Caminando por el centro de Caracas, nos encontramos con un gran toldo donde celebrarán una ceremonia islámica chiíta, en la histórica Plaza de San Jacinto.
Al lado de la Catedral y de la Plaza Bolívar, vimos unos extraños murales representando el Santuario del Imán Reza Mashhad, otro con las armas que el régimen iraní ha facilitado al ejército venezolano (drones, misiles, tanques), otro a Chávez entre mártires iraníes… Es que el régimen recibe ayuda material de Irán, incluida la gasolina que permite el transporte, y que se vende en dólares como todas las mercancías que circulan. Las armas son para las Fuerzas Armadas, verdadero pilar del régimen.
Nuevos supermercados y otras tiendas de electrodomésticos son propiedades de patronos iraníes, o de otras nacionalidades relacionadas con el régimen. Venden en dólares o bolívares a precios más altos que en los países desarrollados. Las inversiones chinas no han funcionado, pero Venezuela es destino de productos chinos de muy mala calidad.
El salario de los trabajadores es de menos de 4 dólares mensuales; con un “bono de guerra” mensual de unos 40 o 70 dólares para los pensionados y 90 para los trabajadores activos. Es cierto que la tasa de cambio del bolívar con respecto al dólar es más estable que en años anteriores, pero a costa de salarios de hambre y de la destrucción de los servicios públicos como salud, educación, agua corriente, etc. Por ejemplo, en toda Venezuela, camiones cisternas privados toman el agua de los embalses públicos y la venden en dólares a los hogares sedientos. Es un ejemplo de lo que un gobierno represor y corrupto permite (¡mientras sigue hablando de socialismo!).
Hay que hacer colas desde las 5 de la mañana para ver si hay un médico para ser atendido. En caso contrario, hay que pagar en dólares la consulta. Para una cirugía, urgente o no, la familia debe hacer campañas de recolección de dólares durante semanas, mientras el paciente trata de sobrevivir. En las escuelas públicas los alumnos reciben clases solo dos días a la semana.
Es cierto que se nota un repunte económico, hay inversiones en ciertos sectores de la economía. Entre los boliburgueses se habla animadamente de los negocios (inmobiliarios, de aplicaciones), alentados por los salarios más bajos de toda Latinoamérica (y, quizás, del mundo) y por la falta de derechos sociales y democráticos de los trabajadores y el pueblo.
La deuda externa con el Club de Paris, el FMI, China, e incluso Rusia, es enorme.
Ya desde el principio, la corriente Socialismo o Barbarie había analizado el régimen de Chávez como nacionalista burgués. Nunca tocó la propiedad privada, aunque realizó algunas nacionalizaciones. El sucesor de Chávez, Maduro, además de privatizar empresas, hundió los salarios, los servicios públicos y acabó con todas las conquistas acumuladas durante un siglo de luchas de los trabajadores y el pueblo. 7 millones de venezolanos han emigrado estos últimos años, la mayoría en condiciones atroces, de una población activa de 16 millones de trabajadores.
Mientras tanto, en el lado rico de la ciudad, se abren restaurantes gastronómicos para una minoría burguesa muy adinerada que vive a todo lujo. Circulan por la ciudad flamantes autos. Le pertenecen a la alta burocracia del régimen y sus amigos empresarios. Incluso han construido casas lujosas con piscina en los parques nacionales, en las montañas cerca de Caracas o en la selva amazónica. Ni los antiguos gobiernos se habían atrevido a eso. En los pueblos del interior, los niveles de pobreza son alarmantes, la gente directamente pasa hambre y es común la desnutrición de niños.
Un régimen bonapartista represor
Luego de la intentona golpista de 2003, cuando la auto-organización de trabajadores y barrios salvó al régimen, Chávez, con el miedo de todo militar a toda democracia real, para recuperar el control, acabó con toda iniciativa de las bases. Utilizando la excusa del bloqueo o los enemigos del “socialismo”, el régimen de Maduro continuó los métodos dictatoriales acabando con las libertades democráticas. No hay derecho a huelga ni a la protesta social. Entre 2013 y 2023, 120 dirigentes sindicales han sido detenidos. Todos los partidos a la izquierda del régimen están vetados, incluyendo el histórico PC. Nadie cree que el gobierno respetará el resultado de las elecciones en caso de derrota del madurismo. A pesar de la represión, hay protestas de calle, como la de hoy, 22 de julio del 2024, en un sector de Caracas. La población lleva días sin agua.
¿Ganará la ultraderecha proTrump las elecciones presidenciales del 28 de julio?
Muchas encuestadoras serias dan como ganador a Edmundo González. Es un desconocido representante de la candidata vetada por el régimen, María Corina Machado, una suerte de Marine Le Pen o Meloni venezolana. Es amiga de Uribe y miembro de una de las familias burguesas tradicionales más poderosas. En los años que pasaron, su discurso era afín al de Trump, violentamente ultraderechista, pidiendo la intervención de los Estados Unidos. Ahora usa un lenguaje derechista “aggiornado”, con llamados a la paz, a la unidad, etc.
Ella es la que hace campaña actualmente por Edmundo González, que parece realmente tener del 10 al 25% más de votos que Maduro. Su programa son las privatizaciones, sobre todo de la petrolera PDVSA, y la reducción del Estado, como si no hubiera sido ya bastante reducido por el madurismo, que no garantiza ni los servicios públicos esenciales. Maduro ya ha hecho gran parte del trabajo sucio de la patrona Machado.
La población está muy silenciosa en estos días. Hay quienes en la calle pronostican el triunfo de Machado. Pero se evitan las discusiones, quizás por miedo a una confrontación violenta o a la represión. Se comprende que el pueblo venezolano, asfixiado, vote por la alternativa que parezca derrotar al régimen. Pero tampoco hay grandes ilusiones en la burguesa ultraderechista Machado. Predomina la apatía política.
El domingo 28 se vivirá una gran tensión. Maduro vaticina un baño de sangre si pierde las elecciones. La derecha no se quedará tampoco tranquila si pierde las elecciones. Hay rumores que aconsejan comprar comida en más cantidad, si se puede, por si se dan hechos violentos que impidan el abastecimiento.
En medio de la angustia por sobrevivir, solo los niños y los adolescentes ríen en las calles. Venezuela es un país triste. Nosotros seguimos confiando en las nuevas generaciones, que tendrán la fuerza para luchar y que reflexionarán sobre la experiencia vivida con el “socialismo” chavista, para salir del callejón sin salida del capitalismo, ya sea chino, iraní, estadounidense, bolivariano o del país que sea. Y, dadas las circunstancias, nuestra corriente llama a la abstención en los próximos comicios.
Muy buena nota