
La décima jornada de movilizaciones masivas transcurre este martes en Francia con una nueva convocatoria de los sindicatos en rechazo a la Reforma Previsional de Macron. Con casi medio millón de personas movilizadas en París, la movilización podría acercarse al millón en toda Francia, como ocurrió el jueves 16 de marzo, día en que el gobierno decretara la aprobación unilateral del aumento de la edad jubilatoria.
El país de la Revolución Francesa está dominado por la movilización y la rabia popular desde hace 10 días. Tras el decreto antidemocrático de Macron, una interminable oleada de marchas recorre el país. La mayoría de la dirección burocrática de los sindicatos busca una salida pactada al conflicto. Phillipe Martínez, Secretario General saliente de la CGT francesa, propuso en las últimas horas una reunión de mediadores entre los sindicatos y el gobierno.
Pero Macron rechazó la propuesta. «El gobierno no necesita mediadores» dijeron sus voceros. El presidente aclaró que no rechaza negociar con los sindicatos pero que cancelar la reforma no está entre las posibilidades. ¿Qué podría negociarse entonces?
Macron dejó las cosas en claro. Su única intención en el contexto actual es saldar el conflicto con los métodos de un Bonaparte: a pura represión. Para eso desplegó este martes unos 13.000 gendarmes y policías adicionales en todo el país. 5.500 de ellos sólo en la capital, epicentro de las movilizaciones.
Escenas de brutalidad policial se viralizaron en las redes sociales durante toda la última semana. Al menos 500 personas fueron detenidas y el último sábado un manifestante quedó en estado de coma tras una feroz represión en Saint Soline. En esa localidad del interior del país, unas 25.000 personas se movilizaron con reclamos ecologistas durante el fin de semana. Tal parece que la rebelión contra la reforma previsional está masificando también otras reivindicaciones.
Organizaciones de derechos humanos y ONGs como Amnistía Internacional alertaron sobre la brutalidad policial que el gobierno niega. La manipulación de los datos por parte de las autoridades es alevosa. Según el gobierno, sólo 7 manifestantes fueron heridos en Saint Soline. Pero los protestantes elevan esa cifra a más de 200 y declararon que 10 de ellos fueron internados de urgencia.
Macron y su Gabinete esperan desactivar la bomba social a punta de pistola. Pero el plan no parece estar funcionando. A pesar de que el gobierno y sus medios afines anunciaron un «descenso en la masividad de las movilizaciones» se espera que hasta 900.000 personas marchen este martes en toda Francia. En Nantes, una ciudad con sólo 300.000 habitantes, las movilizaciones se nutrieron de 60.000 personas. Es decir que una quinta parte de la población se movilizó.
«Hay una voluntad por parte de algunos de crear un clima insurreccional, pero no estamos en la insurrección», dijo a los medios Laurent Nunez, prefecto de la policía parisina. «Policías, gendarmes y bomberos están presentes para mantener el orden republicano». Tal parece que el orden republicano de Macron y la policía es uno de represión y brutalidad contra la voluntad popular.
A pesar de su pose de firmeza, el gobierno de Macron podría estar perdiendo la medida de los acontecimientos. Los cánticos que recordaban el guillotinamiento de Luis XVI y le advertían a Macron sobre su destino sí que crearon un clima insurrecional en las calles de París.
La popularidad del presidente cayó en esta semana por debajo del 30%, lejos del primer lugar en los sondeos. El decreto que aprobaba unilateralmente la reforma previsional permanece a la espera de la aprobación del Tribunal Superior francés hasta la última semana de abril. Pero las balas de goma y los gases lacrimógenos no están logrando convencer a nadie de su aprobación. Por el contrario, los trabajadores y jóvenes franceses continúan movilizándose a pesar de las amenazas de represión.