mismas de existencia, su control sobre el movimiento obrero. Que se pusiera en evidencia el vínculo indisoluble empresas-burócratas-Estado como sucedió en la pelea por cárcel a Pedraza era un juego demasiado peligroso.
El caso de Mariano puso al desnudo al kirchnerismo, que mostró su rostro más reaccionario recalcitrante. La campaña de impunidad fue también la de la demonización de la izquierda y de los que luchan, que habrían tenido el plan criminal de pensar que luchando se consiguen derechos laborales.
El mismo día del asesinato, el programa 678 se dio el lujo de afirmar: “Escuchamos a militantes del PO señalar a la burocracia sindical como responsable como la responsable. Pero el culpable no puede ser un abstracto, un concepto. El que tiró el gatillo tiene nombre y apellido”. Efectivamente, se llama Cristian Favale, quien apareció en una foto que ya es pública sonriente al lado de quien pronunció estas palabras, Sandra Russo ¿No tienen estas palabras una evidente intención de encubrimiento? Si la burocracia es un “concepto”, entonces no hay nadie a quien buscar que no sea Favale. La preparación del asesinato y los intereses que hay de por medio, si son un “abstracto”, no deben ser investigados…
Pero esto no termina ahí. Los intelectuales K se lanzaron a una campaña macartista de demonización de la izquierda para desviar la atención de Pedraza. Verbitsky fue uno de los más convencidos impulsores de esa infamia. El 26 de Diciembre del 2010 publica una nota titulada “Volver a vivir” en Página/12 que pone en evidencia que el periodista tiene, además, vocación literaria por la ciencia ficción. Ahí escribe que el Gobierno kirchnerista habría sido víctima de una conspiración de Duhalde y de la izquierda para volver al 2001. Nada tendría que ver el Gobierno en la mafia de los ferrocarriles, nada en la represión de las luchas. Hasta el propio Pedraza es nombrado una vez como al pasar, sin señalarlo como responsable de lo acontecido. Los responsables número 1 de la muerte de Mariano serían los impulsores de la lucha de los tercerizados, empezando por Mariano mismo.
El día 5 de Agosto del 2012 publicó una nueva nota, presentando una realidad en la que el Gobierno de ese entonces sería merecedor de los elogios por el encarcelamiento al ya innegable responsable político, Pedraza. Pero esta impresentable mentira es a esta altura solamente una anécdota. Según él “En 1967, Pedraza era un joven delegado de los trabajadores ferroportuarios, militante del (trotskista) Partido Socialista de los Trabajadores”. Entre un artículo y otro, hay una sola línea de continuidad: el trotskismo es el origen de todos los males. La mentira fue tan burda que se le pasó el hecho de que el PST no fue fundado hasta 5 años después de 1967.
Pero el operativo de impunidad fue mucho más que periodístico.
Este diálogo es entre Carlos Tomada, Ministro de Trabajo de la Nación, y Pedraza, en enero del 2011, tres meses después del asesinato de Mariano:
“José Pedraza: ¡Ministro!
Carlos Tomada: ¡Mi querido! Escucheme una cosa, dos cosas que le voy a decir. La mejor defensa es un buen ataque (ríe), pero antes de que me digas que me llamaste cuarenta veces y todo eso. Me dijo Ciaravino (N. de E: Norberto Ciaravino, jefe de Gabinete del Ministerio de Trabajo de la Nación) que va a recibir ahí, que le estás mandando un representante de la Unión para charlar con él…
(…)
C.T.: Sí, por eso. Tal cual. Luego lo que sí le dije (a Omar Maturana, secretario General de La Fraternidad) es que si es necesario que alguna gente de él entre, si el problema es que entre alguna gente de él, este, bueno, eso es una cosa que se puede conversar. Luego fundamentalmente el planteo era que hay que hacer un laburo sindical sobre estos tipos que entran porque no son todos del PTS o del PO…
J.P.: No, no, no.
C.T.: Hay un montón que se los puede ganar y entonces, porque ahí llegamos, después que íbamos a hablar con la Unión también. De manera que estos pensaran en meterlos en una especie de curso de capacitación y qué sé yo y empezar a hacerles la cabeza… “
La conversación estaba centrada en cómo manejar la lucha de los tercerizados, “hacerles la cabeza” Tomada dixit. Lo siguiente es un diálogo entre Noemí Rial, viceministra de trabajo, y Pedraza, sobre los allanamientos en su casa, que acabarían con el burócrata entre las rejas:
“Pedraza: ¡Hola, hola!
Rial: Hola, José.
Pedraza: Noemí, ¿cómo estás?
Rial: Bien, bien, estoy bien, estoy recuperándome muy bien, pero estuve leyendo ahora en el diario que está la gendarmería ahí? ¿Están llevándose cosas?
(…)
Pedraza: Sí, sí. Allanaron mi casa, están allanando la de Fernández.
Rial: A la miércoles… Bueno.
Pedraza: Encontraron un arma calibre 22 y un recibo de compra de un 38. Tenía todos los papelitos del registro nacional de armas, pero la mía estaba en la caja de seguridad del banco, no la usé nunca.
Rial: ¿No había nada raro?
Pedraza: Nada raro.
(…)
Rial: Pero ya a partir del lunes estoy. Si no, llamame a mi casa cualquier cosa que necesites, José.
Pedraza: Bueno.
(…)”
¿No es suficiente? ¿Qué tal esto? Una conversación entre Pedraza y Maturana, sobre los pases a planta permanente de los tercerizados de seguridad:
“Pedraza: ¡Negro!
Maturana: Sí.
Pedraza: Pedraza.
Maturana: ¿Qué hacés, José? ¿Cómo andás?
Pedraza: Bien, ¿vos?
Maturana: Todo bien, ¿vos?
Pedraza: Bien, bien… Eh… ¿Qué hay de que vos no aceptás el ingreso de los de seguridad?
Maturana: No, si ellos me dieron la palabra, Tomada y Noemí y coso que no entraron los de seguridad, José.
Pedraza: Sí, sí, a mí también me dijeron lo mismo.
Maturana: Aparte es la orden de la Presidenta, delante tuyo y delante mío. También lo dije, José.
(…)”
No creemos que sea necesario agregar mucho. Los diálogos que reproducimos hablan por sí mismos en más de un sentido.
El operativo de impunidad fracasó, la pelea por Mariano ganó, su bandera sigue flameando. Pedraza murió en la cárcel, sin homenajes… justicia.