Este sábado (3) se llevó a cabo el concierto gratuito de Lady Gaga en Río de Janeiro, Brasil. La “Ciudad Maravillosa” fue escenario de un evento de masas que, según los organizadores, reunió alrededor de 2,1 millones de personas en la playa de Copacabana.
El espectáculo fue una producción de altísimo nivel. Consistió en una ópera pop dividida en varios actos. Sobre un imponente escenario decorado con fuego y plumas de colores, se desarrolló una historia musical que abordó temáticas como la angustia personal y otras problemáticas sociales contemporáneas.
El show comenzó con “Bloody Mary” y “Abracadabra”. Luego continuó con “Judas”, “Scheiße”, “Garden of Eden” y “Poker Face”. Para la segunda parte, la cantante interpretó varios de los éxitos más sonados de su carrera, como “Perfect Celebrity”, “Disease”, “Paparazzi”, “Alejandro” y “The Beast”.
Aunque el concierto fue impulsado por el Ayuntamiento de Río para dinamizar la economía local en medio de la temporada baja, la significación del evento trascendió los estrechos cálculos económicos de los empresarios y se transformó en una reivindicación de la diversidad sexual que tanto aborrecen los bolsonaristas.
Muestra de lo anterior, fue cuando Lady Gaga se vistió con un traje verde y amarillo en alusión a la bandera brasilera, lo cual fue ovacionado fervorosamente por el público. Así, se metió de lleno en la “batalla cultural” con la extrema derecha local, que, desde el gobierno de Bolsonaro, se apropió de dichos colores y de la camiseta de la selección de futbol nacional.
Ante los ojos de millones de brasileños y del mundo entero, la cantante desafió la supuesta hegemonía del bolsonarismo sobre la bandera y demostró que los “viados” (“maricón” en portugués brasileño) también podían vestir los colores de Brasil. “¡Su libertad, su amor, su alegría, su espíritu es inigualable! Quiero expresar mi amor a la comunidad LGTBQ+. Gracias por enseñarnos tanto”, expresó una emotiva Gaga antes de cantar “Born this way”, una canción que se trasformó en un himno del orgullo.
Los “little monsters”, como se conoce a los fans de la artista, también fueron protagonistas de esta jornada cultural. Desde días antes del show, las calles y playas de Río se llenaron de muestras de amor entre personas del mismo sexo. Un hecho cargado con simbolismo en una ciudad con fuerte presencia de la extrema derecha en la economía y política local. De hecho, fue aquí donde las milicias asesinaron a Marielle Franco en marzo del 2018.
Asimismo, en la previa del concierto se produjo un hecho inesperado y llamativo: el movimiento sincronizado de los cientos de miles de abanicos que se entregaron para combatir el calor (en su mayoría estampados con los colores de la bandera LGTBQ+), provocó una sinfonía de viento que capturó la atención de los asistentes y de la prensa local.
Lo anterior se tornó en material para bromas. Casi de inmediato comenzó a circular un meme del Cristo Redentor con sus ropas y cabellos agitados por la fuerte brisa de los abanicos. A primera vista parece algo banal, pero esta broma tiene un trasfondo: simboliza el poder de la acción colectiva y su capacidad para impactar sobre las estructuras de poder conservadoras, en este caso representadas por un icónico monumento religioso.
Esa sensación de colectividad también fue destacada por la cantante, quien agradeció a sus fans por la multitudinaria concurrencia a lo que describió como un hecho histórico: “Esta noche estamos haciendo historia. Pero nadie hace historia solo. Sin todos ustedes, el increíble pueblo de Brasil, no tendría este momento. ¡Gracias por hacer historia conmigo!”.
Por todo lo anterior, no causa sorpresa que el concierto de Lady Gaga molestara a la extrema derecha y a los sectores más reaccionarios de la sociedad brasilera. Prueba de esto, fue el frustrado plan para realizar un atentado terrorista durante el evento, organizado por un grupo extremista que promueve la homolesbotransfobia y la violencia sexual en las redes. Su objetivo era reclutar jóvenes para explotar pequeñas bombas caseras y lanzar cocteles molotov a lo largo de la playa de Copacabana, con el fin de asesinar personas de la comunidad LGTBQ+.
Asimismo, el expresidente Jair Bolsonaro no perdió la oportunidad para llamar la atención. Por tal motivo, el mismo día del concierto subió a sus redes una fotografía tomada mientras lo operaban hace unos días, en la cual mostraba su estómago abierto y con los intestinos a la vista. Fue un intento patético y asqueroso de desviar la atención del concierto y presentarse como una víctima enferma que es perseguida por el poder judicial de su país.
En conclusión, el concierto de Lady Gaga demostró que en Brasil existe un enorme potencial de lucha para enfrentar a la extrema derecha. Amplios sectores de la juventud no ceden ante los discursos reaccionarios y homofóbicos de los bolsonaristas. Un recordatorio de la importancia de la lucha por los derechos democráticos en la actual etapa de la lucha de clases.