El discurso del 2 de abril

Malvinas: la «reconciliación» de Milei es negacionismo y entreguismo cipayo

Sobre Malvinas, Milei no tuvo casi nada para decir sobre la ocupación inglesa, ni una palabra del rol de Margaret Tatcher, ni las responsabilidad de la dictadura militar. Solamente aprovechó para justificar su repudio a la lucha por memoria, verdad y justicia.

Entre la catarata de despidos que el gobierno implementa por estas horas, el discurso emitido por Milei en ocasión del aniversario de la Guerra de Malvinas pasó quizá más desapercibido de lo esperado. El ultraderechista aprovechó la fecha para enarbolar nuevamente el provocador discurso negacionista que impulsa su gobierno.

Un relato histórico negacionista y cipayo

En un parlamento de pocos minutos, Milei obvió toda referencia a la responsabilidad militar de la última dictadura en la gestación, el desarrollo y desenlace de la Guerra de Malvinas, iniciada bajo el mandato dictatorial de Leopoldo Galtieri. Tras cuatro décadas de testimonios, en la memoria social de la Argentina está bien presente el hecho ineludible de que los crímenes de lesa humanidad cometidos en el país tuvieron su réplica en las Islas.

Nada de esto constaba en el discurso (si puede dársele tal nombre a un texto plagado de mistificaciones fascistas y pobremente leído ante unos pocos aplaudidores) de Javier Milei. Tampoco hubo una sola palabra que aludiera al pequeño detalle de la ocupación británica sobre las Islas, un política de colonialismo sostenido durante casi dos siglos por la monarquía inglesa. Tampoco se dijo nada del papel de Margaret Thatcher, la premier inglesa que Milei reivindica como referente y que lideró políticamente el ataque imperialista sobre las islas.

Por el contrario, Milei dedicó varios minutos a lamer las botas de los militares y a remontar las propuestas más podridas del negacionismo argentino.

Según él, su intención es «inaugurar una nueva era de reconciliación con las Fuerzas Armadas«. No hay nada nuevo en esta propuesta. La reconciliación ha sido una consigna histórica del negacionismo militarista y genocida, tanto en la Argentina como en países de distintos puntos del globo. La idea es reconciliar a las víctimas del genocidio sistemático con sus victimarios.

Esta proposición, ya aberrante en el plano de las ideas, va acompañada por una serie de medidas políticas consecuentes. En primer lugar, la amnistía a los responsables del terrorismo de Estado: que los genocidas no vayan a la cárcel. En segundo lugar, una relegitimación institucional y política de la intervención de las Fuerzas Armadas en asuntos de «seguridad interna»,  es decir, de represión a los movimientos sociales, sindicales, democráticos y políticos opositores dentro del país.

Milei le ofreció «una invitación a los miembros del Estado Mayor Conjunto» de las FFAA para participar del Pacto de Mayo el próximo mes. Esta proposición, de corte absolutamente bonapartista y que va en contra del régimen democrático como tal, busca reivindicar la intervención de las Fuerzas Armadas en la vida política interna.

Por si hace falta una imagen ilustrativa, la mañana posterior a este discurso negacionista, distintas delegaciones del Estado nacional amanecieron militarizadas por la Policía para efectivizar miles de despidos en la plantilla estatal y evitar por la fuerza cualquier tipo de respuesta por parte de los trabajadores.

…para facilitar la represión interna

La mentira y la mistificación forman parte del discurso mileísta desde su aparición mediática y política. Llegando a ribetes delirantes y con tintes conspirativos, Milei intenta dar una una explicación falaz y autojustificatoria para todos los hitos históricos de la historia nacional.

Para completar el relato negacionista, Milei ubicó a Julio Argentino Roca (y no ya a Alberdi) como «nuestra mayor inspiración, el padre de la Argentina moderna». Para el negacionista Milei la fundación de «la Argentina moderna» no se ubica en otro momento que el del exterminio sistemático de la población nativa en el centro y sur del país.

La campaña al desierto de Roca significó el asesinato planificado de miles de pobladores indígenas para lotear y repartir las tierras productivas entre un puñado de terratenientes. Así, Milei se las arregla para extender sus mentiras negacionistas desde los ’70 hasta genocidio indígena de su amada «generación del ’80».

La función práctica (es decir, inmediata, más allá de lo ideológico) de este discurso es facilitar las tareas represivas que el gobierno mileísta planifica para el próximo período. Como ya demostró reprimiendo las movilizaciones contra la Ley Ómnibus, Milei (y sus secuaces, con Bullrich a la cabeza) cuentan con la represión policial como primera herramienta para lidiar con las muestras de descontento social que surgirán ante el proyecto ultraliberal y antipopular del gobierno.

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