Memoria, Verdad y Justicia

La Iglesia y la dictadura militar

¿Dos caras de una misma moneda o una moneda de dos caras?

Mucha tinta, muchos discursos, mucho se ha hablado y se sigue hablando de la relación Iglesia-dictadura del 76. No solo de la relación histórica, sino de la actual, de las idas y vueltas de declaraciones que son encontradas ¿o “parecen” encontradas?

Dejando a un lado las inclinaciones religiosas de todos/as, las cuales respetamos, la Iglesia católica es un pilar del sistema capitalista mundial. Con sus matices, adecuándose  a los tiempos políticos que corran, siguiéndolos como la sombra al cuerpo, en algunas oportunidades, como la actual, de gran polarización social y política, tienen que afilar el lápiz para intervenir en la agenda cotidiana.

No vamos a meternos en la agenda mundial, ya tenemos bastante con la argentina… Ninguna autoridad eclesiástica, desde el Santo Padre argentino que vive en Roma, hasta el más reciente ordenado sacerdote, está al margen de los vaivenes políticos de nuestro país. Y lo que fue un hecho histórico trascendente, que fue más que un “vaivén”, fue el golpe militar del 76. Y como todo hecho histórico que define aguas, le sigue trayendo dolores de cabeza a la sagrada institución.

Sagrada institución que fue abrazada (y se abrazó) a los “milicos del Proceso” (como eran llamados en ese momento político). Las primeras Madres que salieron a pelear fueron las que se toparon con esa realidad incuestionable “al toque”. El ruido de los portazos que recibieron de las jerarquías eclesiásticas fue tan contundente como el de las máximas autoridades del gobierno y sus lacayos.

Se alineó tan rotundamente que tuvieron que dejar bien en claro que los “rebeldes” que no actuaban en consecuencia no eran de su mismo “palo”. Nos referimos no solo a los curas villeros como el ferozmente represaliado padre Mugica, sino otros que, desde sus feligresías locales, fueron solidarios con víctimas y sus familiares.

A casi 50 años de aquel golpe, sigue corriendo agua bajo el puente. Escaparle al tema fue la variante más utilizada en los últimos años, “lavadas de cara” de todo tipo y color, pero con la llegada al gobierno de uno defensor de la dictadura y su genocidio, el tema volvió a provocar escozor.

Nadie nombra al obispo Christian Von Wernich, único jerarca eclesiástico juzgado y detenido por crímenes de lesa humanidad, pero la visita a genocidas por parte de diputados/as libertarios/as abrió nuevamente la polémica.

Frente al hecho, primero hubo silencio de radio de parte del Vaticano. Después recibió a la religiosa Leoni Duquet, sobrina de una de las monjas francesas de la Iglesia de Santa Cruz, secuestradas y posteriormente asesinadas, operativo en el cual Astiz fue agente de espionaje, disfrazándose de familiar de desaparecido, que se reunían allí. Pero ante la visita de Anita Fernández, hija y nieta de víctimas de la dictadura (su abuela está desaparecida y su madre estuvo secuestrada mientras estaba cursando el embarazo de ella) el Santo Padre tuvo que decir algo.

“Durante la charla privada en la residencia de Santa Marta, el Papa reconoció que estaba al tanto del encuentro entre diputados de La Libertad Avanza con genocidas presos en la cárcel de Ezeiza. Una reunión que el jefe de la iglesia Católica caracterizó como ‘muy peligrosa’ y llamó ‘a cuidar la democracia’.” (Página 12, 9/8/24)

Sabe claramente que, a pesar de visitas, declaraciones, amenazas, la lucha por Memoria, Verdad y Justicia sigue viva y “ardiendo” aún, en Argentina.

Y junto con este encuentro con familiares víctimas, se hacen públicas las declaraciones de un sacerdote, Javier Olivera Ravasi, hijo del represor Jorge Olivera, que está detenido en el penal de Ezeiza. Sin tapujos, está haciendo campaña por la libertad de su padre y el resto de los genocidas. “Que no te lo cuenten” es el título del portal a través del cual hace campaña por una interpretación de la realidad política argentina de los 70, a tono y en sintonía con quienes defienden la acción represiva del gobierno militar y abogan por la libertad de los genocidas presos.

Hasta el momento, no escuchamos ningún comentario de ninguna autoridad de la Iglesia referirse a las declaraciones de este señor. No es solamente un hijo de un genocida (los hay hijos/as desobedientes, además), es un vocero de los reivindicadores y defensores de los brutales atropellos a decenas de miles de trabajadores/as, jóvenes, mujeres, que luchaban contra la brutal explotación y las desigualdades en este sistema capitalista.

¿Ningún jerarca eclesiástico le ha salido a responder y contraponer una posición opuesta a lo que dice este señor?

“El que calla, otorga.” Dice el refrán, pero no solo lo dice el refrán. Fue el silencio cómplice que inundó los despachos eclesiásticos mientras se cometía el genocidio. Sin “menospreciar” a los que actuaron “activamente” en el “campo de batalla”, en las salas de torturas, como lo ha hecho el condenado Christian Von Wernich, entre otros, a los que no les llegó condena alguna.

Con la misma fuerza con que luchamos, y lo seguiremos haciendo fervientemente, por más Memoria, Verdad y Justicia, seguiremos sin parar contra todos los discursos negacionistas, tengan sotana, uniforme militar, sean civiles o disfrazados de “justos”.

Por ese motivo llamamos a repudiar y expulsar de la Cámara de Diputados a los visitantes al penal de Ezeiza, rechazar las declaraciones del sacerdote hijo del represor (y a todo/a el/la que la realice) que hace campaña a todo vapor por la libertad de los genocidas.

Acciones y campaña que están amparadas bajo el ala del gobierno que defiende a rajatabla a los represores y actúa en consecuencia.

¡La movilización en los Tribunales y en las calles continuará por más Memoria, Verdad y Justicia!

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