En ese sentido, son ilustrativas de la coyuntura y de la mentalidad política de millones de personas: sirven para mostrar qué tiene la gente en la cabeza en el momento actual. Además, los resultados en cada país tienden a influir las posteriores elecciones nacionales de cada uno: el ascenso o descenso electoral de ciertos partidos se toma como indicador de lo que podría ocurrir a la hora de votar gobiernos, etc.
Las elecciones europeas y el “Brexit”
Un primer elemento a señalar es que estas elecciones europeas están cruzadas por un gran foco de conflicto e incertidumbre: la crisis política del Reino Unido alrededor de la cuestión del “Brexit”. Dado que el Reino Unido había manifestado su intención de retirarse de la Unión Europea, inicialmente su gobierno pretendía no participar de las elecciones europeas. Pero el propio “Brexit” entró en crisis y no llegó a materializarse, por falta de acuerdo -al interior del parlamento británico- acerca de los términos en los que se debía llevar a cabo. Por esa razón el RU estaría obligado a participar finalmente de las elecciones europeas.
De esta manera, las elecciones al Parlamento de la UE se transforman en un nuevo factor de crisis para el Reino Unido, ya que los sectores más “euroescépticos” de dicho país consideran que participar de dichas elecciones es una traición al “Brexit” (y por ende, al resultado del voto popular del referéndum de 2016).
El gobierno de TheresaMay, por su parte, se encuentra completamente paralizado: su propuesta de acuerdo de Brexit fue rechazada en el parlamento británico en varias ocasiones, por lo que intentó destrabar la situación abriendo negociaciones con el Partido Laborista de Jeremy Corbyn -que hasta el momento no dieron ningún resultado-. Gran parte del Partido Conservador, al que pertenece la primera ministra, considera que May fue un fracaso absoluto y quiere que se vaya del gobierno. El desgaste de May puede verse también en los resultados de las elecciones municipales que se realizaron recientemente, en las que el Partido Conservador sufrió duros golpes.
En este marco, en las encuestas[1] realizadas en el Reino Unido, el partido que aparece con mayor intención de voto para estas elecciones europeas es el “Partido del Brexit”, liderado por el derechista NigelFarage (ex-UKIP). Estaría alcanzando alrededor de un 30% de los votos. En segundo lugar el Partido Laborista de Corbyn, con un 21%. El Partido Conservador se desplomaría a un 13% de los votos, dejando al gobierno de May en una situación muy precaria. Las encuestas siempre deben ser “tomadas con pinzas”, y más en los últimos años, ya que cada vez más se alejan, en todo el mundo, de los resultados que finalmente tienen las votaciones. Así y todo, sirven también como una “instantánea” de las tendencias políticas y marcan posibles desarrollos.
Por último, inclusive si este resultado se mantuviera como señalan las encuestas, no significa necesariamente que el “Brexit” tenga una clara mayoría social. Señala, en cualquier caso, que los partidos y tendencias que bregan por una “permanencia” del Reino Unido en la UE (o por lo menos, por un “Brexit” suave), reparten entre sí casi la mitad del total de los votos, pero de una manera totalmente fragmentaria. Mientras el “Brexit duro” tendería a concentrarse en torno a la figura de Farage, todo el resto de las opciones se dispersarían en una variedad de listas (Partido Laborista, Liberal-Demócratas, “Change UK”, Partido Verde, etc.) sin ninguna unidad político-ideológica entre sí.
España refrenó el impulso de la derecha
Otro elemento a tener en cuenta es que las elecciones generales españolas, realizadas el 28 de abril, pusieron un freno -por lo menos parcial y momentáneo- a la expansión de la derecha, como sostiene la declaración del núcleo de Socialismo o Barbarie en el Estado Español[2]: “La participación fue enorme, y aunque muchos seguramente votaron con los ojos tapados, o al mal menor, lo cierto es que se votó contra la derecha y, evidentemente, ese voto antiderecha, anti Vox, anti bloque trifachito se movilizó, destacándose el voto joven y el de las mujeres. (…) esa motivación se expresó electoralmente en el voto al PSOE, que simboliza y capitaliza ese sentimiento de rechazo a la derecha y su avance. (…) Por eso estas elecciones más que confianza ciega o un cheque en blanco al PSOE denotan una reacción y movilización del voto hacia el PSOE como expresión electoral, distorsionada, de rechazo a la derecha, un reflejo más de antifascismo que de ‘voto útil’”.
En otras palabras, las elecciones españolas reflejaron una especie de rebote del “péndulo político”: poco tiempo atrás, la irrupción en la escena política española del partido Vox (formación de extrema derecha del estilo Bolsonaro) hacía parecer que el bloque de la derecha, incluyendo a los grupos ultrareaccionarios, estaba avanzando hacia conquistar a una mayoría social. Pese a que Vox terminó alcanzando en las elecciones nacionales un nada despreciable 10% de los votos (2.600.000 votos), lo que demostró en su conjunto el resultado de las elecciones españolas es que una cantidad mucho mayor decidió votar en contra del fascismo, dándole el triunfo al centroizquierdista PSOE y hundiendo inclusive al Partido Popular de centroderecha.
El caso español podría señalar una tendencia más general: pese al importante crecimiento que tuvo la extrema derecha en Europa en los últimos años (y que inclusive puede continuar en el próximo período), ésta no parece salir de una ubicación minoritaria, mientras que la posición mayoritaria de los europeos parece seguir siendo de rechazo a la misma. Y aunque no poseemos aquí un estudio detallado del conjunto de los países europeos, el “clima político” de dicho continente no parece terminar de decantar claramente hacia la derecha (en la línea de los triunfos de Trump, Bolsonaro, etc.), sino más bien configurar una situación abierta, contradictoria y fluida, con avances y retrocesos. Las voces periodísticas y políticas que señalan una tendencia irrefrenable a una “derechización” de Europa y el mundo parecen ser, al momento actual, unilaterales e impresionistas (sin que esto signifique que haya que subestimar el fenómeno de las nuevas derechas).
Un caso específico es el de Francia en el que, según encuestas[3], en estas elecciones europeas podría obtener una “primera minoría” la derechista Marine Le Pen, en el marco de la grave crisis política que vive el país. No queremos ahondar aquí en este caso, que requiere un estudio específico y en mayor profundidad. Sin embargo, sí podemos señalar que el movimiento de los Chalecos Amarillos, que dominó la escena política francesa en los últimos meses, colocó en la agenda pública las problemáticas de los explotados y oprimidos, exigiendo al gobierno que les brinde una salida progresiva (y no una salida xenófoba, neoliberal, reaccionaria, etc.).
En ese marco, es muy probable que por lo menos una parte de la intención de voto a Le Pen refleje más una “crisis de representación”, un vacío político a llenar mediante una especie de “voto castigo” (expresado hoy a través de una formación que aparece como “outsider” y que, por otra parte, cuida más las “formas” de su discurso reaccionario que en décadas anteriores), que un giro derechista real y profundo en la conciencia de masas. Pero en cualquier caso, será necesario que “hablen las urnas” para poder llegar a conclusiones políticas al respecto.
Una Europa insatisfecha
Todos los fenómenos políticos que aquí describimos tienen un denominador común: una enorme cantidad de europeos se encuentra profundamente insatisfecho con el estado de las cosas. Es este elemento el que se expresa en el proceso del Brexit (así como en la crisis de ese mismo proceso), en el avance parcial de la derecha (y también en su freno parcial), en los movimientos de los Chalecos Amarillos, etc.
Las causas profundas de esa insatisfacción remiten a una crisis económica que nunca terminó de solucionarse desde 2008, a los efectos de largo plazo del neoliberalismo y la globalización, a las políticas de austeridad, etc., que se tradujeron en una mayor inestabilidad y precarización laboral, en fuertes dificultades entre amplios sectores de trabajadores para llegar a fin de mes, a la decadencia de regiones y países enteros, a la falta de perspectivas para gran parte de la juventud.
Y remiten también a un mundo globalmente más inestable, con nuevas potencias en ascenso como China (y en menor medida Rusia), con un retroceso relativo de Estados Unidos y un mayor caos de los asuntos geopolíticos, con la inestabilización política y económica de gran parte de Medio Oriente y el norte de África (con las consiguientes oleadas de migraciones, guerras, el crecimiento de grupos terroristas, etc.).
Esta insatisfacción generalizada no encuentra una forma única de expresión política. Por el contrario, se manifiesta de manera caótica en toda clase de corrientes, proyectos y movimientos, muy diferentes entre sí y en algunos casos radicalmente opuestos. Mientras los Chalecos Amarillos señalan que el problema central es la desigualdad y el gobierno de los ricos, las tendencias derechistas de Europa señalan que el problema central es la inmigración, la “ideología de género” y la revisión de los valores tradicionales.
Las elecciones europeas del 23 de mayo servirán como ilustración de cómo se combinan, en el momento actual, los diferentes elementos contradictorios que coexisten en la conciencia de los europeos.
[1] «Brexit Party Soars in European Parliament Polls, 9 Points Ahead of Labour», 30/4/19. https://moneymaven.io/mishtalk/economics/brexit-party-soars-in-european-parliament-polls-9-points-ahead-of-labour-2RP43j7w7Uq84iYxIXde3g/
[2] «España | Triunfo electoral del PSOE, desplome del PP y Parlamento fragmentado», Socialismo o Barbarie Estado Español, 29/4/19. https://izquierdaweb.com/espana-triunfo-electoral-del-psoe-desplome-del-pp-y-parlamento-fragmentado/
[3] «El partido de Le Pen superaría a Macron en las elecciones europeas según las encuestas», 5/5/19. https://www.elperiodico.com/es/internacional/20190505/partido-le-pen-superaria-macron-elecciones-europeas-segun-encuestas-7439759