La Franja Morada y el Rectorado se quedan con la FUBA

El pasado sábado 28/9 se llevó a cabo el Congreso Ordinario de renovación de autoridades de la FUBA. La gran novedad es que luego de 18 años el bloque naranja del autodenominado “reformismo”, la Franja Morada/Nuevo Espacio (junto a sus aliados del PJ y PS) recuperó la conducción de la FUBA tras conseguir los delegados suficientes en las elecciones de las 13 facultades de principios del mes. De esta manera se cierra un ciclo que se había abierto con la recuperación de la Federación al calor del Argentinazo.

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Avance del rectorado y el macrismo

La votación de principio de mes en los 13 centros de estudiantes de la UBA, una elección conservadora donde las fuerzas vinculadas al rectorado de la UBA (una alianza entre radicales y pejotistas) obtuvieron importantes resultados, ya había dejado planteado este escenario. Finalmente, la tarde del sábado se hizo efectiva esa nueva distribución. Sin lugar a dudas, más allá de todos los límites que tenía la FUBA, se trata de un retroceso importante para el movimiento estudiantil que la federación universitaria más grande del país quede en manos del macrismo y el rectorado. Desde ese espacio van a intentar hacer pasar las políticas de ajuste contra la educación pública.

La nueva conducción de la FUBA queda así en manos del bloque que responde al rectorado, encabezado por la Franja Morada/Nuevo Espacio, que ahora conduce 5 centros de estudiantes (Económicas, Medicina, Odontología, Psico y FADU), junto al PS, que integra las listas de Cambiemos en la Ciudad (Derecho) y a listas vinculadas al PJ que conducen otros dos centros (UES-Sociales y MLI-Ingeniería). Todos ellos llegaron a la suma de 70 delegados sobre los 130 totales, haciéndose con la conducción de la FUBA en un Congreso que controlaron de principio a fin. Por detrás quedaron la lista del kirchnerismo con 35 votos, La Izquierda en la UBA, (que integramos desde el Nuevo MAS junto al FIT) con 20 delegados y una ruptura de Nuevo Encuentro, con 5.

 

Un balance necesario

 

Es evidente que una FUBA alineada con el rectorado y el macrismo es un problema grave, especialmente de cara al próximo año en el que vamos a tener que enfrentar el pacto social. Sin embargo, eso no oculta la grave crisis en la que estaba la Federación con la conducción saliente. Luego de 18 años de conducción del PO, primero junto a otros grupos de izquierda como el PCR y el MST, luego con La Mella/Patria Grande y el último año con todo el kirchnerismo, se acumularon graves problemas. El cierre de estos 18 años de conducción supone pensar algunos elementos de balance de esta experiencia. Si bien es cierto que el Argentinazo, al calor del cual se recuperó la FUBA, luego fue reabsorbido, de lo que se trata es de evaluar la lógica con la que el PO mantuvo la Federación todos estos años.

Sin dudas, se trató de una lógica de administrar la FUBA como un aparato, de conservar la estructura tal cual era y poner el centro exclusivamente en mantener la conducción a como dé por la vía de acuerdos electorales cada vez más precarios y llegando a entregar la independencia política al armar la lista común con los K. De esta manera, se perdieron grandes oportunidades (especialmente en los primeros años de la FUBA recuperada, marcados por un ascenso del movimiento estudiantil y una intensa actividad del activismo) para llevarla más allá de sus límites, apelando a alguna forma de participación más directa del estudiantado.

Así, cada vez que hubo posibilidades de desafiar la estructura de la Federación y transformarla, el PO las dilapidó posicionándose de manera conservadora manteniendo lo existente. El planteo era siempre defender el acuerdo de la conducción y no apostar al desborde del movimiento estudiantil[1]. Por lo tanto, lo que importaba no era la movilización y el activismo, sino únicamente garantizar que el PO estuviera en la presidencia, como si eso fuera suficiente. De esa forma se profundizó año a año el vaciamiento de la FUBA, que alejó cada vez más al activismo[2].

Así, la lógica que se instaló era que la única preocupación de la conducción año a año era cómo juntar los delegados para renovar autoridades. Eso llevó a varios años en los que no se pudieron realizar los congresos por no llegar al quórum necesario[3]. El salto más importante se dio a fines de 2018, tras las elecciones estudiantiles, cuando el PO realizó un acuerdo con todo el kirchnerismo presentando una lista común para renovar autoridades de la FUBA. De esta manera, se dio un salto entregando la independencia política de la Federación. Esto mismo se vio confirmado en el último Congreso Extraordinario realizado en mayo, que fue hegemonizado por el kirchnerismo, que llamaba al movimiento estudiantil a confiar en Fernández. Es evidente que la política de alianzas del PO, que ya había pasado un límite muy importante el año pasado, se encontraba en una crisis aún mayor luego del resultado de las PASO que adelantan a Fernández como el próximo presidente: continuar con un frente entre el PO y el kirchnerismo también hubiera sido una contradicción absoluta.

Con el paso de los años empezó a quedar cada vez más lejos la experiencia de haberse sacado de encima a la Franja Morada como burocracia del movimiento estudiantil, lo que permitió que ésta fuera recuperando posiciones en la universidad; por ejemplo, volviendo a facultades donde había sido echada y estaba completamente repudiada. La derrota en el Congreso del último sábado es de esta manera el último paso de este camino en la Federación. Se trata de un efecto retardado de un derrumbe que llevaba acumulados muchos años en los que el PO (y sus diversos aliados a través de los años) en vez de llenar de vida la Federación, la vació y apostó a conservarla como un aparato y no como herramienta útil al movimiento estudiantil.

La conclusión es que sin transformar de fondo a la FUBA (y hubo oportunidades de hacerlo, especialmente en la década del 2000) y manteniendo la estructura tal cual es, cuando llegó un momento de reflujo y una mala elección se terminó perdiendo la Federación. Pero el balance de fondo con la experiencia de conducción del PO es que en cada caso concreto en que hubo posibilidades de desbordar la estructura institucional de la Federación para transformarla, se negó porque era tributario del monopolio de dicha estructura, por lo que el sentido era dirigir a como que de, manteniendo los acuerdos por arriba y no en beneficio del movimiento.

 

La nueva etapa y las tareas del movimiento estudiantil

 

El año que viene estará cargado de desafíos. Existen importantes expectativas con un futuro gobierno de Fernández, incluso de parte de un sector del activismo estudiantil que tomó las facultades en 2018, que confía en que con su gobierno va a mejorar la situación. Pero Alberto Fernández ya lo viene anunciando, va a continuar con el FMI, lo que significa que no va a haber presupuesto para educación y dice que “no es el momento” para la legalización del aborto. Y hace semanas viene insistiendo con el Pacto Social, que buscará que sea una excusa para “no salir a la calle”, tal como viene pidiendo.

Por eso, tendremos que ponernos en pie de lucha para enfrentar el ajuste. Y les estudiantes de la UBA vamos a tener que hacerlo con una Federación que estará de espaldas a todos nuestros reclamos y que va a ser la correa de transmisión al movimiento estudiantil de la política de recortes del rectorado, el próximo gobierno y el macrismo.

Para poder dar todas estas batallas necesitamos organismos democráticos y de lucha que sirvan para darle fuerza a nuestras peleas. Es por eso que desde el ¡Ya Basta! – Nuevo MAS impulsamos Federaciones y Centros de Estudiantes democráticos, activos y con intensa participación desde las bases a través de asambleas y comisiones, que se jueguen por las peleas del movimiento de mujeres y LGBT y por la unidad obrero-estudiantil. Nos jugamos por transformarlos de fondo para que sean una verdadera herramienta del movimiento, que vaya más allá de los límites que tienen hoy en día.

Frente a la nueva conducción de la FUBA tendremos una política implacable para demostrar frente a todo el movimiento estudiantil que se trata de una burocracia que actúa contra nuestros intereses y defiende la política del rectorado. Y también necesitaremos generar una coordinación real entre todo el activismo estudiantil, desde las bases y de manera independiente a la nueva conducción de la Federación, para construir una organización real para les estudiantes de la UBA, en la perspectiva de refundar la FUBA desde las bases para transformarla de manera profunda y ponerla al servicio de las peleas del movimiento estudiantil.

Sumate al ¡Ya Basta! – Nuevo MAS para construir esta alternativa!

 

Juan Pablo Pardo

¡Ya Basta! UBA

 

 

 

[1] Un caso paradigmático fue el Encuentro contra la LES en 2005, que la conducción de ese momento (PO-PCR-MST) rompió de manera escandalosa votando en 5 minutos entre ellos solos las mociones que querían y llevándose el sonido, mientras que los miles de estudiantes que participaban del Encuentro se encontraban discutiendo en las comisiones.

[2] Por ejemplo, el año pasado se tomaron facultades durante semanas y se hicieron masivas movilizaciones. En ese proceso, la FUBA no jugó ningún papel, tal como venía sucediendo hace varios “estudiantazos”.

[3] La Franja aprovechó esta situación para inventar una FUBA paralela el año pasado con un Congreso trucho.

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