La ruptura comenzó cuando Martín Menem desconoció la designación de Marcela Pagano en la comisión de Juicio Político, dejando ver una interna furiosa en LLA. La reunión de la comisión ya había alcanzado el quórum necesario para proceder.
Por otro lado, Pagano asegura haber contado con el respaldo de Milei para su nominación, aunque Menem insinúa que había otras opciones en consideración. La ausencia de diputados del PRO en la reunión dejó a los libertarios en minoría y abrió la puerta para que el peronismo intentara capitalizar la situación, amenazando con arrebatarles la presidencia de la comisión.
Ante esta presión, los libertarios del lado de Pagano, entre quienes se encontraba el ahora ex-presidente del bloque de diputados de LLA, Oscar Zago, decidieron seguir adelante con el nombramiento de las autoridades, desafiando la autoridad de Menem para suspender la reunión y convocar una nueva. Zago fue luego destituido como presidente de la bancada.
Esta interna aparece justo cuando el oficialismo intenta encaminar la votación de la nueva ley ómnibus. Nunca un gobierno había roto sus filas a tan poco tiempo de ganar las elecciones, menos aún con tantas pretensiones de «llevarse todo puesto». La debilidad política de este grupo de lúmpenes y arribistas está lo suficientemente expuesta. Solamente pueden gobernar porque «la casta» quiere que lo hagan, y les dan gobernabilidad. Lo que es seguro es que esta situación constituye un auténtico mamarracho.