La juventud se manifestó contra el acuerdo porcino con China

La jornada del 25 de agosto tuvo carácter nacional, en más de 40 ciudades de todo el país, cientos de manifestantes se congregaron para oponerse al acuerdo porcino con China. En CABA, la represión no pudo evitar la gran movilización.

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El ¡Ya Basta! Nuevo MAS se hizo presente en decenas de estas concentraciones. En Capital Federal, el epicentro fue la Plaza de Mayo, donde los manifestantes impidieron la detención de tres activistas con una sentada frente al camión policial. Mientras los empresarios del agronegocio y los laboratorios festejan junto con Felipe Solá y Alberto Fernández, la juventud se pronuncia por en defensa de la naturaleza y por un sistema productivo ecológicamente sustentable.

Un movimiento juvenil que enfrenta la represión

En medio de la pandemia y la cuarentena formal, la novedad fue la vuelta de lxs pibxs a las calles, con distanciamiento social y barbijos. La acción se nutrió de activistas independientes y diversas organizaciones contra el acuerdo cuasi-secreto de la Cancillería argentina con China para la producción porcina en granjas de feedlot. Acuerdo que es impulsado por el gobierno de Alberto Fernández en sintonía con su apuesta estratégica de carácter extractivista.

Cientos de jóvenes, activistas y organizaciones contra el cambio climático fueron parte de la jornada con pancartas y carteles que versaron “No al acuerdo con China”, “Nuestra casa está en llamas”, “Basta de ecocidio”, “Basta de falsas soluciones”. Una nutrida columna recorrió la Avenida de Mayo desde la 9 de Julio hacia la Plaza de Mayo donde se leería el documento que planteaba, entre otras cosas,“No podemos aceptar que, en nombre de la reactivación económica o en el altar de las exportaciones, la Argentina se convierta en una factoría de cerdos para China (o para quien sea). Los criaderos industriales de animales ilustran un modelo agroindustrial cruel e insostenible que no sólo genera focos de contaminación en el plano local y regional sino también se convierten en incubadoras de nuevos virus altamente contagiosos y, por ende, en fábricas de nuevas pandemias”.

Una vez apostados en la plaza, se escucharon gritos: dos jóvenes habían sido detenidos. El operativo de las fuerzas represivas fue desproporcionado, con decenas de efectivos de la Policía de la Ciudad y varios camiones. Buscaron atacar el derecho democrático de la movilización, así como otros operativos intentaron amedrentar las movilizaciones por Facundo Castro semanas anteriores.

La reacción de los manifestantes, lejos de ceder a las detenciones injustas, fue la de organizar, primero, una ronda alrededor de las dos compañeras retenidas. Entre aplausos, cánticos y silbidos se logró asestar una primera derrota a la policía: los jóvenes fueron liberadas del cordón policial.

Más tarde, arremetieron nuevamente contra los activistas con camión policial y emboscada mediante y detuvieron tres jóvenes para luego subirlos al móvil. Una vez más, la reacción de los manifestantes puso un freno a la avanzada represiva: se organizó de forma casi espontánea una sentada frente al camión policial, que tenía los detenidos dentro, para impedir que se los lleven. Una actitud profundamente progresiva, solidaria y antirrepresiva; una actitud representativa de la sociedad argentina que tiene una fuerte tradición de lucha en defensa de los Derechos Humanos.

Allí mismo, frente al camión protegido por un cordón policial con escudos en alto, se organizó un acto para exigir la inmediata liberación de los compañeros detenidos. Las palabras se repetían orador tras orador “no nos vamos a ir hasta que suelten a los detenidos”.

Finalmente, se conquistó la libertad de los tres detenidos, un segundo golpe al operativo policial. Nos encontramos ante una acción protagonizada por pibes y pibas que salen a las calles en contra del cambio climático, pero que cuentan con una profunda sensibilidad democrática, en sintonía con la enorme tradición en defensa de los Derechos Humanos que caracteriza a nuestra sociedad. La jornada del 25 de agosto fue una primera experiencia de una juventud que retoma las calles con todos los cuidados sanitarios en medio de la pandemia del COVID19, comienza a cuestionar el modelo productivo capitalista y no se deja amedrentar por la represión.

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