El juicio a las Juntas lo premió con la absolución. Tal vez como premio a su actuación “heroica” en la guerra de Malvinas, la guerra “que no quería ganar”, como explica bien este artículo.
Pero a pesar de ese reconocimiento a su labor al frente del II Cuerpo de Ejército y posteriormente de la Junta Militar que gobernara el país, le llegaron las condenas por su rol activo en el genocidio. Tardías e insuficientes, pero ni el general de la guerra de Malvinas zafó de la lucha por el juicio y castigo a los genocidas.
En primer lugar, en 1986 se enfrentó a un juicio por su rol al frente de la guerra de Malvinas, condenado bajo el cargo de culpable de negligencias y otras faltas a 12 años de prisión, así como también se le quitó su cargo militar. Pero Menem lo premió con el indulto en 1990, así como le restituyó su rango en el Ejército.
Todo parecía andar sobre rieles para el general, hasta que la aglomeración de denuncias en su contra lo pusieron otra vez contra las cuerdas.
Algunas fueron desde el exterior, en marzo de 1997, por la desaparición y asesinato de ciudadanos españoles. También la justicia italiana lo denunció por delitos de lesa humanidad. Las otras llovieron desde la ciudad de Rosario y aledaños, donde el general que había prometido “100 años nuevos de paz”, fue “inundado” por denuncias de torturas, desaparición, secuestro de menores, crímenes de lesa humanidad por parte de sobrevivientes y familiares. Algunas fuentes hablan de 1.800 detenciones ilegales entre febrero de 1977 y marzo de 1979 en el Gran Rosario; otras, realizadas en 1984, de 2.000 víctimas y 400 desaparecidos sólo en la ciudad de Rosario. 700 personas estuvieron en las cárceles a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, o sea, eran liberados cuando la Junta lo decidía.
Para el “héroe de Malvinas” era una minucia…
“En toda guerra mueren inocentes, como sucedió con los bombardeos sobre Alemania”, fue una de sus declaraciones frente a su actuación genocida, efectuada frente al ex cónsul español en Rosario, Vicente Montesinos, cuando estaba al frente del II Cuerpo del Ejército.
La lucha de familiares, sobrevivientes, organismos y luchadores/as por los derechos humanos, llegaron a lograr un “parche” en el tardío proceso de justicia por las aberraciones cometidas. El Juzgado N° 5 de la Audiencia Nacional española decretó en marzo de 1997 la orden de prisión provisional incondicional por los delitos cometidos, cursando una orden de captura internacional y solicitud de extradición.
El julio de 2002, la justicia argentina no tuvo más remedio que “hacer algo” al respecto de la catarata que llegó a los tribunales y el juez Claudio Bonadio ordenó su procesamiento y arresto domiciliario como prisión preventiva, al reabrir las causas en las que estaba involucrado. El general falleció al año siguiente.
A pesar de lo tardía de la condena, el general pasó sus últimos años yendo de juzgado en juzgado y en su prisión domiciliaria tuvo que soportar los múltiples escraches tanto de soldados ex combatientes de Malvinas como de familiares y víctimas de delitos de lesa humanidad.
Hoy como ayer, es una lucha que continúa. La Plaza de Mayo del 24 de Marzo lo demostró y las nuevas generaciones lo mantienen en primera fila. Otros “héroes” y cómplices civiles y eclesiásticos de la dictadura tampoco saldrán impunes de sus responsabilidades en el genocidio.
¡Nunca Más!