Teoría marxista

Gramsci y el Marx desconocido (VI)

“Se trata de ‘usar’ a Gramsci, no sólo de citarlo.”

Raúl Mordenti

 

“El progreso de la Técnica y de la Ciencia es en la sociedad capitalista  el progreso en el arte de estrujar sudor.”

Vladimir Illich Ulianov, “Lenin”, 1913

Americanismo: ¿crítica radical al Stalinismo?: la atención intensa y prolongada de Gramsci sobre la temática del Americanismo solo puede ser comprendida desde su intento de volver al Marx auténtico y recuperado a la nueva Ortodossia. La genial fórmula gramsciana puede ser esquematizada de la siguiente manera: Taylorismus+Fordismus=Americanismo. Gramsci destaca, sobre la vulgarización economicista y tosca del Dia-Mat, de nuevo la primacía lógica de la producción en el Capitalismo. La Kritik marxiana de la economía política (burguesa), hay que recordarlo, es un doble mandoble: consistía, por una parte, en la consecuente aplicación de la Teoría del Valor-Trabajo al desarrollo capitalista sobre la base de las categorías económicas fetichistas dadas; y, por otra parte, en el desenmascaramiento de esas categorías poniendo de manifiesto su carácter de meras “relaciones de clase y explotación” (en absoluto neutrales) peculiares de un modo de producción determinado, el burgués. La injusticia se concentra en el núcleo de las relaciones de producción y allí se define, desde allí se despliega. Pero Gramsci no solo habla de América (EE.UU.) o de Europa, no solo intenta aplicar las herramientas de la Kritik de Marx a la táctica y estrategia del Partido Comunista italiano, a los problemas del desarrollo capitalista italiano, sino simultáneamente observa negativamente, de reojo, los desarrollos de construcción del Socialismo en Rusia. Paradójicamente, los mecanismos de contratendencia del Capital (que ignoran per definitionem el elemento humano), como el Taylorismo, llegaban importados acríticamente al mismo país de los Soviets, en esas fechas ya bajo el régimen político stalinista maduro. Frederick Winslow Taylor y sus colegas, pioneros en la organización científica del trabajo, mostraron al Capital la forma de reducir el propio trabajo a un control tan estricto y sistemático que, supuestamente, la disciplina del trabajador ya no sería un problema. Se podía anular el carácter revolucionario de la doble valencia de toda fuerza-trabajo. Afirmaron incluso una suerte de “revolución mental” (de conciencia) implícita en su reorganización del trabajo que sentaría toda una época de Pax burguesa (se reduciría cero la intensidad de los desafíos en la producción) y al mismo tiempo, en consonancia, un creciente aumento geométrico de la riqueza nacional. El aspecto decisivo del Taylorismo, en palabras del propio Taylor, fue descrito como “la acumulación deliberada por parte de los empresarios de la gran cantidad de conocimientos tradicionales, que en el pasado estaban en la cabeza de los trabajadores y en sus cualificaciones físicas y destreza, que habían adquirido durante años de experiencia.”[1] Se socavaba el poder del proletariado artesanal, basado en la superioridad de sus conocimientos sobre su trabajo en relación con el patrón, y se estableció un dualismo entre los artesanos que manejaban las máquinas y un continuo de obreros descualificados controlados por un enjambre de capataces y supervisores.

Hubo tres grandes consecuencias para los trabajadores: la primer es el divorcio de los sistemas técnicos y sociales de control de la fábrica; la segunda es que cuanto más racionalizada estaba la empresa, mayor era el caos y la precariedad de la vida del proletariado (desaparecían los privilegios artesanales: valor de la cualificación progresiva, estabilidad de empleo, normas del sindicato de oficio, tarifas estándares); y la tercera que el poder oligopolista de la nueva empresa proporcionaba a ésta una nueva capacidad para administrar los precios (valor de cambio) basándose en el plan capitalista a largo plazo. La contratendencia del capital segmento dentro de la fábrica al proletariado, generó dos tipos de reacciones obreras, dos morfologías en la lucha de clases, que a menudo tendieron a fundirse o cruzarse: una procedía de los amenazados artesanos (generalmente en cuestiones de gerenciamiento de la producción) y la otra de los nuevos peones descualificados y operarios fordistas (generalmente huelgas salariales puras, el salario se transformaba en una variable independiente). Como Gramsci señalaría en sus Quaderni “se crea un tipo nuevo de obrero, monopolizado mediante salarios altos”. Taylor fue la vanguardia articulada y consciente de los esfuerzos contratendenciales de la burguesía más avanzada, junto con el plan, tanto que a mediados de los 1920’s los elementos esenciales de sus propuestas habían sido acogidos favorablemente en casi todas las industrias. El kit básico de estos elementos eran tan sencillos, contrarrevolucionarios como profundos: 1) la planificación y organización centralizada de las sucesivas fases de fabricación; 2) el análisis sistemático de cada operación productiva; 3) la instrucción y supervisión minuciosa de cada trabajador en la realización de su tarea concreta; 4) política salarial cuidadosamente pensada para inducir al obrero a hacer lo que se le decía y ordenaba.[2] Todas estas medidas contratendenciales minaron la autonomía tradicional de la figura obrera del artesano, destruyeron para siempre el sindicalismo basado en oficios, removió la vieja composición de clase e inauguró un nuevo ciclo de luchas en el cual los nuevos obreros-masa deberían crear nuevas formas de confrontación y  subversión.

Lenin “taylorizado”: el inefable Bujarín, incuestionable gran timonel del Marxismo vulgarizado en la época, acompañado política y administrativamente en las sombras por Stalin, decía sin tapujos ya en 1923 que “debemos adicionar el Americanismo al Marxismo”; Stalin en 1924 ya celebraba con euforia la tecnología y el Management del Americanismo (con su disciplina laboral y su división del trabajo) como un punto cardinal en el nuevo Dia-Mat que se estaba codificando. Stalin, ingenioso con los slogans, lo definía como: “impulso revolucionario ruso más la eficiencia americana”, nada menos que este híbrido ideológico sería, de ahora en más, “la esencia del Leninismo en el trabajo del Partido y del Estado”;[3] ya en 1932, hablando del élan vital de todo bolchevique, Stalin exigía su adecuada mezcla con el espíritu práctico americano, llegando a sostener que “tradición en la industria y en la praxis productiva (de EE.UU.) tienen algo más de democratismo, lo que no se puede decir de los viejos países capitalistas de Europa, donde el espíritu señorial de la aristocracia feudal sigue viva.” Y eso que Stalin no conocía los EEUU y ni siquiera leía en inglés.

El Taylorismo incluso había sido traducido a la jerga burocrática, se le denominaba pomposamente como Nauchnaiia organizatsiia truda, o sea: “Organización Científica del Trabajo”, popularmente conocida como NOT. Coherente con su amor por el Americanismo sans phrase, Stalin inauguró una planta de automóviles y camiones Ford en 1929 (importándose planificadores, técnicos y administradores);[4] hasta el viejo anticomunista y antisemita recalcitrante de Henry Ford cambió su postura desconfiada y reaccionaria frente a la URSS.[5] Trotsky recordaba que em esa época la palabra más popular entre el campesinado de la NEP era sin dudas la palabra “Ford”. Muchas fábricas soviéticas fueron construidas por diseñadores e ingenieros norteamericanos. El futuro sistema de explotación “taylorista-stajanovista” del Stalinismo ya había nacido. Incluso en la misma URSS se estableció oficialmente la idea que Henry Ford y sus ideas complementaban de manera perfecta los aportes de Karl Marx.[6] Entre la superestructura naciente del régimen stalinista y el establecimiento de una contratendencia capitalista en la economía se desarrolló un nexo vital y necesario y aparentemente contra natura. Y el consentimiento, gran hallazgo del Gramsci ordinenovista, tesis fundamental que mantuvo hasta el final de su vida, comienza precisamente en la producción, en la fábrica. Pero: ¿qué tenía que decir sobre el Taylorismo el mismo Lenin?

Lenin ya había entrevisto la importancia de esta nueva contratendencia para el nuevo ciclo de acumulación del capital, habiendo criticado al Taylorismo tan temprano como en 1913 en un artículo titulado “El sistema científico de explotación”;[7] nuevamente escribió contra el nuevo régimen en 1914 en otro artículo: ““El sistema Taylor: esclavización del Hombre por la Máquina”.[8] En el primero de ellos reconoce, como lo hará Gramsci más tarde, que el Capitalismo norteamericano está “a la cabeza de todos”, por lo tanto el Americanismo se presenta modelo ideal para las burguesías europeas en cuanto a que consiste en “los últimos métodos de explotación del obrero”. El Taylorismus es definido por Lenin como un sistema de extraccción racional que consiste en “exprimir al obrero hasta extraerle el triple de trabajo en una jornada de la misma duración que antes”, se agotan “despiadadamente sus fuerzas, se succiona con triplicada velocidad cada gota de la energía nerviosa y muscular del esclavo asalariado. ¿Qué el obrero morirá antes? ¡Hay muchos esperando en los portones de la fábrica!”. Lenin parafraseaba el libro original de Taylor y deducía sus consecuencias en la lucha de clases: “el capitalista reduce sus gastos a menos de la mitad. Sus ganancias crecen. ¡La burguesía, entusiasmada, no se cansa de ensalzar a Taylor!”. Conclusión de Lenin: “Máxima explotación según todas las reglas de la Ciencia…”. Al año siguiente volvió sobre la candente cuestión, al parecer por las señales de introducción en el gran industria rusa del Taylorismo. Lenin enfoca su análisis desde el punto de vista de las contratendencias del Capital tal como las entendía Marx en los momentos de crisis y la Ley del valor-trabajo: “la competencia, que se agudiza en forma especial en épocas de crisis… obliga a inventar constantemente infinidad de nuevos medios para reducir el costo de producción. Pero la dominación del Capital convierte esos medios en instrumento para una mayor explotación de los obreros. Uno de esos medios es el sistema Taylor.” El Taylorismo no solo rediseña los métodos de trabajo strictu senso sino a los mismos medios de producción, incluso la misma fábrica se remodela de arriba abajo, ajustándose a esta nueva “aceleración productiva”. Lenin señala que “todos estos colosales perfeccionamientos se introducen en detrimento del obrero, pues conducen a mayor opresión y explotación de éste, y con ello limitan la distribución racional y sensata del trabajo dentro de la fábrica”. El fin del sistema científico de trabajo es claro para Lenin: “el Capital organiza y regula el trabajo dentro de la fábrica con el fin de aumentar la explotación de los obreros, de multiplicar sus ganancias. Pero en el conjunto de la producción social sigue reinando y creciendo el caos que conduce a la crisis…” Lenin en este sentido no clama en el desierto ni esta a contracorriente: era la opinión generalizada en las alas izquierdas de la Socialdemocracia europea anterior a 1914 que el Taylorismo era “la más moderna y despiadada forma de explotación capitalista” inventada hasta el momento.[9] En 1916, en su exilio en Suiza, Lenin tuvo la oportunidad de leer una traducción del libro de Taylor, Shop Management, libros sobre el sistema taylorista y de varios artículos de sus colaboradores (como Frank Gilbreth); Lenin tomará numerosas notas sobre el sistema  taylorista, modificando algunas de sus opiniones anteriores.[10] El Taylorismo en una situación de crisis terminal y quiebra económica como el de la posguerra rusa post-1917, el output industrial era un tercio del de 1913, podía resultar útil en algunos de sus elementos bajo hegemonía socialista para la acumulación primitiva. Las opiniones de Lenin “taylorizado” se verán reflejadas, por ejemplo, en “Las Tareas inmediatas del poder soviético”, del 24 de mayo de 1918, donde señala en el apartado “El aumento de la productividad del trabajo” que “en toda revolución socialista, una vez resuelto el  problema de la conquista del poder por el proletariado y en la medida en que se va cumpliendo en lo fundamental la tarea de expropiar a los expropiadores y aplastar su resistencia, va colocándose necesariamente en primer plano una tarea cardinal: la de crear un tipo de sociedad  superior a la del capitalismo, es decir, la tarea de  aumentar la productividad del trabajo y, en relación con esto (y para esto), dar al trabajo una organización superior”, para subrayar a continuación que “que el proceso de formación de las nuevas  bases de la disciplina laboral sea muy largo… la vanguardia mas consciente del proletariado de Rusia se ha planteado ya la tarea de fortalecer la  disciplina en el trabajo… se debe poner a la  orden del día la aplicación practica y el ensayo de la remuneración por unidad de trabajo realizado el aprovechamiento de lo mucho que hay de científico y progresista en el sistema Taylor.” Sin sonrojarse, anticipando los resultados a los que llegaría en 1921 el asesor taylorista de Trotsky, Keelly, Lenin afirma que “el ruso es un mal trabajador comparado con los de las naciones adelantadas”, por lo que “la tarea que el  Poder soviético debe plantear con toda amplitud al pueblo es la de aprender a trabajar. La ultima palabra el capitalismo en este terreno -el sistema Taylor-, al  igual que todos los progresos del capitalismo, reúne toda la refinada ferocidad de la explotación burguesa  y varias conquistas científicas de sumo valor concernientes al estudio de los movimientos mecánicos durante el trabajo, la supresión de movimientos superfluos y torpes, la adopción de los métodos de trabajo mas racionales, la implantación de los sistemas óptimos de contabilidad y control, etc.” No solo se queda allí, sino anunciando el reinado de Gastev, propone “organizar en Rusia el estudio y la enseñanza del sistema Taylor, su  experimentación y adaptación sistemáticas.” ¿Y si hay resistencias obreras al sistema taylorista-fordista? Lenin afirma que es un parche momentáneo hasta el establecimiento en la conciencia de la emulación socialista: “Al mismo tiempo, y con el propósito de elevar la productividad del trabajo, hay que tener presentes las peculiaridades del periodo de transición del capitalismo al socialismo que reclaman, por un lado, el establecimiento de las bases de la organización  socialista de la emulación y, por otro, la aplicación  de medidas coercitivas para que la consigna de la dictadura del proletariado no quede empañada por una blandenguería del poder proletario en la practica.”[11] Para el Lenin de 1918 el Taylorismo, “propiamente aplicado e inteligentemente aplicado” por la clase obrera misma, muy importante pre-condición que estará ausente en el futuro, aumentaría la eficiencia del trabajo, haciendo crecer el profit que ahora iría a la acumulación socialista. En un discurso ante el primer Congreso del Consejo Superior de Economía Nacional, el Sovnarkhozy, propuso un grado más: endurecimiento de la disciplina laboral y la introducción del pago por piezas (pieces rates) basado en el rendimiento individual, una noción de gestión científica taylorista que no había encontrado amplio apoyo entre los dirigentes sindicales y en la fracción anti-taylorista del partido. Además se complementó con la creación de la figura gerencial del director de fábrica, los futuros “gerentes rojos”, menoscabando y paralizando el control obrero en la producción que se había extendido espontáneamente a lo largo de 1917 y 1918.[12]

Mucho antes León Trotsky se había transformado en uno de los nuevos “conversos” acríticos al Taylorismo como fórmula mágica para recuperar la productividad, sin detenerse en los detalles y las salvaguardas de Lenin; en un fecha tan temprana como mayo de 1919 había contactado con un discípulo de Taylor, un ingeniero y consultor industrial, personaje muy peculiar llamado Royal Keely, al que contrató para aplicar el nuevo método en la URSS. La ortodoxia de Taylor consistía en dos momentos diferenciados, ordenados en secuencias obligatorias e irreversibles, dos caras de la misma moneda: el primero de observación y estudio de las condiciones laborales, del tiempo de trabajo autóctono que descubría los métodos y las herramientas adecuadas, así como el estilo laboral rutinario del obrero promedio. Los trabajos debían ser estudiados, los movimientos analizados y medidos en tiempo (incluso con cinematógrafo), y las experiencias de los trabajadores en el lugar de trabajo (interrupciones, retrasos, pausas involuntarias, períodos de descanso) desconstruidas y disecadas. De aquí se deducía una performance standard local y regional, basada en el análisis del tiempo de trabajo real, en lugar del tradicional método intuitivo de cuánto se espera que produzcan los obreros. Los incentivos, el pago por cumplir el plan de pago por pieza, no comenzaba hasta que no se hubiera establecido científicamente esta performance standard objetiva. Keely pasó dos largos años in situ estudiando las fábricas rusas, la cultura laboral y los métodos de trabajo autóctonos. En su informe final a Trotsky documentó que el 50% del tiempo de trabajo productivo en la industria rusa se perdía por la ética artesanal, holgazanería y simulación, una cifra astronómica, que excedía todos los cálculos promedios de Taylor para la industria norteamericana.[13] Taylor había denunciado  la economía moral de los trabajadores artesanos, su código ético de conducta laboral, calificándola como “Soldiering” (restricción a la producción eficiente). El problema de cómo aumentar la productividad de la mano de obra, las campañas de “racionalización” y las controversias a que daban lugar (acusaciones de Taylorismo y Fordismo, repulsa al trabajo a destajo y resistencia a la creación de una burocracia paralela a una aristocracia obrera) fueron corrientes desde los primeros días de la URSS. Lenin, obligado por la rampante crisis de hambre de 1921, a la que se le sumó una serie de explosivas insurrecciones campesinas (Ucrania, Tambov, Urales, Siberia), huelgas fabriles en las principales ciudades (incluidas Petrogrado y Moscú), coronadas por la rebelión de Kronstadt, enterró definitivamente el Comunismo de Guerra y a un aislado partido bolchevique encerrado en las grandes ciudades.[14] En medio de una ola de arrestos masivos y la implantación de la Ley marcial, el partido bolchevique implanta la NEP como única salida improvisada al desastre. No es casualidad que en plena NEP, en 1922, se produzca la fundación del Instituto Central del Trabajo dirigido por Goltsman y Gastev, el “Taylor ruso”, dedicado al estudio del Taylorismo, llamado “NOT” por su traducción como “Nauchnaya Organizatsiya Truda”. La oposición de izquierda anti-taylorista formó como respuesta crítica un contragrupo dirigido por Kerzhentsev que también  usaba irónicamente las simbólicas iniciales NOT[15]; no es casualidad que al mismo tiempo que se reforzaba la implantación del Taylorismo en 1922, surgieran dos grupos de oposición de inspiración obrera como respuesta: “La Verdad Obrera” de Bagdánov y el “Grupo de Trabajadores” de Miasnikov, que denominaban sarcásticamente a la NEP como “Nueva Explotación del Proletariado”. Entre sus simpatizantes se encontraba David Riazanov, sindicalista, especialista y editor de las obras completas de Marx.[16] Lenin muere en 1924, Trotsky jamás abandonó su entusiasmo por el Taylorismo (y por la militarización de la fuerza de trabajo in toto) incluso hasta poco antes de su forzoso exilio. Pero la paradoja es que el Taylorismo, al que Lenin calificaba como un nuevo grado de sofisticación de la “esclavitud capitalista”, al que pretendía introducir con cautela y salvaguardas como “educador de trabajadores” bajo control obrero, en realidad un nueva vuelta de tuerca en la contratendencia del Capital, se implantaba ahora acríticamente en la Patria del Proletariado, al mismo tiempo que se consolidaba la superestructura del régimen stalinista.


[1] Taylor, Frederick, W.; “Testimony”, en: Scientific Management. Comprising Shop Management. The Principles of Scientifica Management. Testimony before the special House Comitee; Harper & Row, New York, 1947, p. 49.

[2] Taylor, Frederick W.; “Shop Management”, en: Transactions of the American Society of Mechanical Engineers, Nº 24, 1903, pp. 1337-1456.

[3] Stalin, I.; Sochineniia, VI, pp. 187–8, abril-mayo de 1924 (en ruso).

[4] La historia de la introducción del “Americanismo” en la URSS de Bujarin y Stalin en la obra de Thomas P. Hughes: American Genesis: A Century of Invention and Technological Enthusiasm, 1870-1970, capítulo “Lenin, Taylor and Ford”, University of Chicago Press, Chicago, 2004, p. 250 y ss.

[5] Véase: Watts, Steven; The People’s Tycoon: Henry Ford and the American Century; Random House, New York, 2009, p. 345 y ss.

[6] La tesis, aparecida en forma de artículo en 1927 con el título “Marx y Ford”, pertenecía al abanderado de la introducción del Taylorismo capitalista en la URSS, el “trabajador-poeta” y ultra-taylorista Aleksei Gastev, apoyado por Lenin y Trotsky en sus inicios, fue ejecutado por orden de Stalin en 1939. Véase el trabajo de Mark R. Beissinger: Scientific Management, Socialist Discipline and Soviet Power; I. B. Tauris,  London, 1988. Gastev en su exilio político en Francia había trabajado en la fábrica Renault, que había introducido el Taylorismo en la línea de producción con gran resistencia obrera.

[7] En: Pravda, Nº 60, 13 de marzo de 1913, con el pseudónimo “W.”; en español: Lenin; “Un sistema ‘científico’ de máxima explotación”; en: Obras Completas; Tomo XIX, Akal, Madrid, 1977, pp. 195-196.

[8] En: Put Pravdy Nº 35, 13 de marzo de 1914, con el pseudónimo “M. M.”; en español: Lenin; “El sistema Taylor: esclavización del Hombre por la Máquina”; en: Obras Completas; Tomo XXI, Akal, Madrid, 1977, pp. 52-54. Este texto recién se descubrió en 1959 entre los materiales en el Archivo Histórico Central del Estado, en el que la policía zarista reunía las confiscaciones a las agrupaciones políticas.

[9] Véase: Traub, R.; “Lenin and Taylor: the fate of  ‘scientific management’ in the (early) Soviet Union”, en: Telos, Vol. 37, 1978, pp. 82-92.

[10] Sobre Lenin en su exilio político en Suiza: Kudriavtsev, A. S.; Las direcciones de Lenín en Ginebra, Editorial Progreso, Moscú, 1977.

[11] Lenin, V. I.; Obras; Tomo VIII, Progreso, Moscú, 1973, p. 45 y ss.

[12] El primer Congreso del Sovnarkhozy se realizó entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1918, reflejando las preocupaciones por el liderazgo bolchevique entre los trabajadores y el campesinado, la política de nacionalizaciones; se componía de 252 delegados de importantes instituciones soviéticas (VSNKh, Sovnarkom, sindicatos, cooperativas de trabajadores, etc.); la tesis “taylorista” de Lenin (que dejaban de lado el programa bolchevique), defendidas por Miliutin, se enfrentaron a las del ala izquierda, defendidas por Osinski (pseudónimo de Valerián Obolenski), ganando por mayoría la primera (veinticinco a favor, siete en contra, trece abstenciones) contra la posición “antitaylorista” (nueve a favor; doce abstenciones); el alto número de abstenciones, incluso con la presencia magnética de Lenin a favor de una de las tesis, nos habla del desconcierto ideológico en el núcleo bolchevique.

[13] Hughes, T. P. ; American Genesis: A Century of Invention and Technological Enthusiasm, 1870-1970, Viking, New York, 1989, p. 257  y ss. El informe tuvo su efecto disciplinario inmediato: la “simulación laboral” fue castigada en la URSS con duras penas a partir de 1921. Keely fue detenido sin cargos en la URSS cuando intentó salir hacia los EEUU, acusado de espía pasó dos años en un Gulag; finalmente dejó la URSS por presiones diplomáticas y escribió en varias revistas americanas las condiciones laborales desastrosas de la URSS, la explotación a destajo, la falta de alimentos, las carencias de repuestos industriales, la censura generalizada y el poder de la policía secreta.

[14] Véase: Malle, Silvana; The Economic Organization of War Communism 1918-1921; Cambridge University Press, Cambridge, 2002; Lee, Stephen, J.; Lenin and Revolutionary Russia; Routledge, London, 2003, cap 7 “The Bolshevik Regime 1918-1924”, p. 96 y ss.; Avrich, Paul; Kronstadt 1921; Proyección, Buenos Aires, 1973; Getzler, Israel; Kronstadt 1917-1921: The Fate of a Soviet Democracy; Cambridge University Press, Cambridge, 2002; sobre la rebelión de Tambov, la Antonovshchina: Singleton, Seth; “The Tambov Revolt, 1920-1921”; en: Slavic Review 25:3 (September 1966): pp. 497-512; Singleton cita un informe de la CHEKA que contabiliza 118 levantamientos campesinos solamente entre enero y febrero de 1921, p. 499.

[15] Una ironía, ya que not en ruso significa literalmente “echar el bofe”, es decir: esforzarse o trabajar demasiado en hacer una cosa.

[16] Véase: Avrich, Paul; “Bolshevik Opposition to Lenin: G. T. Miasnikov and the Workers’ Group”, en: Russia Review; Vol. 43, 1984; pp. 1-29. Gavril Miasnikov fue juzgado en 1927, exiliado, escapó a Francia, donde trabajó en diversas fábricas, en 1945 fue llevado por la NKVD a la URSS y ejecutado el 16 de noviembre; su figura será rehabilitada en 2004. Sobre Riazanov nos permitimos remitir a nuestro esbozo biográfico: “David Riazanov: Humanista, Editor de Marx, Disidente rojo”, de 2013.

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