Teoría marxista

Gramsci y el Marx desconocido (V)

“Me place ser el ácido corrosivo sobre la imbecilidad.”

Antonio Gramsci, 1917

Pero en la búsqueda de Gramsci de un Marx ya no “rectificado” (como califica negativamente al Marxismo vulgar de Bujarin, el auténtico ideólogo oficial de la URSS entre 1925-1929), de una nueva Ortodossia, de un ritorno a Marx, amplía su área de intereses hacia círculos minoritarios y corrientes no ortodoxas de la nueva izquierda europea, en el Linksradikalismus. La ortodoxia debe ser el ritorno a Marx; la ortodoxia gramsciana no es otra cosa que el retorno a sus orígenes auténticos (“origini autentiche”), o en sus propias palabras: “para encontrar la vía maestra es necesario remontarse a Carlos Marx…” . Hay dos menciones que corroboran esta urgente búsqueda práctico teórica. Un ejemplo que sorprende es que Gramsci estuviera al tanto y participara en el llamado debate sobre la Teoría del Derrumbe (ZusammenbruchsTheorie) en Marx, una profunda discusión sobre la alternativa histórica del Capitalismo: ¿derrumbe objetivo o subjetividad revolucionaria?[1] Queda de esta manera suprimida la imagen reduccionista de la “Gramsciología” académica[2] de un Gramsci puramente moralista, “pensador de la superestructura”. Desde el limitado universo de la cárcel, Gramsci está interesado en la tercera fase de esta discusión metodológico-política, que coincide con el reflujo después de la derrota del movimiento obrero europeo, período que va de 1929 hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Esta fase nuevamente es emblemáticamente expresada por el esclerosamiento de la teoría catastrofista de la IIIº Internacional (la que Gramsci había experimentado en carne propia), por un lado, la “stalinización” in toto de los partidos comunistas europeos, y, finalmente, por el desarrollo y completamiento de la nueva teoría del ciclo económico en el “campo burgués” (en teoría: Keynes, en la práctica: plan Young, etc.).

Ya en el primer cuaderno de 1929-1930, Gramsci señalaba, comentando el optimismo del aparentemente irrefrenable ascenso del Capitalismo en el siglo XIX y el surgimiento de teorías armonicistas o de equilibrio, comentando un artículo del marxista László Rudas sobre Antonio Graziadei.[3] Pero podemos preguntarnos: ¿quién era Graziadei? Se trataba de un economista fundador del PCI, perteneciente al ala derecha de Tasca, y en esa época en pleno revisionismo de la Teoría del Valor marxiana,[4] revisionismo teórico-político por el que había sido expulsado en 1928 del partido. Comentando su posturas, Gramsci escribe que “si no es legítima la reacción de Marx, que con la ‘Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia’ y con el ‘Catastrofismo’, arrojaba mucho agua sobre aquel fuego: hay que ver también hasta qué punto estas corrientes optimistas impidieron un análisis más cuidadoso de las proposiciones de Marx.”[5] La reacción burguesa desde la Teoría del Valor subjetivo de la escuela austriaca (filosóficamente alimentada por el Nietzscheanismo),[6] concluía que existía una contradicción insalvable entre el libro I y el libro III de Das Kapital, cuya base era la antigua y desacreditada Teoría del Valor-Trabajo, ramificándose por todo el sistema marxiano, y convirtiendo en un mito la demostración científica de Marx de la conexión de crisis (el “derrumbe” debido al descenso de la tasa de ganancia por la necesidad de aumento del capital orgánico) en la mismo doble carácter del trabajo. En la misma reproducción simple Marx demostraba la posibilidad latente de la crisis. A este ataque al corazón de la Kritik de Marx le respondieron tanto desde la Socialdemocracia oficial (de la derecha a la izquierda: Bauer, Bernstein, Hilferding, Luxemburg) como desde el POSDR ruso (Lenin, Bujarin), un debate ideológico que duró décadas, atravesó todo el ámbito europeo, y donde, como preveía Gramsci, la original teoría de Marx, su preciosa ortodossia, fue entendida como un “torso incompleto”, colonizada & hegemonizada por tesis extrañas, burguesas, que finalmente se re-traducían en posiciones políticas revisionistas.

Básicamente podrían distinguirse, siguiendo una intuición de Korsch, dos “actitudes” metapolíticas frente a la Teoría del Derrumbe marxiana: 1) la actitud “subjetivista”, correspondiendo a grosso modo con la versión socialdemócrata oficial, propia de teóricos como Hilferding, Kautsky, Bernstein, Lederer, Tarnow y Napthali, incluso con influencia entre los bolcheviques como es el caso de Bujarin; 2) la actitud “objetivista”, representada por la Zusammenbruchstheorie clásica, propia de teóricos como el mismo Korsch, el joven Lukács, Luxemburg, Mattick y Sternberg. Por un lado la actitud “subjetivista” creía que la crisis en el ámbito capitalista podía superarse con medios políticos y administrativos (no solo creían esto los socialdemócratas, sino los programadores y planificadores que trabajaban en la propia URSS), la consecuencia era la completa destrucción de cualquier fundamento objetivo del movimiento de clase proletario; por el otro, la actitud “objetivista”, la otra cara de Jano de la vulgata marxista, aparentemente opuesta a la “subjetivista” aunque comparten muchas premisas, reducía el problema a que solo con la acción activa del proletariado es posible producir el “derrumbe” del sistema, que por sí solo se encuentra en equilibrio y siempre en crecimiento infinito.

Entre las dos existía la posibilidad de una suerte de tercera posición, un Aufheben, que consistía no solo de una recuperación de Marx, sino de entender que la génesis de la conciencia de clase (primer momento hegemónico, el legendario pasaje de la conciencia an-sich a la del für-sich) es resultado de un proceso objetivo, cuya Ley de movimiento no se resuelve ni se refleja en el movimiento de una conciencia abstracta o en una unidad abstracta de conciencia más condiciones, sino que radica en el contexto articulado de las relaciones de producción. El trasfondo estratégico era que si bien el Capitalismo sería abatido sólo a través de la lucha de clase de la clase obrera, una obviedad, no era menos cierto que la lucha de clases no es suficiente por sí misma, no es suficiente la ‘Voluntad’ de abatirlo, sino que se debe demostrar en qué condiciones puede surgir y surge de hecho un “situación revolucionaria” (crisis, posibilidad del derrumbe) de este tipo, en forma objetiva. El debate entre subjetivistas y objetivistas, dentro del campo de los marxistas oficiales, había eliminado la vital conexión, establecida por Marx, entre Kritik de la Economía Política y la Teoría de la Revolución, y un elemento fundamental de esta conexión era precisamente, como lo subraya Gramsci, la Darstellung dialéctica. Era esta relación la que Gramsci encontraba entre la ideología del Lorianismo (el socialista Achille Loria como representante nacional del Positivismo más vulgar y acrítico) y la revisión de la Teoría del Valor de Marx por un comunista en apariencia “ortodoxo” como Graziadei. Loria había sido ya atacado sin piedad por el mismo Engels en el prólogo de 1894 al tercer volumen de Das Kapital,[7] señalando que había malinterpretado a Marx, que jamás le había comprendido y que era un “charlatán de feria” y un “aventurero literario”. En su informe sobre el estado de la cuestión de la recepción de Das Kapital, Engels le dedica un párrafo a Loria, acusándolo de falsear la biografía de Marx, así como su actividad pública, política y literaria, y que su gran objetivo era “falsear y tergiversar la concepción materialista marxiana de la Historia.” Igual que los revisionistas a los que se enfrenta Gramsci, algunos incluso “comunistas” de partido, Loria señalaba que la teoría marxiana del Plusvalor era totalmente incompatible con el hecho de la tasa general y uniforme de la ganancia, con lo que erosionaba la Ley de la baja tendencial y la posibilidad objetiva de crisis. Acusando a Marx de “paralogista”, “sofista”, Engels concluía que Loria no habia ni siquiera comprendido la Teoría del Valorde Marx, ni siquiera la escolar diferencia entre Ganancia y Plusvalor.[8]

En el Quaderno 7 (VII),[9] Gramsci retorna sobre el problema de “establecer” de nuevo a Marx. Y vuelve sobre el tema de la Zusammenbruchstheorie y la incomprensión de la vulgata y los críticos burgueses del nexo entre el libro I y el III. Recordemos que la sección tercera del libro tercero de Das Kapital se titula “Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia (en el desarrollo de la producción capitalista)” y consta de tres capítulos, XVII, “La Ley en cuanto tal”; XIV, “Causas contrarestantes” y XV, “Desarrollo de las contradicciones internas de la Ley”. En un razonamiento bastante lineal y claro, recordemos que fue “editado” póstumamente por Engels, Marx afirma que la modificación gradual en la composición del Capital constante, tiene “necesariamente por resultado una baja gradual en la tasa general de ganancia, si se mantienen constantes la tasa de plusvalor o el grado de explotación del Trabajo por parte del Capital”, si entendemos como una Ley del Modo Capitalista de Producción que “con su desarrollo, se opera una disminución relativa del Capital variable en relación con el Capital constante… esto solo significa que el mismo número de obreros, la misma cantidad de Fuerza de Trabajo tornada disponible por un Capital variable de volumen de valor dado, pone en movimiento, elabora, consume productivamente, como consecuencia de los métodos de producción peculiares que se desarrollan dentro de la producción capitalista, una masa constantemente creciente de medios de trabajo, maquinaria y Capital fijo de toda índole, materias primas y auxiliares, en el mismo lapso, y por consiguiente también, un Capital constante de volumen en permanente crecimiento.”[10] No es casualidad la sensibilidad de Gramsci, en estos años de re-elaboración crítica de la mayoría de sus categorías, con respecto a esta fundamental Gesetz marxiana. Para Marx (y Gramsci) la Ley de la baja tendencial… “es uno de los más decisivos fenómenos de la producción moderna”, y dirá que “es ésta, en todo respecto, la Ley más importante de la moderna Economía Política y la esencial para comprender las relaciones más dificultosas. Es, desde el punto de vista histórico, la Ley más importante. Es una Ley que, pese a su simplicidad, hasta ahora nunca ha sido comprendida y. menos aún, expresada conscientemente”.[11] Para Marx esto demostraba que “a partir de cierto momento el desenvolvimiento de las Fuerzas Productivas se vuelve un obstáculo para el Capital; por tanto la relación del Capital se torna una barrera para el desarrollo de las Fuerzas productivas del trabajo.”[12] En el desenvolvimiento de las Fuerzas Productivas motivado por el Capital mismo, llegado a cierto punto de su evolución histórica, una vez llegado a cierto punto, anula la autovalorización del Capital en lugar de ponerla, llegado a este punto el Capital “hará todos los esfuerzos a esta mengua de la proporción entre el Trabajo vivo y la magnitud del Capital en general, y por tanto también entre el Plusvalor, cuando está expresado como Ganancia, y el Capital presupuesto, reduciendo la parte que le toca al Trabajo necesario y expandiendo aún más la cantidad de Plustrabajo con respecto a todo el Trabajo empleado.” La conclusión es la misma posibilidad de una situación revolucionaria: “de ahí que el máximo desarrollo de la fuerza productiva, junto con la expansión máxima de la riqueza existente, coincida con la Depresión del Capital, la degradación del obrero y la postración más absoluta de sus fuerzas vitales.” No resulta extraña este interés (eminentemente metapolítico) de Gramsci por esta Ley tendencial fundamental en la arquitectura marxiana, buscaba respuestas a las contratendencias del Capital a la crisis y a la iniciativa obrera en Europa, contratendencias que etiquetará en los Quaderni bajo las categorías de Americanismo y Fordismo, expresiones paradigmáticas del pensamiento carcelario de Gramsci. Quizá como respuesta tardía a sus propios errores y aporias teóricas en su concepción de la naturaleza del Fascismo italiano.


[1] En español existe una excelente compilación y estado del debate, edición a cargo de Lucio Colletti: El Marxismo y el ‘derrumbre” del Capitalismo; Siglo XXI, México, 1978.

[2] Uso el término de manera peyorativa, refiriéndome a los usos académicos y usuarios políticos de Gramsci que separan de manera radical su teoría política de su práctica política y de su metodología materialista, lo hacen bien como una maniobra ideológica consciente, o simplemente van al deriva en esa dirección, siguiendo distintos parámetros disciplinarios e institucionales externos. El déficit interpretativo sobre el Gramsci auténtico es: 1) filológico; 2) de situación hermeneútica (no hay que leer a Gramsci como un “autor”, como un “crítico-crítico”); 3) de valencia política (se debe reconducir su pensamiento al contexto material de lucha política primordial).

[3] Se trata de: “Graziadei—ein Okonom und Kommunist von Gottes Gnaden,” (Graziadei: un economista y comunista por la gracia de Dios), en: Unter dem Banner des Marxismus, enero, 1926 (I, 3), pp. 600-31. Rudas fue uno de los críticos de las tesis del joven Lukács.

[4] Ataque de reacción ante la publicación del tomo III de Das Kapital, iniciado en 1896 por el teórico marginalista austríaco Böhm-Bawerk; las tesis de Graziadei se resume en su obra: La teoria del valore. L’impostazione del problema, i suoi rapporti col sovraprodotto, gli errori di Marx, Edizioni dell’ANS-Problemi del lavoro, Milano, 1935.

[5] Quaderno 1 (XVI) , fragmento 64, “Lorianismo y Graziadei”.

[6] Véase el debate iniciado por el artículo de Corey Robin, “Nietzsche’s Marginal Children”; en: The Nation (27 May 2013), pp. 27–36.

[7] Véase: G. M. Bravo, “Friedrich Engels und Achille Loria”; en: Friedrich Engels, 1820—1970, Forschungsinstitut der Friedrich Ebert-Stiftung, Vol. 85, 1971, pp. 175—188.

[8] Marx, Karl; Das Kapital; Band III, Ullstein, Frankfurt-Berlin, 1980, p. 20; en español: El Capital; Tomo III, Vol. 6, Siglo XXI, México, 1984, p. 20.

[9] Fragmento 34, titulado “Tendencia decreciente de la tasa de ganancia”.

[10] Marx, Karl; Das Kapital; Band III, Ullstein, Frankfurt-Berlin, 1980, p. 200; en español: El Capital; Tomo III, Vol. 6, Siglo XXI, México, 1984, p. 270.

[11] “Es ist dies in jeder Beziehung das wichtigste Gesetz der modernen politischen Ökonomie und das wesentlichste, um die schwierigsten Verhältnisse zu verstehn. Es ist vom historischen Standpunkt aus das wichtigste Gesetz.”

[12] Marx, Karl; Elementos fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse). 1857-1858; Tomo II, Siglo XXI, México, 1977, p. 281 y ss.

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