Irlanda: triunfo del sí y aprobación del matrimonio igualitario

Guillermo Pessoa

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Oscar Wilde se está riendo en su tumba

 

 

“Oscar Wilde está riendo en su tumba”, dijo el actor británico Stephen Fry, una vez conocido el resultado del referéndum

 

Irlanda, que permitía desde 2011 (cuando recién desde fines de los ochenta, dejó de ser penalizada la homosexualidad) que las parejas gays y lesbianas pudiesen sellar uniones civiles, de forma similar a como ocurre en otros países, sin que se equiparen al matrimonio en derechos o protección a la familia; logró la aprobación de éste mediante el triunfo del “sí” en un referéndum celebrado el fin de semana. Se suma así a la veintena de países del mundo, entre ellos España, Holanda, Suecia, Sudáfrica, Uruguay, Argentina y Brasil, donde el matrimonio homosexual ya es legal.

Como señaló la mayoría de las agencias de noticias europeas: “Unas 60 mil personas se registraron en el padrón específicamente para esta votación. Hubo incluso numerosos jóvenes que viajaron a su país desde el extranjero para poder acudir a las urnas, ya que la legislación local no permite el voto por correo. La afluencia a las urnas (60,5%) fue la más alta desde el referéndum sobre la legalización del divorcio, celebrado en 1995, después del cual se celebraron 20 plebiscitos más. El 62,1 por ciento de las personas que participaron de la consulta vinculante impulsada por organizaciones sociales y apoyada por el gobierno dijo que ‘sí’ al casamiento entre personas del mismo sexo y convirtieron a Irlanda en el primer país en aprobar por esa vía dicha legislación”.

El gobierno conservador del primer ministro católico Enda Kenny tuvo que dar cuenta de las importantes movilizaciones que se venían sucediendo desde hace más de un lustro y no tuvo otra opción que apoyar la aprobación de la ley y elogiar la elevada participación. El llamado a votar por el “sí” de figuras del mundo del espectáculo reconocidas a nivel mundial, como el cantante Bono del grupo U2 o el actor Colin Farrell, también colaboraron para su triunfo. El “sí” tuvo un alto porcentaje de adhesión en ciudades como Dublín, su capital, y fue asimismo importante en las zonas rurales en donde la Iglesia, que combatió enérgicamente la postura a favor de la ley, tiene un peso mayor, pero de todas maneras no pudo impedir que allí venciese también el “sí”.

Para Colm O’Gorman, de Amnistía Internacional, la victoria del “sí” “constituiría un extraordinario mensaje de esperanza a la comunidad homosexual y transexual”. En Twitter, en tanto, personajes de la cultura se congraciaban con los irlandeses: “Irlanda, es ahora moderna y más sincera para con sus conductas sexuales”, fue uno los tuits más repetidos. “Es bello ver un país en el que todos sean tratados de un modo igualitario”, dijo, por su parte, Richard Branson, el dueño de Virgin Group. Aprovechando la fiesta, la senadora independiente Katherine Zappone se dirigió directamente a la televisión pública RTE para pedir a su esposa, Ann Louise Gilligan, casarse. Incluso cientos de personas marcharon a la casa en donde vivió el escritor irlandés Oscar Wilde (1854-1900) en la capital del país, para festejar el triunfo del referéndum. Sucesos todos que grafican la importancia de lo conquistado (y arrancado) mediante la lucha y la movilización.

 

Dos palabras sobre el autor de “Salomé”

 

Como supo escribir Borges: “Oscar Wilde, que era un dandy, pudo referirse mediante sus múltiples máscaras, a muchas cosas sobre las cuales generalmente tenía razón”. De alguna manera el rótulo de “socialista liberal” no hubiera disgustado al dramaturgo irlandés. Ejemplo de ello es su ensayo de 1891 “El alma del socialismo”, en donde aun estando muy lejos de la idea de la lucha de clases y tomando como ejemplo histórico a Jesús, señalaba: “Es inmoral usar la propiedad privada para aliviar los terribles males originados al sustituir la propiedad privada. Es inmoral y también injusto (…) Por otro lado, el socialismo será valioso en sí mismo simplemente porque nos conducirá al individualismo. El socialismo, comunismo o como queramos llamarlo, al convertir la propiedad privada en patrimonio público y reemplazar la competencia por la cooperación, devolverá a la sociedad su adecuada condición de organismo completamente sano y asegurará a cada miembro de la comunidad su bienestar material”.

Para la hipócrita sociedad victoriana en la que éste vivió (Irlanda aún pertenecía al Reino Unido), la homosexualidad era moneda corriente entre su propia clase alta, pero condenada de la “boca para afuera” y presentada como una perversión de los “incultos sectores populares”. A Wilde se le permitían ciertas declaraciones defendiendo la homosexualidad que era vista como un castigo divino, como excepción ante el “artista raro, en pose” que él representaba. Fue también editor de la revista Woman’s World (Mundo femenino). Lo que sí no se le perdonó, fue la defensa del libre uso de su cuerpo que éste realizaría hacia el final de su vida.

Wilde era amigo de lord Alfred Douglas, cuyo padre que sospechaba (con razón) que ambos tenían “un affair”, lo llevó a la justicia británica. El acusado, animado por el hijo del denunciante, le denunció a su vez por calumnias y esgrimió la amoralidad del arte como defensa. El conflicto se resolvió rápidamente con un resultado obvio: el 25 de mayo de 1885 Oscar Wilde fue condenado a dos años de cárcel y trabajos forzados. Durante su estancia en la cárcel, Wilde escribió la extensa carta dirigida a lord Alfred Douglas que lleva por título De profundis en 1897 y el poema La balada de la cárcel de Reading, escritos que quedaron (reiteramos, para la época y la sociedad de ese momento) como manifiestos en defensa de la libertad sexual y una crítica feroz a la “tartufesca” (así la denominaba) moral puritana vigente.

Hasta donde sabemos, lo que es más difícil es hallar una mención concreta suya en relación al matrimonio igualitario. Lógicamente vale lo ya mencionado en relación al marco epocal en que le tocó vivir. Wilde se casó con una mujer con la cual tuvo dos hijos. De todas maneras las pocas referencias al contrato matrimonial son de indiferencia y hasta rechazo, mezclado con humor punzante y corrosivo. Ejemplo de ello es este comentario a una lectura de la última década del siglo XIX:

A pesar de su título alarmante, este libro puede recomendarse calurosamente a todo el mundo (…) Muchos de los matrimonios jóvenes ahora comienzan su vida de casados con una pavorosa colección de escribanías patinadas en oro cubiertas con falsos ónices, o con un perfecto museo de saleros (Reseña a “Cómo ser feliz a pesar de estar casado: un manual para el matrimonio” por un graduado de la Universidad del Matrimonio).

No sabemos si como dijo el comediante Stephen Fry, Wilde efectivamente ríe desde su tumba, pero sí lo hacemos todos aquellos que luchamos por todas las reivindicaciones aun dentro del capitalismo, como la del matrimonio igualitario, amplia libertad sexual, libre uso y disposición del cuerpo, derecho al aborto legal y gratuito, por nombrar sólo algunas de ellas.

 

 

 

 

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