Los debates en la izquierda alrededor de la causa palestina y Hamas

Sobre principios, políticas, programas y métodos en Palestina.

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Por estos días, se está cumpliendo un mes de la acción militar de Hamas, y la reacción y declaración de “estado de guerra” por parte de Israel, que ha profundizado sus ataques, bombardeos y bloqueo en Gaza, y la represión en Cisjordania, con la intención de destruir al “terrorismo”. Estamos frente a un genocidio  a la vista de todo el mundo.

Esto ha abierto una coyuntura internacional explosiva y de polarización brutal que, si por un lado, empezó con la contraofensiva sionista y el apoyo de las potencias occidentales, progresivamente se fueron poniendo sobre la mesa inmensas movilizaciones a favor del pueblo palestino, tanto en los países árabes como en Europa y Estados Unidos, incluso con acciones de sectores de trabajadores, como las manifestaciones y bloqueos para impedir la salida de armas hacia Israel en Bélgica y Barcelona.

Esta nueva situación, plantea al interior de la izquierda cuestiones vinculadas a los principios, la política, los métodos y el programa para una solución de fondo a la causa palestina. En el siguiente texto nos dedicaremos a discutir con algunas de las posiciones del PTS y el Partido Obrero, y dejar sentadas algunas posiciones.

¿Qué es Hamas?

En primer lugar, Hamas es el gobierno legítimo del pueblo palestino en Gaza. Desde ese punto de vista, nos negamos a la idea de considerarlo un grupo terrorista. Este mote es una vil maniobra sionista para asimilar a Hamas con la causa palestina y desacreditar esta última.

Hamas es una organización perteneciente a lo que se denomina el “Islam Político”. Es una vertiente que plantea la unificación de todos los territorios árabes en un Estado Islámico, regido bajo los preceptos del Corán. Su origen está vinculado a la Hermandad Musulmana de Egipto.

Surge en el marco de la Primera Intifada en 1987, y su crecimiento se da en el marco de ese ascenso, ligado a una cuestión muy específica: la bancarrota de la OLP y la Autoridad Palestina al entregar la bandera del Estado único Palestino para ir a los Acuerdos (fracasados) de Oslo con la “solución de los dos Estados”.

En este sentido, y como en el resto de Medio Oriente, el agotamiento y la degeneración en regímenes autoritarios de las variantes nacionalistas burguesas y laicas, en el marco del derrumbe del estalinismo y la pérdida de perspectiva socialista, abrió el espacio a estas organizaciones religiosas reaccionarias, que también contaban con un fuerte arraigo popular debido a la asistencia social brindada desde las mezquitas. Además, durante las invasiones de Estados Unidos a Afganistán e Irak luego de los atentados del 11-S, los grupos islámicos aparecían siendo los que resistían al imperialismo.

El fracaso de la “solución de los dos Estados” abrió la puerta para que Hamas ganara las elecciones legislativas del 2006 en la Franja de Gaza, haciéndose con 77 diputados de 132 en el Consejo Legislativo Palestino. Al año siguiente, expulsa a la OLP de la Franja de Gaza.

Esto generó la respuesta de Israel, que bloqueó definitivamente la Franja de Gaza, generando una crisis humanitaria brutal que llega hasta hoy.

La principal fuente de legitimidad de Hamas proviene de aparecer como los únicos que parecen “hacer algo” contra la opresión brutal de Israel frente al pueblo palestino no sólo de Gaza, sino incluso de Cisjordania, donde la vergonzosa pasividad y capitulación de la OLP, en el contexto de una mucho más agresiva política de colonización israelí, ha desatado fuertes tensiones en los últimos meses.

Para los socialistas, Hamas no contiene nada progresivo: se trata de un grupo fundamentalista religioso ultra reaccionario, neoliberal, con fuertísimos componentes de antisemitismo y una visión extremadamente conservadora del Islam. Su “visión del mundo” no tiene nada de progresivo.

Metodológicamente, son una combinación entre acciones de tipo terroristas y de guerra de guerrillas, pero montados en un movimiento de masas que representa, en estos momentos por lo menos, la resistencia a la ocupación israelí. La organización es reconocida por parte importante del pueblo palestino como su gobierno legítimo, aunque obviamente en un contexto de ausencia de derechos democráticos elementales en la región que controlan. Es el pueblo palestino quien tiene el derecho absoluto de elegir su representación política.

En este marco se inscribe la acción del 7 de octubre: constituyó una acción contradictoria. Una ofensiva planificada, con elementos terroristas y de guerra de guerrillas, que golpeó fuertemente al quinto ejército más importante del mundo, burló la seguridad israelí y dejó en ridículo a los servicios de inteligencia. Pero también es una acción que expresa distorsionadamente la desesperación brutal a la que está sometida el pueblo palestino, y en particular en la Franja de Gaza, “la cárcel a cielo abierto más grande del mundo”, donde el 90% de los ingresos se deben a ayuda humanitaria, los recursos son controlados por Israel, y la infraestructura está completamente destruida. Partiendo desde la incondicionalidad de la defensa del pueblo palestino, como pueblo oprimido ante la ocupación y el apartheid israelí, es que la entendemos, pero no la justificamos en todos sus términos: ni políticos, ni programáticos, ni metodológicos.

Las consecuencias  también son contradictorias: si por un lado, dio pie al frente único pro-sionista entre el Estado de Israel y las potencias occidentales, y a la respuesta desmesurada de Israel que está masacrando en Gaza; por otro lado, este último elemento está generando una fuerte movilización mundial en apoyo al pueblo palestino, a la vez que volvió a reinstalar el tema en el escenario internacional.

Defendemos el derecho a la autodefensa militar del pueblo palestino, aunque no otorgamos ningún apoyo político a Hamas, no compartimos los métodos ni aprobamos el asesinato de civiles.

Nuestra política es la organización y movilización de masas del pueblo palestino, de la población árabe en Medio Oriente, y de los sectores democráticos y progresistas en todo el mundo para parar el genocidio. Pero también apelando a la población israelí que comprenda que “un pueblo opresor no puede ser realmente libre” y enarbole la causa palestina, comenzando por echar al gobierno ultraderechista de Netanyahu y por una solución política al conflicto.

En fin, se reinstaló como nunca luego de varias décadas el debate sobre la causa palestina; es un deber de la izquierda revolucionaria aportar a ese proceso con nuestra política, métodos y programas.

PTS: línea de menor resistencia y doctrinarismo

La Fracción Trotskista, cuyo partido principal es el PTS argentino, sacó una larga declaración el 10 de octubre. En ese momento, ya estaba en marcha la movilización de los aparatos mediáticos del sionismo y los imperialismos occidentales con una inmensa campaña victimizadora del Estado de Israel, y justificativa del bombardeo en curso sobre la Franja de Gaza para exterminar al “terrorismo”. Luego de un largo y pormenorizado relato de los hechos, de una breve caracterización del marco internacional, hay que pasar más del 70% del texto para encontrar la ubicación del PTS frente a lo que estaba ocurriendo: “Defendemos el legítimo derecho del pueblo palestino a defenderse y resistir al Estado genocida de Israel y condenamos toda la hipocresía del imperialismo contra el pueblo palestino, al que acusa de terrorismo, mientras apoya la ocupación israelí”[1].

Acto seguido, declaran: “Sin embargo, la acción militar de las milicias de Hamas, atacando por igual puestos militares y a la población civil, fue fácilmente instrumentalizada por Netanyahu y los Estados imperialistas para intentar legitimar su declaración de guerra. También le ha permitido al gobierno israelí aglutinar a toda la oposición y sectores críticos detrás del apoyo a una ofensiva militar contra la Franja de Gaza. Rechazamos los ataques a la población civil. No compartimos los métodos de Hamas…”.

El PTS confunde dos planos: el de los principios, y el de la política. Si por un lado, su defensa se queda a mitad de camino; por el otro, hace un esfuerzo desproporcionado por distanciarse de Hamas.

Nos explicamos. Luego de los rodeos para llegar a sentar posición, el PTS “defiende” el derecho del pueblo palestino a defenderse. Sin embargo, esta defensa es inconsecuente. Le falta la palabra “incondicional”. Pareciera que el PTS está más preocupado por delimitarse de Hamas (cuestión importante, pero subordinada en este caso) que por brindar un apoyo real al pueblo palestino. ¿A qué se debe esta ausencia? Podría parecer un rebuscado ejercicio de semántica, pero no lo es. A tal punto el PTS entiende el significado, que varios párrafos antes señala que “A nivel mundial, los Estados imperialistas europeos y Estados Unidos que venían cuestionando parcialmente la política de Netanyahu, un aliado de Donald Trump, y su coalición de extrema derecha, se alinearon de forma incondicional con el Estado de Israel, condenando los ataques de Hamas como ‘terrorismo’ y asegurando que Israel tiene todo el ‘derecho a defenderse’. (…) Con su apoyo ‘incondicional’ a Israel, los Estados imperialistas avalan nuevas masacres sobre el pueblo palestino”.

Si, efectivamente, el apoyo de los Estados imperialistas adquiere este nivel de compromiso, ¿qué explica que una organización de la izquierda revolucionaria, la retacee para referirse al pueblo palestino? En este caso, y en nuestra declaración del 9/10[2] lo señalamos desde el título, frente a la inmensa campaña de propaganda montada por el Estado de Israel, que bien describe el especialista en Medio oriente, Gilbert Achcar: “La indecente unanimidad de los gobiernos occidentales a la hora de expresar sin reservas su apoyo incondicional al Estado israelí -en el mismo momento en que éste ya se había embarcado de forma bastante evidente en una campaña de crímenes de guerra contra el pueblo palestino de una magnitud sin precedentes en los 75 años de historia del conflicto regional- ha sido verdaderamente enfermiza. Desde el 7 de octubre, estos gobiernos se han superado mutuamente en este empeño: desde proyectar la bandera israelí en la Puerta de Brandemburgo de Berlín, el Parlamento de Londres, la Torre Eiffel de París y la Casa Blanca de Washington, hasta enviar material militar a Israel, así como desplazar refuerzos navales estadounidenses y británicos al Mediterráneo Oriental en un gesto de solidaridad con el Estado sionista, pasando por prohibir diversas formas de expresión de apoyo político a la causa palestina, cercenando así libertades políticas elementales”[3]. Por la magnitud de la campaña guerrerista de Israel, y por la campaña político-mediática, que se constituyen de manera excepcional en esta coyuntura, es que con más razón hay que decir fuerte y claro, de manera principista “Defensa incondicional de la causa palestina”.

Esta defensa timorata, está vinculado al segundo elemento: inmediatamente salen a despegarse la acción de Hamas. Es evidente que las corrientes socialistas revolucionarias no compartimos nada con Hamas: ni la ideología, ni la política, ni los métodos, ni la estrategia. Pero en este caso, en esta coyuntura excepcional, es un problema subordinado, porque lo principal es el problema de principios de defensa incondicional del pueblo palestino, dirija quien dirija.

Por otro lado, en esta deriva escapatoria, no termina de quedar claro cuál es la posición del PTS sobre la acción del 7 de octubre. Por como lo plantean, parece más bien negarle toda legitimidad, aunque formalmente digan defender el derecho a la resistencia del pueblo palestino. Y aquí hacen una larga disquisición sobre “los medios y los fines”, en discusión con el Partido Obrero. Si bien formalmente, coincidimos con la dialéctica de que todos los medios no son válidos para la obtención de un fin (un criterio general correcto planteado por Trotsky en “Su Moral y la nuestra”), al PTS se le escapa que los medios y los fines actúan en un determinado contexto material que condiciona los mismos. Y las condiciones materiales en las que ocurre la acción de Hamas, son las de un genocidio en cámara lenta, cotidiano, desesperado, y una inmensa presión por parte del pueblo palestino para dar respuesta a esa situación. Estas determinaciones concretas son las que fijan (aunque no mecánicamente) las reglas del juego y los medios para luchar. Y en las condiciones inhumanas de la Franja de Gaza, no está claro qué posibilidades hay para acciones que no tengan elementos de combinación de terrorismo y guerra de guerrillas, como las que le gustaría a la corriente de Bregman. Desde este punto vista, y sin negar en absoluto la necesaria batalla de programas y estrategias, el PTS parece exigir demasiado, por fuera de tiempo y espacio, como quien mira desde la “torre de marfil” socialista. Un doctrinarismo de manual que hace abstracción de las condiciones concretas.

El PTS parece escaparle oportunistamente al terreno concreto de la batalla política. Sólo partiendo de la defensa incondicional del pueblo palestino, es posible hacer una delimitación crítica de Hamas y de la acción del 7 de octubre, que nos guste o no, es la dirección del movimiento de masas y la resistencia palestina en este momento, mientras ocurre una masacre a ojos vista. Descontextualizar esto, en el momento que se plantea que Hamas es una “organización terrorista” para criminalizar a todo el pueblo palestino, es un crimen político.

Esta posición timorata, se vio reflejada también en el debate presidencial. Allí, todos los candidatos (Milei, Massa, Bullrich y Schiaretti), abrieron la ronda de presentación solidarizándose fuertemente con el Estado de Israel. Por el contrario, Myriam Bregman (a quien le tocaba cerrar la ronda) se limitó a decir, sobre el final de su intervención “nos duelen las víctimas civiles, que ocurren en un conflicto que tiene como base la política del Estado de Israel de ocupación y apartheid del pueblo palestino”[4].

Creemos que el PTS refleja una línea de menor resistencia, con un fuerte influjo de la presión de la opinión pública, frente a un tema que corta como un cuchillo a la sociedad, pero que es de principios: la defensa de un pueblo oprimido frente a uno opresor. Y aquí no puede haber lugar para las dudas, vacilaciones y escapatorias.

Partido Obrero: una remera que diga Hamas

El Partido Obrero, por el contrario, se posiciona correctamente en relación a la defensa incondicional de la causa palestina. En su caso, la desubicación ocurre en el terreno de la política y los métodos, cuestión que no deja de ser grave. Es que el Partido Obrero hace un pase de magia para mimetizar la lucha del pueblo palestino con su dirección, en este caso, Hamas. Apoyar al pueblo palestino significaría apoyar su dirección, tout court. En este sentido, pasa con armas y bagajes del terreno de los principios al de la política. “No basta con condenar a Israel como responsable del baño de sangre. Tampoco es suficiente declarar el apoyo a la causa palestina mientras se ponen peros… para reivindicar la acción de Hamas, al cual se le echa flit pretendiendo escudarse en diferencias irreconciliables”[5].

Entre defender al pueblo palestino, y reivindicar la acción de Hamas, creemos que hay un largo trecho. Como explicamos más arriba, no la condenamos, sin embargo es excesivo llevar adelante una reivindicación acrítica. En todo caso, lo que corresponde es entenderla (no justificarla) en el marco de la gravísima situación humanitaria en la que vive el pueblo palestino, particularmente en Gaza. Como señala la activista palestina Rula Shadeed, “sabía ‘que algo iba a ocurrir’. Esperábamos algún tipo de respuesta”, afirma, “porque todos los partidos, incluido Hamas, habían pedido al gobierno israelí que pusiera fin a su agresión, a los ataques contra civiles y contra lugares y edificios religiosos como la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén”[6]. El caldo de cultivo que genera la opresión israelí sobre el pueblo palestino es la principal responsable de esta situación. Y en ese marco se inscribe la acción de Hamas: una respuesta planificada frente a una situación desesperada. Sin embargo, esto está lejos de constituir un “acto revolucionario”, como dice el PO. Si en la forma se presenta como un cuestionamiento a la opresión sionista, en el contenido es importante no perder de vista lo que significa políticamente Hamas, y que su programa y sus métodos no son los de los socialistas revolucionarios; o sea, los de la lucha de clases.

En otro tramo de la nota, sostienen que “Es una obligación revolucionaria elemental apoyar incondicionalmente —es decir, bajo su actual dirección— la guerra de liberación libanesa y palestina”. Aquí es donde el PO se sube insensiblemente al carro de Hamas (y de Hezbollah), confundiendo la defensa con el apoyo a fuerzas que, como ya dijimos, si bien representan a la resistencia palestina, son proyectos políticos reaccionarios. El problema reside en que el apoyo a las “direcciones realmente existentes”, no deja ningún espacio a una política de independencia de clase.

Y si bien, efectivamente, una parte de los destinos del pueblo palestino se está definiendo militarmente en Gaza (la otra, muy importante, en las inmensas movilizaciones y acciones de solidaridad que se están desarrollando en el mundo). Sin embargo, ni siquiera en estos momentos es lícito confundir la urgencia de enfrentar al enemigo sionista de manera unitaria, con la necesidad política y programática de preparar el terreno para una salida de fondo del problema palestino. Y esta es una cuestión que el propio PO reconoce: Hamas pelea por un Estado Islámico, y es incapaz de otorgar una salida progresiva a la situación. Entonces, si no son las corrientes revolucionarias, ¿quién va a pelear por una Palestina laica, democrática y socialista?

El colmo de la adaptación llega al punto de decir “apoyamos a muerte la lucha armada de Hezbollah y Hamas” (!!!!!). Reiteramos: “apoyamos (no defensa) la lucha armada (el método de la guerrilla)”. En esto, hay que reconocer que, a la hora de las posiciones y las polémicas, el PO es frontal. Nadie puede dudar de que a esta afirmación le falte claridad. En todo caso, lo que le falta es socialismo.

El riesgo que se corre aquí es la de tener una ubicación campista, donde no había posibilidades de plantear una política distinta a la existente. El “campismo” funciona con una lógica de “tercero excluido”: hay dos bandos y se opta acríticamente por uno. Esta orientación fue muy característica de la IV Internacional durante la posguerra, y el PO la tuvo recientemente alrededor de la guerra en Ucrania, donde escandalosamente se inclinaron por Putin. Y alertamos contra este peligro porque uno de los rasgos de la situación internacional es la creciente polarización geopolítica. Si Estados Unidos y las potencias occidentales están cerradamente apoyando a Israel, tanto Rusia como China se vienen absteniendo de hacer grandes declaraciones. Esto amén de los lazos que unen a Hamas con las burguesías árabes e iraní. Con el “apoyo a muerte” se puede quedar pegado con cualquiera de estos actores que, sabemos, no plantean ninguna solución de fondo para el pueblo palestino.

Y la cura contra el campismo es aferrarse firmemente al legado profundo del marxismo revolucionario: su programa, su estrategia y sus métodos, no de manera dogmática, sino circunstanciada y concreta. Cuestión que el PO parece ignorar completamente.

Se reabre el debate por Palestina

Si al comienzo de la incursión israelí en Gaza, la campaña mediática era furiosamente sionista, con el devenir de la masacre, la opinión pública ha tendido a equilibrarse con grandes movilizaciones y acciones en el mundo en defensa de Palestina. Las próximas semanas serán muy importantes para evaluar los desarrollos, tanto militares como políticos. Sin embargo, hay una situación inmensamente progresiva: se reabrió, como no se veía hace décadas, la discusión sobre Palestina.

Incluso Biden, Sunat y Macron volvieron a esbozar la solución de “los dos Estados”. Si bien sabemos que es una salida inconducente, es sintomático de que hay una discusión real sobre qué hacer con Palestina.

Desde la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie y el Nuevo MAS creemos que hay que acabar con el Estado de Israel y su política de colonización, apartheid y racismo. Hay que construir una Palestina única, laica, democrática y socialista, donde todas las nacionalidades y religiones puedan convivir en paz.


[1] “Declaración política. Alto a los bombardeos y la intervención militar israelí contra el pueblo palestino”.

[2] “Defensa incondicional de la causa palestina: ¡alto a la agresión del Estado de Israel en la Franja de Gaza!” Declaración de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie, 09/10/23, en izquierdaweb.com.

[3] “Gaza: La catástrofe inminente y la urgencia de detenerla”, Gilbert Achcar, en vientosur.com

[4] No es nuestra intención minimizar la presión del sionismo en los medios de comunicación, y las dificultades en ese momento para transmitir la posición. Solamente, señalamos la “coherencia” del PTS entre los dichos de sus voceros y la declaración de su partido.

[5] “¿Cuál debe ser la posición de la izquierda frente a la estrategia y los métodos de Hamas?”, por Pablo Heller, en prensaobrera.com.

[6] “Tenemos derecho a resistir a la colonización, la ocupación y el apartheid”, entrevista, disponible en izquierdaweb.com.

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