Los días 7 y 28 de junio el Banco Central había llevado a Ezeiza mediante la empresa transportadora Loomis y de allí a Inglaterra en un vuelo de British Airways oro con valor de 450 millones de dólares, como habían verificado desde el gremio.
La entrega de reservas tiene su origen en la desesperación del gobierno nacional por hacerse de fondos, sobre todo teniendo en cuenta los cuantiosos vencimientos de deuda del año que viene, que según el Estudio Broda treparían a 17.500 millones de dólares (incluye capital e interés, el FMI, los Bonos del Canje de 2010 del Tesoro y el Bopreal del BCRA).
No dejó de llamar la atención el anuncio que los vencimientos de deuda de enero (5.000 millones de dólares) ya tendrían garantizado su pago, dado lo que falta de tiempo y que es apenas un parte de todas las deudas que tiene acumuladas este gobierno. De hecho, gran parte del famoso superávit fiscal del que se jactan el tándem Milei-Caputo se basa en el incumplimiento de pagos a proveedores y a las empresas generadoras eléctricas y productoras de gas del sector privado.
Pensaban utilizar el recurso del Repo como forma de conseguir liquidez en dólares para poder afrontar esos vencimientos. Para que el lector entienda, un Repo (en inglés repurchase agreement, acuerdo de recompra) es una operación financiera que consiste en la compra/venta de valores (que pueden ser bonos, letras o como en este caso un activo como el oro) con el acuerdo de recomprarlos/ revenderlos en un tiempo determinado a un precio determinado. Para hacerla más fácil aun, un Repo es como empeñar unas joyas de la abuela que se entregan a cambio de dinero que sirva para afrontar deudas. En este caso, oro para recibir dólares.
El problema es que luego, a muy corto plazo, hay que devolver ese dinero que se recibió para recuperar las joyas (entregar los dólares para volver a tener el oro). Si uno no llegó a juntar ese dinero (los dólares), la casa de empeño (en este caso, un banco internacional) se queda con las joyas de la abuela (el oro de nuestro país). Es decir, en buen criollo, que lo que Milei y Caputo pretenden hacer es canjear oro de las reservas por dólares para poder pagar intereses de la deuda externa.
Y con esto demuestran que hoy no cuentan con las divisas correspondientes para hacer frente a esos vencimientos y que el gobierno de Javier Milei está desesperado en la búsqueda de acceso al crédito. En lo que va de su gestión, el gobierno nacional no consiguió dinero de organismos multilaterales ni tuvo éxito en su política de «blanqueo de capitales» para atraer fondos desde el exterior.
Esta maniobra no es más que un intento desesperado de demostrar solvencia a los acreedores externos. Y es una maniobra que puede salir muy cara. Mientras la mayoría de los grandes fondos de inversión y los países imperialistas buscan tener reservas en oro, Milei descapitaliza al país entregándolo. En contextos de inestabilidad de las monedas, el oro sigue siendo una de las reservas más estables de valor. Algunos economistas hasta hablan de la necesidad de volver al patrón oro… Y Milei entrega el oro argentino por dólares que se van más rápido que promesas electorales. Es hambre para hoy y mucha más hambre para mañana. Es una entrega escandalosa del futuro.
Según Milei (ojo que siempre hay que tomar con pinzas lo que dice, ya que es especialista en anunciar inversiones y llegadas de fondos que no existen):
“Ya tenemos armado las repo para el año que viene por si queremos salir al mercado y no tenemos para refinanciar, tenemos las repo para cubrir. O sea que pagamos como sea. Inexorablemente la tasa de interés se derrumbará cuando se vea que soy solvente. La plata de los intereses ya la deposité y la del capital sino la puedo rollear tengo abrochado los repo”.
El “pagamos como sea” en boca de Milei es inexorablemente una definición que quien va a pagar es el pueblo trabajador con más ajuste.
Era obvio: riesgo de embargo del oro
Bainbridge Fund, que tenía en su poder deuda que entró en default en 2001, se lo quiere quedar. Era obvio, es saqueo. El fondo buitre tenía en su poder bonos de deuda que entraron en default en el 2001 y nunca entraron en ninguno de los canjeos de deuda posteriores, intentando quedarse con toda la suma nominal de deuda pese a haber comprado los bonos por mucho menos. El oro de las reservas corre riesgo real de ser perdido para el Estado nacional.
El ex vicepresidente del Banco Central, José Carrera, manifestó esta preocupación al sostener que «llevar las reservas de oro de Argentina a otra jurisdicción como el Reino Unido o Estados Unidos requiere que quien tomó la decisión esté bien seguro que no hay riesgo de embargo. Porque hay algunos juicios abiertos en esa jurisdicción y otras jurisdicciones. Recuérdese el tema con las reservas en oro de Venezuela en el Reino Unido que, crease o no, se le asignaron al llamado gobierno legítimo de Juan Guaidó o el tema con los 300.000 millones de Rusia en la UE. O el embargo al BCRA en sus tenencias en la Fed de Nueva York por varios millones de dólares que tardó bastante tiempo en que el BCRA logrará recuperarlas».
Al borde del abismo
Todas estas jugadas financieras de riesgo más las declaraciones rimbombantes permanentes de Milei (“pagamos como sea”, “cero pánico”), Caputo (“la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos”) o Sturzenegger (nuevo Ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina) no hacen más que demostrar que, al contrario de lo que ellos sostienen, el gobierno no tiene la liquidez para hacer pago al vencimiento de deuda del 2025.
Por eso intentaron, en el mayor de los secretos, sacar parte del oro de las reservas para empeñarlo. Por eso depositaron anticipadamente parte de los vencimientos de deuda de enero del 2015 (la parte de intereses), como intento fatuo de demostrar solvencia. Por eso Sturzenegger fue nombrado ministro, para recortar aún más el Estado, privatizar empresas públicas y vender todos los bienes estatales posibles como forma de recaudar. Que luego de la aprobación de la Ley Bases el riesgo país supere los 1550 puntos y que el dólar paralelo (blue) no baje de $1400 muestra que el “mercado” no cree que el gobierno tenga la solvencia fiscal declamada.