Empezaron las conversaciones entre bambalinas (o no tanto) sobre el tema del pago de medio aguinaldo de junio. “Abriendo el paraguas la Unión Industrial Argentina (UIA) le solicitó formalmente al Gobierno, a fines de mayo, que extienda el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) hasta junio, contemplando no solo el pago de hasta el 50% del salario sino también todo el medio Sueldo Anual Complementario que se paga durante el sexto mes del año.” (Infogremiales, 5/6/20)
Según el portal del que extrajimos esta cita, se habló no sólo de aguinaldo en 3 cuotas… sino en 6. Casi, casi, como la propuesta de la patronal de Editorial Perfil (pagarlo en enero del 2021).
Después, el que puso el pecho primero fue el Estado nacional y el de la Provincia de Buenos Aires. Y ahí ya nada fue entre bambalinas. Los lamentos patronales y los sollozos burocráticos se multiplicaron. Eso sí, a rigor de verdad, cada uno con estilo propio. No calcan modelos, los repiten con moldes de su propio cuño. Tal vez para desorientarnos… e intentar hacernos creer que no es un plan orquestado desde el Estado y el empresariado para aplicarnos no sólo ya un ajuste, sino recortarnos un derecho adquirido de primer orden.
Además, todos sabemos que con la pérdida del poder adquisitivo del salario, el aguinaldo dejó de ser para nuestros bolsillos un “extra” que nos permitía tener algunos gastos fuera del circuito ordinario de la supervivencia. Se transformó en un “alivio” temporario. Por eso mismo su cobro pasó a ser un punto de referencia importante en la vida cotidiana de todo trabajador.
Su instrumentalización de pago en cuotas con la excusa de la pandemia es un atropello brutal, en los dos sentidos: a nuestros ingresos y a nuestras conquistas.
Una catarata de lágrimas de cocodrilo sin fin
Empezaron los empresarios medianos (CAME), le siguieron los pulpos de la Unión Industrial Argentina. “Todo indica que el aguinaldo se va a pagar en cuotas en el sector privado”, expresó el titular de la organización empresaria Daniel Funes de Rioja el 26 de junio. El mismo día que el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, expresó que desde su cartera no iban a intervenir para regular el pago del aguinaldo, que cada gremio iba a negociar por su cuenta… O sea, le dio vía libre, consentida y acordada, de que el sueldo anual complementario lo podían pagar en cómodas cuotas, como una heladera o un televisor… Con esta “innovación” seguro que no vamos a poder hacer ninguna compra extraordinaria como la de alguno de esos artefactos “lujosos”.
Los dirigentes sindicales también dijeron lo suyo. Sus palabras desde ya que no nos tranquilizaron, pero sí nos dieron la “precisa” de que ya estaba “todo cocinado”.
Si las palabras de la patronal fueron esas, los que salieron al ruedo desde el lado del gremialismo con algunos reclamos “duros”, “durísimos”, no se refirieron al tema, desde ya. Posaron de “combativos” con otros reclamos. El titular de la CGT, Héctor Daer, se acordó que al personal de ATSA (Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina) no le estaban pagando el gasto de transporte de la tarjeta SUBE y presentó un amparo en la justicia. ¡Menos mal! Se ve que no le daban las cuentas…
Le siguió el titular de la UOCRA (Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina), Gerardo Martínez, que se acordó de que los trabajadores también comen, y entonces reclamó por la apertura de fuentes de trabajo que están licitadas y no están puestas en funcionamiento. Un discurso más a favor de las ganancias empresarias que al salario de los trabajadores. Porque no se refirió al cuidado indispensable de su salud si se pusieran en funcionamiento… Ah!, ese no es su rubro. Eso corresponde a las autoridades del Ministerio de Salud… Él se ocupa de otra cosa… Pero se ocupó de hablar del aguinaldo en cuotas. Arrancó diciendo que es un derecho, pero visto la situación… “lo importante es que se pague”. ¡Menos mal! Tuvimos miedo que dijera que era un derecho perimido.
Seguramente ya hubo muchas más declaraciones de este tipo. Y habrá más. Pero los trabajadores, aunque a veces nos “hagamos los sordos”, escuchamos bien y sabemos con “qué bueyes aramos”. Sabemos que tenemos que organizarnos para defender nuestros ingresos y nuestros derechos. Esa es la primera línea que va a enfrentar estos y todos los atropellos, tan brutales como la pandemia misma.