
Desde que comenzó la pandemia ni el Gobierno de Fernández, ni el de Kicillof, tomaron ninguna medida de fondo para solucionar los problemas estructurales del sistema de salud argentino. El desfinanciamiento, los bajos salarios, la precarización y la sobreexplotación han sido y siguen siendo la principal característica del sistema público sanitario. En el contexto de la pandemia se esperaban medidas más audaces, como unificar y estatizar todo el sistema de salud, o aumentar por lo menos el financiamiento del sistema público; cuestiones que no sucedieron.
A los y las trabajadores de la salud se los han catalogado como esenciales. Esenciales para negarles las vacaciones y quitarles las licencias. Pero a la hora de hablar de aumento salarial, cuidados, nombramiento de mayor cantidad de personal, pase a planta permanente de los precarizados, etc, el Gobierno los trata como descartables. Son tantísimas las muertes de médicos/as, enfermeros/as y otros empleados de la salud que se contabilizan por el COVID-19 y no hay ni una medida de fondo para revertir esto.
Desde septiembre del año pasado este sector viene alzando la voz y realizando diferentes acciones de lucha para poner sus reclamos en la agenda del gobierno. Abrazos solidarios, cortes de calle, asambleas, movilizaciones, etc.
Los y las trabajadoras de Enfermería iniciaron, el día lunes 5, un paro garantizando guardias mínimas con acampe en las puertas del Hospital Interzonal General de Agudos de Mar del Plata en reclamo por recomposición salarial, condiciones de trabajo dignas, mayor personal y reconocimiento profesional, además de la recategorización urgente y el pase a planta permanente de trabajadores precarizados.
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La medida de fuerza se llevó a cabo con una enorme solidaridad y apoyo de los diferentes servicios: camilleros, limpieza, administrativos, etc. La jornada continuó con asambleas, un gran abrazo solidario al hospital y una serie de charlas, debates y disertaciones a cargo de los y las profesionales.
A partir de esta medida buena parte de los y las trabajadores de la salud empiezan a plegarse a la lucha en defensa de la Salud Pública, como es el caso de quienes trabajan en Salud Mental, en la UPA que funciona dentro del mismo predio, en el Hospital Materno Infantil de la ciudad y muchos más. A esto hay que sumarle el apoyo de gran parte de la sociedad al reclamo, como lo demuestra la presencia de pacientes, docentes, trabajadores de distintos rubros que acompañan el acampe.
Hacia el miércoles 7 se decidió una nueva manifestación con movilización y corte de la Av. Juan B. Justo, un nuevo abrazo solidario y acto donde nos volvimos a hacer presentes con una delegación de la Corriente Sindical 18 de Diciembre y el Nuevo MAS. Una gran movilización que convocó a más de 1000 personas, entre trabajadores de la salud, agrupaciones y adherentes que se acercaron a acompañar la lucha.
Mientras tanto la burocracia sindical brilla por su ausencia. No sólo no han salido a hablar ni a defender a los y las trabajadore/as, sino que se han encargado de boicotear la convocatoria, profiriendo amenazas y mintiéndoles a los compañeros sobre la supuesta “ilegalidad” de la medida de lucha. Las direcciones de ATE y Salud Pública son cómplices activos del ajuste del gobierno de Fernández y de Kicillof. Es urgente que rompan esta línea entreguista y se acerquen a oír los reclamos de las bases que están hartos de su inoperancia y su pasividad ante los ataques a las condiciones de trabajo que impulsa el oficialismo.
La bronca crece entre los diferentes trabajadores de la salud que reclaman un reconocimiento a su tarea esencial durante la pandemia, y para la cual hasta ahora no han obtenido ninguna respuesta satisfactoria ni solución de fondo de todos los problemas que padece la salud pública, ni salarial ni en las condiciones de trabajo. El gobierno los sigue tratando como «descartables».
Desde la Corriente Sindical 18 de Diciembre brindamos todo el apoyo y solidaridad con la lucha de los y las enfermeras y trabajadores de la salud, y exigimos recomposición salarial por encima de la canasta básica total, el pase a planta permanente de trabajadores precarizados, la recategorización de todo el personal, el reconocimiento profesional de las y los enfermeros y que se reanuden las licencias y se otorguen las vacaciones adeudadas, además de una triplicación del presupuesto destinado a salud para combatir la pandemia.