Una dinámica de ajuste que preanuncia el choque social

Luego de la derrota de la Ley Ómnibus

El gobierno recibió una derrota política fenomenal con la caída de la Ley Ómnibus. Toda la ofensiva en el plano político; es decir, la Ley Ómnibus, el DNU, e incluso el Protocolo, ha quedado cuestionada por los sucesivos eventos de la lucha de clases.

Las jornadas históricas desde la movilización del 20 de diciembre a la fecha, pasando por el paro de la CGT del 24/1 que, aún con sus límites impuestos por la burocracia sindical, fue un piso de intervención para las posteriores acciones, o las convocatorias de la izquierda y sectores de vanguardia frente al Congreso que fueron determinantes para el desenlace fallido de la Ley.

Proyecto de ley de pretensión “constituyente”, que abarcaba no sólo aspectos económicos diversos, sino un plan global que atacaba desde el derecho a la protesta social y la organización, hasta la delegación por dos años de poderes extraordinarios. Un elemento bonapartista que aún es una marca de este gobierno, aunque su capacidad para concretar esos elementos políticos reaccionarios ha quedado cuestionada (lo cual no quiere decir que no haya por delante eventualmente nuevos DNUs o capítulos por el estilo, además del judicializado, pero no derrotado DNU 70/2023).

Las dificultades del gobierno para consolidarse en su proyecto reaccionario han quedado expuestas luego de la derrota. A esto contribuyó de manera destacada el conjunto de la izquierda con un rol protagónico, y los sectores sociales organizados en asambleas de vecinos, asambleas culturales, el movimiento estudiantil y sectores del feminismo. De conjunto fueron jornadas que nacionalizaron y politizaron el debate, una discusión que de otra manera hubiera quedado restringida. La dinámica plaza-palacio; es decir, proyección de la discusión política hacia el Congreso y al conjunto de la sociedad volvió a aparecer y metió crisis al desarrollo de las sesiones que terminaron con el retiro de la Ley.

Las idas y venidas de los sectores “dialoguistas” de la oposición reflejan esa presión que se proyecta a las provincias ante los recortes presupuestarios. La movilización al Congreso hizo mella sobre los desacuerdos con sectores aliados del gobierno proyectando las consecuencias para cada provincia y nadie (tampoco los diputados que responden a los gobernadores) quieren pagar en su territorio las consecuencias de un plan que no ha logrado pisar terreno firme.

En este marco, el carácter minoritario del gobierno, sumado a que no logró cerrar acuerdos básicos con los gobernadores, ha sido también un límite para hacer pasar su primer arrebato de shock político. El gobierno de Milei intentó tensar el régimen político, pero no le dio para tensarlo hasta donde quería, y ha sufrido una derrota de proporciones. Está claro que esto abre una coyuntura distinta, en una dinámica que ya parece imparable, de irrupción de sectores –de vanguardia por ahora– que salen a la lucha.

Todo esto no le quita peligrosidad al gobierno. Como contracara de la derrota política, es evidente que el conjunto de las fuerzas políticas burguesas, entre las que se encuentra el peronismo y el kirchnerismo, están jugados a garantizar la continuidad del gobierno; es decir, la gobernabilidad del país. Asimismo lo ha demostrado el Papa, quien recibió a Milei con sonrisas y abrazos en un show repugnante, además del apoyo que conserva el gobierno hasta acá por parte de la burguesía económica y el FMI.

La reciente “carta” publicada por Cristina Kirchner titulada “Argentina en su tercera crisis de deuda” da cuenta, además del rol del kirchnerismo como garante de la gobernabilidad, de un giro a la derecha en el programa político/económico propuesto por la ex presidenta. Con alusiones a la necesidad de una reforma laboral bajo el eufemismo de “plan de actualización laboral”, el recorte de impuestos a las PyMES (cuyas cámaras apoyan los planes de contrarreforma laboral de Milei, y han sido históricamente pioneras en precarización laboral), o la integración de capitales privados a empresas estatales, entre otras. Un aggiornamiento por derecha del programa del kirchnerismo que da cuenta del agotamiento político del modelo social liberal que viene de fracasar en el último gobierno y cuya crisis había dado lugar al gobierno de Macri, y de un corrimiento de conjunto del mapa político que deja un espacio objetivo para la izquierda como referencia alternativa para millones de trabajadores.

Sobre la base de esa garantía de gobernabilidad, no parece que el gobierno se vaya a adaptar a las condiciones dadas: inmediatamente ha tomado medidas de ajuste muy fuertes que despiertan un odio tremendo en la población, como el aumento del colectivo, el ajuste fiscal a las provincias, el ajuste a las universidades que las coloca al filo de poder seguir funcionando luego de mitad de año, la negativa a abrir paritarias nacionales para los docentes junto con la no renovación del Fondo Nacional de incentivo docente, que se distribuye entre las provincias para afrontar los salarios educativos, o el reciente anuncio del aumento de boleto del subte con el que pretenden llevarlo a $574 en abril y $667 en mayo.

Así, inmediatamente después de perder el primer round prepararan otro pero aumentado, en el que se incorporan no sólo los sectores que han ingresado como respuesta política a los ataques a los derechos democráticos, sino que se empuja el ingreso a todas las capas sociales de trabajadores por la vía del ataque económico/reivindicativo, preparando las condiciones para un enfrentamiento social de proporciones.

Estos días el gobierno ha perdido la iniciativa política: se cayó la ley, el DNU 70/2023 está frenado en la Justicia con cautelares que impiden la aplicación del capítulo de Trabajo (un elemento central del decreto), el Protocolo cuestionado por la movilización se encuentra cuestionado por una medida cautelar. Pero por otro lado, la continuidad y el recrudecimiento de medidas económicas de ajuste evidencian que Milei no tiene ninguna intención de “gradualizarse”. Se confirman dos cosas que veníamos diciendo, pero no sabíamos cómo se iban a combinar: el carácter agresivo de un gobierno minoritario y frágil a la vez, con el hecho de que las relaciones de fuerzas no estaban probadas en la Argentina. Que el gobierno sea frágil no quita su carácter de gobierno súper agresivo y peligroso, lo que marca una dinámica de choque social para la cual hay que prepararse.

Si el planteo de “fuera Milei” no ha madurado por ahora y nos encontramos aún en un momento de consignas transicionales (Abajo el DNU, el Protocolo contra la protesta social y el plan de Milei), es un hecho que el ajuste empieza a tallar, y eso extiende la experiencia con el gobierno (aún en proceso) más allá de la vanguardia amplia, a sectores de masas. A la ofensiva económica recargada se suma el ataque al derecho al aborto (otro ataque a las conquistas democráticas) que aún con los elementos de chantada y provocación, tuvo la consecuencia de poner en alerta al movimiento de mujeres, lo cual plantea la emergencia de un 8 de Marzo histórico.

Preparar nuevas jornadas históricas

La dinámica es cada vez más rápida. Se va girando muy rápido hacia el crecimiento de elementos de desborde, y no se ve cómo los van a mediatizar, porque Milei rompió el diálogo con los gobernadores, tiene una base gubernamental propia muy chica y, al mismo tiempo, sigue y sigue con el ajuste brutal y encima abre más frentes, como la provocación al movimiento de mujeres que, aunque se tiró para atrás, provocó que el 8 de Marzo esté asegurada una movilización muy grande y que debemos empujar para que sea una jornada histórica.

Junto con esto, el 24 de Marzo se coloca como una jornada también histórica que puede masificar la oposición al gobierno por la vía de la defensa de las libertades democráticas, contra el ajuste brutal del gobierno y de los gobernadores, y que permita a la izquierda colocarse como referencia para sectores de vanguardia amplia.

En ese sentido, desde el Nuevo MAS consideramos importante impulsar una movilización unitaria para rechazar los ataques de Milei, con banderas y consignas propias (opinamos que es factible llevar adelante una jornada por el estilo con cabeceras separadas y documentos diferenciados) para garantizar golpear juntos y marchar separados: es decir garantizar tanto la unidad en la acción, como la independencia política de sectores como el kirchnerismo que garantizan la gobernabilidad de Milei.

Junto con estos hechos que serán objetivos en la realidad política del próximo mes, otras iniciativas como el cacerolazo educativo impulsado por el CEFyL para el 21 de febrero, o el abrazo a las facultades de la UNLu impulsadas por el CETS son acciones preparativas de cara al estudiantazo que deberá responder al ataque de Milei desde los primeros días de cursada.

En lo inmediato, la exigencia de un paro de 48 horas a la CGT y la denuncia por su pasividad desde enero a la fecha son claves para presionar a las burocracias sindicales que, por estos días, han recibido un nuevo ataque por parte del gobierno mediante el ajuste de los subsidios a las obras sociales destinadas a Discapacidad. Este ataque que se traslada a los trabajadores por la vía de degradación en la atención de su salud y/o de sus familias amerita, junto a todo el plan de Milei, a impulsar un nuevo paro y poner en pie un plan de lucha que tenga por objetivo tirar abajo todo el paquete de medidas reaccionarias.

En esta vía de preparación y organización de las fuerzas sociales que intervienen para derrotar el plan de Milei, es que debemos impulsar un gran Encuentro Nacional de trabajadores y trabajadoras, desocupados, el movimiento estudiantil, el movimiento feminista y las asambleas populares. Un Encuentro que agrupe a todos los sectores que quieren enfrentar el ataque, priorizando para eso una fecha próxima a fines de marzo que encuentre en actividad a todos los sectores y permita potenciar a la izquierda como polo alternativo de organización.

La juventud del ¡Ya Basta! viene de realizar el 4° Campamento Anticapitalista que ha tenido impacto en programas de televisión y diversos medios de comunicación, además de redes sociales. Un Campamento internacionalista y de enorme calidad política donde cientos de jóvenes estudiantes, trabajadores, feminista y de diversos países (Europa, Estados Unidos, Brasil y Costa Rica) debatieron a fondo las tareas planteadas en el país y en el mundo.  Junto con esto la juventud anticapitalista ¡Ya Basta! ha votado la preparación e impulso de un estudiantazo para derrotar el plan de Milei y empujar a la irrupción en la escena política de un actor como lo es el movimiento estudiantil, que ha tenido enorme peso históricamente en el país, con una perspectiva de unir las luchas de estudiantes y obreros.

A este conjunto de tareas se abocará nuestra militancia en las próximas semanas, de cara al choque social que alienta el gobierno, y que puede abrir en Argentina una etapa pre revolucionaria y dar lugar a la irrupción del movimiento obrero, y a un curso anticapitalista en el país.

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