Lula, su gira a China y los límites del “Sur Global” en tiempos de disputa hegemónica

El presidente brasileiro, Luiz Ignacio “Lula” da Silva, realizó una intensa gira por China el 13 y 14 de abril pasados. Desde el punto de vista formal, la cita diplomática deparó la firma de quince acuerdos entre los dos gobiernos, así como otros veinte de carácter comercial suscritos por empresas públicas y privadas.

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Introducción

El presidente brasileiro, Luiz Ignacio “Lula” da Silva, realizó una intensa gira por China el 13 y 14 de abril pasados. Desde el punto de vista formal, la cita diplomática deparó la firma de quince acuerdos entre los dos gobiernos, así como otros veinte de carácter comercial suscritos por empresas públicas y privadas.

Pero el foco del mundo diplomático y de la prensa internacional se concentró en la estrecha relación que mostraron los dignatarios de ambos países, al extremo de que Xi Jinping se refirió a Lula como un “amigo de larga data”; un calificativo similar al que empleó con relación a Putin en su visita a Moscú semanas atrás.  Esos gestos de calidez –que nunca son de más en la esfera de las relaciones internacionales-, así como las polémicas declaraciones de Lula en torno a la guerra en Ucrania y sobre la necesidad de abandonar el dólar como moneda única para el comercio internacional, fueron interpretadas como un desplazamiento de Brasil hacia la agenda global que impulsa Pekín y, por extensión, un distanciamiento de los Estados Unidos.

Esto provocó una airada reacción por parte de la Casa Blanca que, dejando de lado las palabras sutiles de la diplomacia, expresó que Lula repetía “como un loro la propaganda rusa y china” sobre la guerra en Ucrania.Así, el imperialismo estadounidense mandó un fuerte recadoa Lula: podemos obviar ciertas poses de “independencia” desde Brasilia en materia de política exterior, pero no vamos a tolerar ninguna declaración que cuestione la ubicación de los Estados Unidos como principal potencia mundial, particularmente cuando está en curso una disputa por la hegemonía mundial con China.

Este “affaire” diplomático evidenció la preocupación de los Estados Unidos ante la creciente presencia de su competidor geopolítico más importante en América Latina, una región considerada como su “patio trasero” hasta hace poco tiempo, pero que ahora es un escenario más de la batalla por zonas de influencia entre ambas potencias (ver Apuntes sobre la situación en América Latina).También demostró las intenciones de Lula por transformarse en un mediador internacional, para lo cual busca apoyarse en los BRICS para erguirse como un “gran estadista independiente”; una táctica que desplegó en sus gobiernos anteriores, pero que ahora pretende desarrollar en un mundo muy diferente al de hace unas décadas.

1- Los anhelos de grandeza de Lula chocan con la polarización internacional

Brasil es el quinto país más grande en cuanto a extensión territorial (ocupa el 1,6% de toda la superficie del globo). Además, es la mayor economía de Latinoamérica y, con sus 210 millones de habitantes, representa la tercera parte dela población del subcontinente. A partir de estos datos, es comprensible que los brasileros se refieran a sí mismos como un “país-continente”.

Sobre esa base material Lula proyecta sus ambiciones de trasformar al país en un protagonista de los principales asuntos internacionales. Tal fue la tónica en sus dos primeros mandatos entre 2003 y 2010, durante los cuales desarrolló una diplomacia que denominó como “activa e altiva”, con críticas hacia la hegemonía de los Estados Unidosy apelando por un mundo multipolar. Por ese motivo, fue fundador del bloque de los “BRICS”, acrónimo que hace referencia a sus integrantes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que, para ese entonces, eran consideradas las principales economías emergentes a inicios del siglo y un espacio para contrapesar el poder de los imperialismos occidentales.

Incluso, en su afán de transformarse en un mediador internacional, Lula impulsó un acuerdo sobre el programa nuclear con Irán en 2010, el cual fue desestimado totalmente por los Estados Unidos y las potencias europeas. Este fracaso evidenció los límites de la política internacional para un Estado como el brasilero que, incluso siendo un país-continente con una importante presencia a nivel latinoamericano, es incapaz de subvertir las asimetrías y relaciones de fuerzas desiguales con relación a las potencias imperialistas.

Desde el inicio de su nuevo gobierno, Lula dejó en claro que la política externa nuevamente sería una de sus prioridades, lo cual sintetizó con la frase “Brasil está de vuelta”, en oposición al aislacionismo que caracterizó la gestión anterior de Bolsonaro.Eso explica que, en cuestión de cuatro meses, su ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, sostuviera setenta y cinco encuentros bilaterales con cincuenta y dos cancilleres.

Pero el mundo actual en que se desenvuelve el gobierno “Lula 3” es muy diferente al de hace unas décadas. En primer lugar, porque está en curso una disputa por la hegemonía mundial entre los Estados Unidos y China, de la cual se deriva una creciente polarización política. Anteriormente, prevalecía un consenso inter-imperialista que garantizaba unas reglas básicas para mediatizar las relaciones internacionales, donde los Estados Unidos eran la potencia principal indiscutible. Pero ese modelo construido en la segunda posguerra no aplica más, porque el capitalismo del siglo XXI es más descentrado, sobre todo con la irrupción de un nuevo centro capitalista en Asia-Pacífico alrededor de China, a la cual definimos como un imperialismo en construcción (no una economía emergente)[1].

Un segundo elemento, es que los BRICSvariaron mucho su ubicación en el escenario mundial. Como apuntamos previamente, China pasó de ser considerada una “economía emergente” a transformarse en un competidor directo de los Estados Unidos por la hegemonía mundial. De igual manera, Rusia se convirtió en una pieza incómoda por las aspiraciones de Putin de convertir a su país en un imperio sobre bases militares y territoriales, lo cual explica su estrategia expansionista hacia los territorios de la antigua URSS, como sucedió con la anexión de Crimea en 2014, su apoyo directo a los grupos rebeldes del Donbas en Ucrania (2014-2022) y, finalmente, con la invasión militar a ese país en 2022. En vista de esto, apoyarse en el grupo de los BRICS para impulsar su política de “multipolaridad” e sustentar su diplomacia “activa y altiva”, es una vía riesgosa en el contexto actual.

Eso explica el escaso margen de tolerancia a las posturas “independientes”, particularmente cuando se trata de Estados semicoloniales a los cuales se les exige sometimiento a una zona de influencia[2]. Para el caso específico de Brasil,significa que se encuentra en medio de un escenario internacional más hostil y poco complaciente para las poses “críticas” de Lula, lo cual choca de frente con sus ambiciones de repetir una diplomacia ambiciosa.

Los imperialismos occidentales le otorgan cierto protagonismo a Lula en temáticas ambientales, lo cual se explica por la importancia estratégica de la Amazonía en la lucha contra el cambio climático. De ahí que fuese recibido con aplausos, abrazos y cálidas sonrisas en la COP 27 en Egipto. Pero es muy diferente cuando intenta inmiscuirse en asuntos de la gran política mundial, como pretender mediar en la guerra en Ucrania o crítica la “infraestructura” institucional y monetaria del mercado mundial, pues son temas reservados para un selecto club de países imperialistas y grandes potencias mundiales.

Eso fue lo que expresó sin tapujos TheEconomist, uno de los principales órganos de prensa imperialistas, para el cual la política externa de Lula es, además de hiperactiva, desubicada y e ingenua al desconocer su lugar en el orden mundial:  «Al intentar desempeñar el papel de pacificador mundial, Lula corre el riesgo de parecer ingenuo en lugar de un estadista de altura (…) El legado de Lula puede ser mayor si gasta su energía en áreas en las que Brasil tiene influencia, como el medio ambiente, en lugar de en grandes temas políticos en los que tiene poca o ninguna” (TE, 15 de abril de 2023, p 37-38. La traducción es nuestra).

2- Lula en China y la retórica campista del “Sur Global”

Lula expresa una estrategia de conciliación de clases, cuyo énfasis es atenuar los conflictos sociales por medio de la gestión asistencialista del Estado hacia sectores populares (bonos de vivienda y alimentación, reivindicaciones de algunos derechos democráticos de la población negra e indígena, etc.), pero sin romper con la gran burguesía, ante la cual se presenta como una carta de contención del movimiento de masas y, además, abierto a implementar sus políticas. Es decir, su trayectoria política consiste en posicionarse como una figura de autoridad que media conflictos, haciendo “malabares” para quedar bien con los sectores en disputa.

Eso tiene relación directa con otro rasgo de su personalidad muy conocido en Brasil: es un “palenquero” por excelencia, pues le encanta hablar en la tribuna sin un libreto y, por eso mismo, tiende a amoldarse al público que lo escucha. En las elecciones anteriores, por ejemplo, abrió su campaña con un acto en la FFLCH de la Universidad de São Paulo donde se mostró más “vermelho” (rojo) de lo normal, para días después hablar ante un auditorio repleto de empresarios en un tono sumamente moderado que reflejaba su giro liberal-social. Durante toda su carrera eso le funcionó, pero en medio de la actual coyuntura de alta polarización política es fuente de muchos problemas, pues habla mucho y se contradice constantemente, generando conflictos con sus aliados en Brasilia y su base social.

Esa breve reconstrucción política de Lula es útil para comprender su accionar a nivel internacional, donde replica la estrategia de conciliación bajo la denominación de “multipolaridad”, con la cual justifica su accionar “independiente”, aunque en realidad demuestra un curso errático y contradictorio, pues su espacio de acción es cada vez más reducido en medio de las pugnas inter-imperialistas. Así, mientras en febrero visitó a Biden en la Casa Blanca, endureció el tono contra la invasión de Ucrania y votó contra Rusia en la ONU, unos mesesdespués visitó China, donde desplegó críticas al orden financiero mundial articulado en torno a los Estados Unidos y dejó de lado las críticas a Rusia, al mismo tiempo que acusó a los Estados Unidos y Europa de incentivar la guerra.

Veamos en detalles las declaraciones de Lula en el país asiático. El jueves 13 de abril pronunció un discurso durante el acto de toma de posesión de Dilma Rousseff como directora del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), organismo financiero impulsado por los BRICS. En su intervención, defendió la reforma de los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI); además, cuestionó la utilización del dólar como monedarectora del comercio mundial: “Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que comerciar en dólares, dijo. ¿Por qué no podemos utilizar nuestra propia moneda? ¿Por qué no podemos innovar? ¿Quién decidió que la moneda sería el dólar, después de la desaparición del patrón oro?”.

Esas declaraciones fueron presentadas como una postura “antimperialista” por algunos sectores de la izquierda reformista y estalinista. Por el contrario, es reflejo de la ideología campista y decolonial del “Sur Global”, según la cual la emancipación de la opresión imperialista surgirá de la cooperación Sur-Sur, es decir, de la unidad entre los países con un pasado colonial[3]. Para el caso concreto de Lula y la política exterior de Brasil, significa que los BRICS son un bloque progresivo y ejemplo de la cooperación “decolonial”, aunque los Estados que los conforman son burgueses y sus regímenes políticos son autoritarios, bonapartistas o de ultra derecha (es el caso de Rusia y la India, respectivamente) y plagados de escándalos de corrupción (el ejemplo de Sudáfrica).

En cuanto a la guerra en Ucrania, Lula declaró el 14 de abril que “Estados Unidos necesita dejar de incentivar la guerra y empezar a hablar de paz. Es necesarios que la Unión Europea empiece a hablar de paz”. Esas declaraciones contrastan totalmente con el contenido del comunicado conjunto que emitió en febrero junto con Biden, en el cual se indicó que ambos “presidentes deploraron la violación por parte de Rusia de la integridad territorial de Ucrania y la anexión de partes de su territorio como flagrantes violaciones del Derecho internacional y abogaron por una paz justa y duradera.”

Esas contradicciones, insistimos, son un traslado al plano internacional de la estratégica de conciliación de clases de Lula, aunque ahora aplicada a la escala imperialista. Además de dejarlo como un político errático e incoherente, demuestra que sus discursos “anti-imperialistas” no son consecuentes y, en realidad, son un ejemplo más de su estilo “palenquero” de adaptación al auditorio de turno; así, en Washington D.C. vimos al Lula moderado y amigable con las potencias occidentales, mientras en Beijing fue la versión más “izquierdista” del “Sur Global” (misma que no se condice con su política interna en Brasil, donde se rehúsa a revocar las contrarreformas neoliberales de Temer y Bolsonaro, además de impulsar un plan fiscal regresivo que mejora el “techo de gastos” de Temer).

En todo caso, las declaraciones de Lula en China incomodaron al imperialismo estadounidense, provocando una airada reacción por parte de la Casa Blanca. Ante eso, Lula –ya de regreso en Brasilia y con presión interna- no tardo en amagar y moderar nuevamente su discurso, con el objetivo de calmar a sus aliados de la derecha brasilera y al establishment imperialista.

Por otra parte, es indudable que los acuerdos alcanzados con China tienen su profundidad, sobre todo en el plano económico. En ese rubro los Estados Unidos pierden terreno en Brasil, pues la visita a Biden fue poco productiva en acuerdos concretos, dado que la Casa Blanca tan sólo se comprometió a donar 50 millones de dólares para el fondo de preservación del Amazonas, ¡una cuarta parte de lo que ofreció el imperialismo alemán! (aunque recientemente anunciaron que lo aumentaría a más de 200 millones).

En el siguiente acápite analizaremos a fondo los alcances de los acuerdos con China, así como el carácter desigual de la relación entre ambos países, lo cual deja en claro la fantasía de la ideología del “Sur Global”, sobre todo cuando se trata de hacer negocios.

Amigos vemos, asimetrías no sabemos…

Que Brasil y China sostengan buenas relaciones no sorprenden en absoluto, pues el gigante asiático es el principal socio comercial del país sudamericano desde 2009. Solamente en 2022, el mercado chino representó el 26,8% de las exportaciones brasileras ($89.7000 millones), mientras que las importaciones fueron del 22,3% ($60.740 millones). A primera vista, pareciera que la relación es muy beneficiosa para los sudamericanos, pues su balanza comercial presenta un superávit anual de aproximadamente 30 000 millones de dólares. Asimismo, para algunos especialistas en relaciones internacionales, Brasil fue uno de los países que más se benefició con la expansión económica de China en las últimas décadas; se estima que, desde 2010, invirtió en ese país 70 000 millones de dólares, es decir, prácticamente la mitad del total de sus inversiones en el subcontinente[4]. ¡Nada mal tratándose de negocios con la segunda economía mundial!

Pero un análisis más detallado de esos números revela lo contrario:la relación entre ambos países es profundamente asimétrica y, por supuesto, en beneficio de la potencia asiática. ¿Por qué aducimos esto? Al revisarel listado de productos que Brasil exporta a China, rápidamente salta a la vista que consisten en una reducidavariedad dematerias primas o commodities, como petróleo, soja, carne, mineral de hierro, entre otras; mientras que las importaciones que realiza del mercado chino son productos industriales de alta tecnología.

En este sentido, elpatrón comercial que sostienen ambas economías replica las asimetrías históricas entre las potencias imperialistas con los países semicoloniales, en la cual a estos últimos les corresponde adecuar sus estructuras productivas en función de los requerimientos comerciales de algunas potencias económicas[5]. En la economía burguesa llaman a eso “ventaja comparativa” (especializarse en producir un determinado bien o servicio a un precio más bajo que el de otros países), pero en realidad es un eufemismo tecnocrático para justificar el sometimiento y dependencia de una gran parte del planeta a las metrópolis imperialistas: ustedes del “tercer mundo” nos dan bananas, café, azúcar, soja, carne, minerales y petróleo, mientras nosotros desarrollamos nuestras fuerzas productivas y elaboramos productos industriales con alto valor agregado y, de paso, dominamos la economía y política mundial.

Volviendo al caso concreto de Brasil, esa asimetría comercial con China contrae importantes consecuencias económicas, políticas y ambientales. Desde el punto de vista económico, acrecienta la vulnerabilidad del país, pues los precios de las commoditiesse caracterizan por sus constantes fluctuaciones en el mercado internacional. Así, lo que un día es fuente de una bonanza por la inflación coyuntural en los precios de los alimentos, al otro es la causa de una contracción que se traduce en despidos masivos y caída de los ingresos fiscales[6].

Asimismo, la insaciable demanda de commodities por parte de China es uno de los principales factores de la reprimarización de las economías latinoamericanas –principalmente de las Sudamericanas-, de lo cual Brasil es un caso elocuente, pues dicho mercado asiático representó el 31,9% de las exportaciones delagronegocioen 2022, generando ingresos por 50,79 billones de dólares para ese sector empresarial.

La contraparte de ese dinamismo de las commodities es la paulatina destrucción del sector industrial, pues todo el aparato estatal –por ejemplo, los ministerios de Comercio Exterior, Hacienda, Economía, etc.- está en función de incentivar las exportaciones de las commodities. De acuerdo con los datos brindados por la Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB), el país sufre una desindustrialización acelerada en las últimas décadas; mientras que en el año 2000 los productos manufacturados representaron el 59% de las exportaciones nacionales, para el 2021 cayeron hasta el 28% debido al crecimiento de las exportaciones agropecuarias. Por ese motivo, no resulta extraño que el déficit en la balanza comercial entre las importaciones y exportaciones de productos manufacturadosde Brasil alcanzara la cifra record de 125 billones de dólares en 2022.

Aunque en varios de sus discursos Lula colocó como uno de sus objetivos defender la industria nacional como una forma de garantizar la autonomía del país, sus acciones apuntan en un sentido contrario. Basta con analizar la comitiva que viajó con él a China, compuesta por ocho ministros y doscientos empresarios, entre los cuales se encontraba más decien representantes del agronegocio. Esa composición refleja el enorme peso de las commodities en el comercio bilateral entre ambas economías, así como la intención de Lula por incrementar su volumen de exportaciones en el futuro.

Eso tiene implicaciones políticas muy peligrosas, considerando que esa facción patronalfueel principal sector burgués que apoyó aBolsonarodurante su gobierno y en la última campaña electoral, y, si por la víspera se saca el día, todo apunta que va fortalecerse aún más de la mano de las exportaciones hacia el mercado chino. A sabiendas de eso, la táctica del gobierno es apostar a ganarse la confianza de los empresarios del agronegocio por la vía económica, como abiertamente expuso el ministro de Agricultura y Pecuaria,Carlos Fávaro, para quien el viaje iba acercar a ese sector al gobierno porque iban a ver en Lula un medio para ampliar sus negocios en el mercado chino. Es decir, la estrategia de Lula y el PT para “derrotar” al neofascismo bolsonarista consiste en…. ¡fortalecer el poder económico del sector burgués más reaccionario para así ganarse su apoyo!

Es cierto sentido, es la continuidad lógica de la táctica de “frente amplia” que desarrolló el PT en la campaña electoral anterior, en la cual optó por cerrar acuerdos con sectores de la gran burguesía brasilera opositora a Bolsonaro bajo la premisa de “normalizar” el país y mejorar el clima de los negocios capitalistas, lo cual quedó sintetizado con la designación de Geraldo Alckmin –uno de los políticos burgueses más tradicionales- como su vicepresidente. Así, nuevamente, el lulismo demuestra que no apuesta por el movimiento de masas para derrotar al bolsonarismo ni que pretende revocar las (contra)reformas impuestas por los gobiernos de Temer y Bolsonaro, porque eso entorpecería su relación con el gran capital[7].

Por otra parte, la reprimarización de la economía implica el fortalecimiento de la industria extractivista y, por tanto, aumenta el acecho sobre los bosques amazónicos y otros biomas del territorio brasilero. Como su nombre lo indica, este modelo industrialse fundamenta en extraer o explotar al máximo los recursos naturales de las regiones donde se instala, agotando la fertilidad de los suelos y provocando daños enormes contra la biodiversidad y las poblaciones humanas circundantes. Opera bajo una lógica de “tierra arrasada”que, al agotar los recursos de una localidad (lo cual puede tardar algunos años o décadas, pero siempre sucede), busca otra zona para reubicarse y empezarel ciclo extractivista de nuevo. Eso explica la constante extensión de la frontera extractivista en actividades como la ganadería, las plantaciones de soja o de la minería, por citar algunos ejemplos[8].

La industria extractivista brasilera replica al pie de la letra esalógica de “tierra arrasada”. De acuerdo al “Relatório Anual do Desmatamento” (elaborado por Mapbiomas), la perdida de cobertura vegetal en el país creció un 20% entre 2020 y 2021, siendo el agronegocioresponsable por el 97% de dicha deforestación (solamente el 0,87% respetó los procesos legales).Esa presión por la extensión de la frontera extractivista explica el asedio permanente sobre los bosques de Brasil, así como la invasión y ataques sistemáticos contra los territorios indígenas, los cuales contaron con la complicidad del gobierno de Bolsonaro[9].

Este ecocidio tiene relación directa con la voracidad de China por las commodities, pues el 46% de la soja que compró en 2020 a Brasil, fue producida en 22,3 mil hectáreas de la Mata Atlántica desforestadas ilegalmenteentre 2015 y 2019.Para empeorar la situación, no hay indicios de que la tendencia se vaya a revertir:entre enero y octubre del 2022 se deforestaron otras 48,6 mil hectáreas de ese bioma.

Ante la contundente evidencia que liga al agronegocio con la deforestación y la creciente presión internacional por sabotear a las compañías implicadas, los empresarios de la soja cambiaron su estratégica de comunicación tras la llegada de Lula al poder y, así, garantizar el ingreso de sus exportaciones a China. Por ejemplo, el presidente de la Agencia Brasileña de Promoción de las Exportaciones e Inversiones (Apex Brasil), Jorge Viana, “aceptó” en una reciente viaje al país asiático que hay un problema severo de deforestación en Brasil, pero descargaron la responsabilidad principal sobre el sector ganadero,pues, de un total de 84 millones de hectáreas deforestadas en el Amazonía en los últimos 50 años (equivalente al 21% de dicho bioma),  argumentó que 67 millones de hectáreas son utilizadas para la actividad pecuaria, mientras que solamente 6 millones son para el cultivo de granos (incluida la soja) y, los otros 15 restantes, corresponden a bosques secundarios. Con ese “mea culpa” y de la mano de Lula, los reaccionarios empresarios del agronegocio apuestan por “lavar” sus crímenes ecológicos y ataques contras los pueblos indígenas, los cuales son una consecuencia inherente a la lógica de la industria extractitiva.

En cuanto a China, se comprometió en la COP15 de la biodiversidad a exigir que sus importaciones se ajusten al criterio de “cero deforestación”, pero eso no es ninguna garantía ambiental, porque aplica para el futuro y, por tanto, no exige a las empresas que reforesten los bosques destruidos previamente. De hecho, se especula que abre el portillo para “legitimar” la ocupación de las tierras que todavía están siguen bajo control del agronegocio, aplicando una especie de “borrón y cuenta nueva”.

Visto lo anterior, es claro que el gobierno de “Lula 3” no pretende romper con la industria extractivista, para lo cual tendría que enfrentarse directamente con los grandes “fazenderos”y aplicar medidas anticapitalistas en el campo. Por el contrario, su apuesta es incentivar las exportaciones de commodities al mercado chino y aprovechar la “renta extractivista”, lo cual coloca en duda la efectividad de sus planes para preservar los bosques de la Amazonía (una promesa de campaña y su principal carta de presentación a nivel internacional) y de otros biomas en peligro.

En cuanto a China, replica los patrones de metrópoli/periferia en sus relaciones con los países semicoloniales, sobre todo porque los transforma en sus proveedores de materias primas[10]. En suma, persiste la lógica del “patio trasero”, aunque intente camuflarlo con discursos de construir un orden mundial “multilateral”. Esto es algo de suma importancia para América Latina, pues el país asiático cada día tiene más presencia económica y ya se transformó en el principal socio comercial de Sudamérica (especialmente de las economías del Mercosur) y en el segundo de la región (superado por Estados Unidos por sus enormes intercambios comerciales con México en el marco del tratado de libre comercio); en 2021 tuvo un intercambio comercial de 450 mil millones de dólares y, para 2035, se espera que crezca hasta los 700 mil millones.


Bibliografía

“Apuntes sobre la situación en América Latina”. En https://izquierdaweb.com/apuntes-sobre-la-situacion-en-america-latina-primera-parte/ (Consultada el 22 de abril de 2023).

“China ilustra las ambiciones y los límites de los BRICS Le Monde”. En https://correspondenciadeprensa.com/?p=34083(Consultada el 18 de abril de 2023).

“Pragmatismo de Lula aparenta sesgo antioccidental”. En https://ipsnoticias.net/2023/04/brasil-china-pragmatismo-de-lula-aparenta-sesgo-antioccidental/ (Consultada el 19 de abril de 2023).

“O que a política externa de Lula quer ao se aproximar de Rússia e China”. En https://www.estadao.com.br/(Consultada el 19 de abril de 2023).

“China compra quase metade da soja colhida em áreas desmatadas na mata atlântica”. En https://www1.folha.uol.com.br/ambiente/2023/04/china-compra-quase-metade-da-soja-colhida-em-areas-desmatadas-na-mata-atlantica.shtml?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=twfolha (Consultada el 19 de abril de 2023).

“Diplomacia de risco”. En https://www1.folha.uol.com.br/opiniao/2023/04/diplomacia-de-risco.shtml(Consultada el 19 de abril de 2023).

 

“Back in thebig league. Brazil’sforeignpolicyambitions”. TheEconomist, April 15th 2023, p. 37-38.

“¿Desplazó China a Estados Unidos como el principal socio comercial de América Latina?”. En https://cnnespanol.cnn.com/video/china-america-latina-relaciones-comerciales-exportaciones-inversiones-importaciones-cnne-dinero/#:~:text=Econom%C3%ADa-,%C2%BFDesplaz%C3%B3%20China%20a%20Estados%20Unidos%20como%20el%20principal%20socio%20comercial,el%20Council%20on%20Foreign%20Relations (Consultada el 22 de abril de 2023).

“Indústria brasileira terá o maior déficit da história em 2022”. En https://www.em.com.br/app/noticia/economia/2022/11/13/internas_economia,1420600/industria-brasileira-tera-o-maior-deficit-da-historia-em-2022.shtml (Consultada el 22 de abril de 2023).

“Viagem à China vai aproximar ainda mais o agronegócio do governo, diz Fávaro”.  En https://www.gov.br/agricultura/pt-br/assuntos/noticias/viagem-a-china-vai-aproximar-ainda-mais-o-agronegocio-do-governo-diz-favaro(Consultada el 22 de abril de 2023).

 

“Hugo Chávez replicó el modelo extractivista que él mismo había denunciado”. En https://www.aporrea.org/economia/n381569.html (Consultada el 23 de abril de 2022).

“Agronegócio foi responsável por 97% do desmatamento no Brasil em 2021”. En https://www.brasildefato.com.br/2022/07/19/agronegocio-foi-responsavel-por-97-do-desmatamento-no-brasil-em-2021 (Consultada el 23 de abril de 2023).

“Presidente da Apex expõe na China desmatamento na Amazônia diante de gigantes do agronegócio”. En https://www.cnnbrasil.com.br/nacional/presidente-da-apex-expoe-na-china-desmatamento-na-amazonia-diante-de-gigantes-do-agronegocio-2/(Consultada el 23 de abril de 2023).

“Genocídio Yanomami: um crime cometido por Bolsonaro e os garimpeiros”. En https://esquerdaweb.com/genocidio-yanomani-um-crime-cometido-por-bolsonaro-e-os-garimpeiros/ (Consultada el 23 de abril de 2023).


[1] Para profundizar sobre la situación internacional sugerimos la lectura de Guía de estudio sobre la situación mundial: ha comenzado una nueva etapa, donde se sintetiza la caracterización que desarrollamos en la última reunión internacional de la corriente Socialismo o Barbarie (SoB). Asimismo, para profundizar sobre nuestra caracterización de China, remitimos a nuestro artículo Reseña de “Hong Kong en revuelta” de Au Loong-Yu.

[2] Agreguemos que eso también incluye a potencias imperialistas. Por ejemplo, las recientes declaraciones de Macron en China en las que defendió que Europa debía tener una política externa independiente de los Estados Unidos, le deparó fuertes críticas en la Unión Europea y de sectores del establishment imperialista norteamericano.

[3]Por campismo nos referimos a una estrategia donde se diluyen los conflictos de clase en la disputa de campos “políticos” (sin ninguna referencia a los intereses de clase que representan), entre los cuales es preciso escoger el progresivo contra el regresivo. Así, ante el peligro de Bolsonaro se justificó la capitulación a la frente amplia de Lula con la burguesía para defender la “democracia”, o bien, en el marco de la lucha contra el imperialismo estadounidense se toma bando por la política de la China “socialista” y Rusia, porque son potencias que cuestionan la hegemonía norteamericana, aunque poco importe que sea para proseguir con otras formas de dominación imperialista y no de emancipación social para los pueblos oprimidos. Sobre la teoría decolonial, suferimos la lectura de nuestro ensayo Crítica al giro decolonial: entre el anti-comunismo y el populismo reformista.

[4] Por otra parte, los Estados Unidos aún son el principal inversor directo en Brasil. En 2020 invirtieron 124 millones de dólares, en contraposición a los 23 billones. Asimismo, la mayor parte de las exportaciones brasileras hacia el mercado estadounidense son productos con alto valor agregado, como aviones y acero.

[5] Por semicoloniales nos referimos a naciones formalmente independientes, pero económicamente sometidas a los imperialismos, por lo cual presentan una relación de dependencia que también se manifiesta en lo político. Es la forma de dominio imperialista que se impuso en el siglo XX (particularmente en la segunda mitad), producto del ascenso de los movimientos anticoloniales que desató la revolución rusa de 1917 -cuyo punto álgido fue la segunda posguerra-, así como por la transformación de los Estados Unidos como potencia hegemónica mundial, con lo cual desbancó a los otrora imperios europeos y su forma de colonización directa.

[6] La situación actual de la Argentina resulta muy ilustrativa, pues a causa de la terrible sequía que azotó al campo este verano y que afectó severamente las cosechas, se estima que sufrirá una caída del 25,9% en sus ingresos por exportaciones de productos agrícolas con relación al 2022, afectando a la ya de por sí maltrecha economía del país.

[7] Es lo que sucede actualmente con la terrible reforma de “EnsinoMédio” legada por el gobierno de Temer, la cual se comenzó a implementar hasta este año. Básicamente, consiste es rebajar al máximo la calidad de la educación pública, reduciendo las clases de materias básicas (como Historia, Geografía o Portugués) y crear materias de emprendedurismo para aprender a hacer brigadiero casero y cosas por el estilo. Mientras tanto, los vestibulares –pruebas sumamente complejas para ingresar a las universidades públicas- mantienen el formta tradicional, donde se evalúan las materias tradicionales. Ante la presión de las bases docentes y sobre todo del movimiento estudiantil, el gobierno de Lula resolvió “suspender” temporalmente por unos meses su implementación, pero no se comprometió a revocar la reforma.

[8] Esta compresión de la dinámica del extractivismo la tomamos del sociólogo y activista ecologista Emiliano Terán Mantovani, a propósito de una investigación que estamos realizando sobre la crisis actual en Venezuela (de próxima publicación).

[9] En febrero del presento, se hizo de conocimiento público la invasión de treinta mil “garimperos” al territorio indígena de los Yanomani (cuya población total es de 20 mil personas), los cuales vieron obstruidas sus fuentes de alimentos y acceso a servicios de salud por parte de las hordas invasoras, provocando la muerte de decenas de indígenas y la desnutrición extrema de muchos más de forma premeditada. Este crimen cumple con todos los requisitos para ser calificado de genocidio; las imágenes reveladas por la prensa, retrataban indígenas en condiciones famélicas que recordaron los campos de concentración nazi. Todo apunta a que el gobierno de Bolsonaro, en conjunto con sectores de las Fuerzas Armadas y autoridades locales, dejaron que se produjera la invasión y saqueo del territorio de los Yanomanis. Para profundizar sobre este caso atroz, sugerimos la lectura de nuestro artículo  Genocídio Yanomami: umcrime cometido por Bolsonaro e os garimpeiros (disponible solamente en portugués).

[10]Otro ejemplo es la llamada “trampa de la deuda”, un mecanismo implementado por la diplomacia china que consiste en otorgar cuantiosos préstamos para el desarrollo de obras (en el marco del Nueva Ruta de la Seda) y, después, asfixiar a los países deudores con altos intereses, los cuales se tornan impagables y son “moneda de cambio” por acuerdos políticos. Eso no aplica al caso de Brasil, pues no ingresó a la NRS y, además, cuenta con un robusto sistema financiero interno para desarrollar las obras públicas en el país.

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