“En Argentina esto que usted plantea, genera gente en la calle, represión de las fuerzas de seguridad y muertos”, planteó el periodista Luis Majul al ex presidente. “Hay que hacer, lo que hay que hacer”, contestó Macri y agregó: “El liderazgo se tiene que bancar gente en la calle y muertos”.
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La represión necesita de consenso, esto es algo paradójico pero es real. Necesita de una mayoría o un porcentaje importante de gente que la tolere, que crea que es necesario hacer el ajuste y que la coyuntura económica lo necesita. Que la gente en la calle es un caos y debe ordenarse con el accionar represivo de las fuerzas de seguridad.
Es por eso que estas declaraciones buscan instalar un tipo de idea, torcer el consenso democrático acerca de que la represión es indeseable y que el derecho que tienen los de abajo de protestar en la calle es legítimo.
De igual modo, la lucha por justicia contra el gatillo fácil de la policía contra los pibes pobres en los barrios o contra la represión a un activista como Santiago Maldonado no solo buscan justicia para la víctima y su familia, sino que defienden los derechos adquiridos básicos.
Palabras primero, balas después
La violencia contra los trabajadores y el pueblo pobre siempre es justificada por los políticos del sistema. Ahora, cuando se propone impuestos a los grandes empresarios que evaden o la expropiación de los campos de los terratenientes responsables de las quemas en el Delta, los medios de comunicación hegemónicos hablan de “violencia” y “discursos radicalizados”.
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Es fundamental repudiar por todos los medios los dichos de Macri, desde todas las organizaciones que defiendan el derecho a la protesta, los organismos de derechos humanos y todas las personas que no piensen dejar de organizarse mientras nuestro presupuesto de salud y educación van a las arcas del FMI.