
El ex juez intercambió mensajes sobre varios procesos aconsejando a Dallagnol y al MPF sobre diversos procedimientos, sugiriendo nuevas operaciones y anticipando decisiones judiciales. Pero, vamos a tratar en esta nota del caso políticamente más relevante que fue la condena y arresto de Lula por corrupción pasiva, lavado de dinero y formación de cuadrilla.
En 2017 Moro cuestionó a Dallagnol sobre la posición del MPF en relación a la petición de la defensa de Lula de anticipar el primer interrogatorio de Lula. En un intercambio de mensajes entre Moro y Dallagnol, el primero habría escrito, «qué historia es esa que ustedes quieren retrasar, ustedes deben estar jugando» y completó: «no tiene nulidad alguna, es sólo un montón de tonterías.» Dallagnol responde que «de nuestra parte, fue un pedido más por estrategia».
La conversación se concluye con la anticipación de Moro de cuál sería la decisión judicial: «todo bien, tranquilo, todavía estoy preparando la decisión pero la tendencia es a rechazar». Es decir, un intercambio de mensajes que revela una voluntad política del juez Moro de acelerar el procesamiento, juicio y condena de Lula, ya que al año siguiente se disputaba la elección presidencial.
Sobre las pruebas para la condena de Lula, las conversaciones demuestran que los miembros del Operativo Lava Jato tienen claridad de que no existían pruebas entre los esquemas de desvíos en Petrobrás y el enriquecimiento de Lula. Según Dallagnol: «Hasta ahora tengo recelo de la conexión entre Petrobrás y el enriquecimiento, y después de que me hablaron… estoy con temor de la historia del departamento… son puntos en los que tenemos que tener las respuestas ajustadas y en la punta de la lengua». En un grupo de discusión de una de las redes sociales que usaba escribe que «la opinión pública es decisiva y es un caso construido con prueba indirecta y palabra de colaboradores contra un ícono que pasó incólumne por el mensalão».
Como no es suficiente, en un mensaje a Moro, Dallagnol dijo que «la denuncia está basada en mucha prueba indirecta de autoría, pero no cabría decir eso en la denuncia y en la comunicación evitamos ese punto». En respuesta, cuando el MPF era cuestionado sobre la fragilidad de las denuncias contra Lula, Moro se solidariza con Dallagnol, afirmando que «definitivamente, las críticas a la exposición de ustedes son desproporcionadas, siga firme». Como podemos ver, ese intercambio de conversaciones, además de ilegal y antiético, demuestra claramente que incluso ante la claridad de agentes de la justicia de la ausencia de pruebas, Lula fue acusado, procesado, condenado y preso.
Pero el armado político no paró en la condena de Lula concretada a finales de 2017 por Moro. El objetivo primordial era imponer la victoria de la derecha en las elecciones de 2018. Como pasó con la autorización (que fue derribada y sólo autorizada nuevamente este año) de un Ministro del STF de que Lula concediera una entrevista al Jornal Folha de São Paulo antes de la primera vuelta de la elección presidencial de 2018, la reacción de los fiscales del MPF fue de extrema indignación ante la posibilidad de que la entrevista pudiera influir en el resultado de las elecciones y acabara resultando elegido Fernando Haddad, el candidato del PT. [1]
Los mensajes entre los miembros del Lava Jato comprueban que el procesamiento, la condena y la detención de Lula respondieron a objetivos políticos. Pero la Lava Jato sólo pudo tener sustentación a partir de la ofensiva reaccionaria iniciada en 2015 que llevó al impeachment de Dilma Rousseff, a la prisión de Lula y a la elección de Bolsonaro. La ofensiva que contó con la participación no sólo del «bonapartismo de toga», sino también de los partidos burgueses tradicionales, del gran empresariado, de los grandes medios de comunicación y de las fuerzas armadas.
A pesar de tener diferencias profundas con Lula y con el PT -su política y ética e incluso sabiendo que su gobierno contribuyó para que esa ofensiva reaccionaria lograra victorias sistemáticas-, nos oponemos firmemente a esa condena.
Su prisión sin pruebas fue un atentado contra la soberanía popular y el derecho democrático del pueblo a decidir quién sería el presidente en las elecciones de 2018. Esa ofensiva reaccionaria es objetiva e impuso una correlación de fuerzas totalmente desfavorable para los trabajadores y para los oprimidos, y las contrarreformas durante el gobierno Temer y la elección de Bolsonaro son parte de eso.
La denuncia del sitio Intercept Brasil, en este momento en que la juventud y la clase trabajadora retoman masivamente sus luchas contra la «reforma» previsional y otros ataques de ese gobierno de ultraderecha, desenmascara totalmente el papel reaccionario que cumple el Lava Jato. Así, la lucha por restablecer la soberanía popular, el derecho democrático del pueblo de decidir y la libertad de Lula gana un nuevo aliento. Pero, al contrario de lo que la burocracia lulista ha hecho, es necesario combinar de forma correcta la bandera de «Lula Libre» con las demás luchas para derrotar los recortes de fondos, la «reforma» previsional, contra Bolsonaro y todas sus políticas ultrareaccionarias.
¡Libertad inmediata para Lula!
¡Abajo la Lava Jato y su bonapartismo!
¡No a la contrarreforma previsional!
¡No a los recortes de fondos de la educación!
¡Huelga general organizada por la base!
¡Fuera Bolsonaro y Mourão! ¡Elecciones Generales ya!
[1] Laura Tessler: «¡Qué chiste! Asco!!! Allí va el tipo a hacer palanca en la cárcel. Un verdadero circo. Y después de Mónica Bergamo, por costumbre, deben venir tantos otros periodistas… y la gente aquí queda sólo haciendo papel de payaso con un Supremo de ese …», Isabel Groba: «Mafiosos!!!!!!!!!!!!» , Tessler: «Que sé yo… pero una conferencia antes de la segunda vuelta puede elegir a Haddad», Athayde Ribeiro Costa: «No tiene fecha, por favor, programar para después de las elecciones, estar cumpliendo la decisión, y si fuerzan antes, desnuda aún más el carácter electoralero «(informaciones en: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2019/06/site-publica-mensajes-que-mostram-colaboraca-entre-moro-e-deltan-na -lava-jato.shtml).