Reacciones de las principales economías mundiales

Los aranceles de Trump: desconcierto en el establishment imperialista internacional

Caída de las bolsas de valores, imposición de aranceles simétricos y amenazas de nuevas restricciones comerciales. Esas son algunas de la reacciones que expresaron los gobiernos de las principales economías del mundo atacadas por la guerra comercial de Trump.

El pasado miércoles (2) Trump finalmente anunció los países que incluyó en su lista de aranceles. Según el presidente norteamericano, su objetivo es terminar con supuestos abusos comerciales que dichos países cometían contra los Estados Unidos.

“Día de la Liberación” fue el nombre pomposo con que el magnate norteamericano denominó al evento. Un mote bastante difícil de digerir, considerando que la principal potencia imperialista es la responsable por oprimir y expoliar a la enorme mayoría de naciones semicoloniales. Además, se tornó absurdo cuando se dieron a conocer las tarifas impuestas a islas habitadas por menos de mil personas o, en algunos casos, habitadas exclusivamente por pingüinos.

En realidad, se trató de todo lo contrario a una “liberación”. Lo que hizo Trump fue declarar una guerra comercial con prácticamente todo el planeta. De acuerdo a la OMC, los aranceles que impuso la Casa Blanca provocarán una contracción del 1% del comercio mundial.

Más grave aún fue el golpe contra la arquitectura comercial que rigió el planeta desde la segunda posguerra, la cual quedó en entredicho en lo venidero. Por ejemplo, ya se comienza a debatir sobre el rol que desempeñará la OMC como ente regulador del comercio global, pues la táctica de Trump es abrir negociaciones bilaterales con cada país para regatear el monto de las tarifas a cambio de concesiones comerciales. Es decir, no tiene interés en validar organismos internacionales multilaterales ni en respetar los acuerdos de libre comercio que suscribió con otros países o bloques regionales.

En la lista de aranceles, por ejemplo, incluyó a muchos aliados históricos de la Casa Blanca, como Gran Bretaña o Japón. Asimismo, fue particularmente duro con la Unión Europea, a la cual impuso un gravamen del 20%, asestando un fuerte golpe a países liderados por figuras de la extrema derecha continental cercanos al presidente norteamericano, como la Italia de Giorgia Meloni o la Hungría de Víktor Orban.

Lo anterior confirma que ingresamos en una nueva etapa internacional, caracterizada por eventos cada vez más disruptivos. Trump es motor y representación de la llegada a un “nuevo mundo”, dentro del cual busca un reordenamiento político, geopolítico y económico.

Este rediseño del orden capitalista internacional no se puede tomar a la ligera, por el contrario, todo apunta que estamos en la antesala de una mayor intensificación de los conflictos inter-imperialistas. La geopolítica del trumpismo refleja un retorno a la lógica de la territorialización imperialista, la cual se contrapone al consenso neoliberal del libre comercio sin restricciones y desterritorializado. Es decir, implica el retorno del Estado y del imperio de la política sobre la economía (ver La geopolítica del trumpismo de Roberto Sáenz).

A continuación, veamos algunas de las reacciones internacionales ante la guerra comercial de Trump.

El mundo de las finanzas en shock

En Europa, las bolsas de valores cayeron entre un 1,3% y un 2%, mientras que el dólar cayó un 2%.

Pero donde más repercutieron los anuncios de Trump fue en los Estados Unidos. Los mercados financieros experimentaron su mayor caída en un mismo día desde la pandemia de Covid-19. Por ejemplo, el índice S&P 500 cayó 3,78%, mientras que el Nasdaq lo hizo en 4,88% y el Dow Jones un 3,10%

Según informaron varios medios, las agencias de calificación también resintieron el impacto de la bomba de aranceles. JP Morgan, por ejemplo, declaró que los montos de las tarifas eran “significativamente superiores al peor escenario realista” que habían previsto. El Deutsche Bank dio en el clavo cuando calificó el “Día de la Liberación” como un momento “único en la vida” que, pronostican, puede reducir el crecimiento de la economía norteamericana entre un 1% y un 1,5% en 2025. Por último, la agencia de calificación crediticia Fitch señaló que la Casa Blanca impuso un “cambio de juego” con repercusiones para la economía mundial.

El dragón asiático muestra los dientes

La economía china fue una de las más castigadas por Donald Trump, algo comprensible porque es su principal competidor por la hegemonía mundial. En su caso, la Casa Blanca le impuso una tarifa del 34%.

Ante eso, inicialmente las autoridades chinas exigieron a Washington que retrocediera con la imposición de los aranceles y se mostró dispuesta a negociar. Pero el espíritu dialoguista rápidamente fue superado por la “ley del Talión”, o sea, “ojo por ojo, arancel por arancel”. Por ello, esta mañana (4) China anunció una represalia simétrica contra los Estados Unidos y, en consecuencia, gravó con un 34% adicional a todos los productos estadounidenses a partir del 10 de abril. También, incluyó diez nuevos metales raros en la lista de productos prohibidos para exportar a los Estados Unidos, algo sensible porque son materia prima para industrias de alta tecnología.

Europa

Desde la segunda posguerra, los Estados Unidos mantuvieron una relación de mucha colaboración con las potencias al otro lado del Atlántico. Pero eso varió sustancialmente con la llegada de Trump a la Casa Blanca, pues desde entonces atacó en varias ocasiones a los países europeos, particularmente por su dependencia en materia de seguridad militar.

Entonces, además de exigirles aumentar su gasto militar en la OTAN, Trump también les impuso un arancel del 20% a los productos provenientes de la Unión Europea.  Las reacciones no se hicieron esperar.

Desde Bruselas, Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se refirió a los aranceles como “un duro golpe a la economía mundial” y alertó que eso fomentará una ola de medidas proteccionistas con gravísimas consecuencias. Por otra parte, declaró que están dispuestos a negociar con el gobierno estadounidense, pero también tienen bajo la manga medidas para responder el ataque comercial (se especula que están diseñando aranceles para afectar las economías de estados republicanos, para presionar a Trump).

Quien se pronunció más tajantemente fue Emmanuel Macron, presidente de Francia, que llamó a las empresas europeas para que suspendieran sus inversiones previstas en los Estados Unidos. También reaccionó el primer ministro, François Bayrou, quien calificó las tarifas como “una catástrofe” que afectará la estabilidad económica global.

En cuanto al gobierno alemán, el jefe de gobierno alemán, el canciller Olaf Scholz declaró que los aranceles son una medida errónea y, además,  señaló que representan un “un ataque contra un orden comercial que ha generado prosperidad en todo el mundo”.

El caso de Italia es muy particular, pues su presidenta, Giorgia Meloni, se consideraba una potencial interlocutora de la UE con la Casa Blanca, dada su cercanía política con el actual presidente estadounidense. Es más, fue la única líder europea que participó del acto de toma de posesión de Trump el 20 de enero pasado.

Por ello, fue tomada totalmente desprevenida cuando se dio a conocer que Italia hacía parte de las economías a las que los norteamericanos impusieron aranceles. Desde la oposición está siendo severamente cuestionada, pues alegan que no preparó nada para afrontar el “tsumani” de sanciones.

De acuerdo a cálculos realizados por el sitio web Pagella Politica, alrededor de un 18% de las empresas exportadoras de Italia y un 17% de los trabajadores de ese sector, afrontar un alto riesgo  por las medidas arancelarias de Trump.

En vista de lo anterior, Meloni tuvo que salir a demarcarse de Trump y declaró que imponer aranceles a la UE es “una medida perjudicial que no beneficia a ninguna de las partes”. Además, aseveró que hará “todo lo posible para alcanzar un acuerdo con Estados Unidos y evitar una guerra comercial que, inevitablemente, debilitará a Occidente en beneficio de otros actores globales”.

Otro caso fue el de Gran Bretaña, cuya economía recibió la tarifa universal del 10%. Su primer ministro, Keir Starmer, indicó que esas tarifas “tendrán un impacto económico significativo tanto a nivel nacional como global”.

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