Estados Unidos: 50 mil obreros de la General Motors en huelga

Este lunes comenzó un paro nacional de los trabajadores de la empresa automotriz General Motors, que abarca a casi 50.000 obreros en decenas de plantas a lo largo y ancho del país, convocado por la UAW (Unión de Trabajadores Automotrices) por aumentos de salario, mejores condiciones de contratación, mayor presupuesto para seguros de salud y por la continuidad de miles de puestos de trabajo que la empresa pretende recortar. Es el primer paro en la empresa desde el 2007 año en que comenzara la crisis capitalista.

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La huelga comenzó a las 00.00 del lunes y fue complementado con piquetes alrededor de la planta de Flint, Michigan. Además, confluyó con el paro de los empleados de limpieza de la misma empresa, que había comenzado el último sábado. La huelga se da en el marco de las negociaciones paritarias entre la General Motors y el sindicato de trabajadores de la industria automotriz (UAW – United Auto Workers) para acordar un nuevo Convenio de trabajo que reemplace el que se venció el último sábado, y que había funcionado durante los últimos 4 años. La UAW rechazó el ofrecimiento inicial de la empresa, que según la General Motors implicaba “mejorar salarios e incentivos, crear 5.400 empleos e invertir unos 7.000 millones de dólares en ocho plantas”[1]. Lo que no dice la empresa es que, al tiempo que invertiría en estas ocho plantas, cerraría cuatro fábricas en los estados de Ohio, Maryland y Michigan, así como una quinta en Ontario, Canadá.

Estos cierres forman parte de un plan de relocalización (trasladar la producción a países con mano de obra más barata y mayores niveles de explotación) anunciado por la General Motors el año pasado, que fue lanzado como iniciativa para “anticiparse a la próxima crisis en la industria por una desaceleración económica”[2]. En números concretos, estos cierres implican el despido de casi 15.000 obreros automotrices (el 15% del plantel de la GM), además de 4.000 empleados “de cuello blanco” (es decir, oficinistas y administrativos) ya despedidos[3].

Ya el año pasado, Trump había salido a confrontar públicamente a los CEOs de la GM por la deslocalización, que fue uno de sus ejes de campaña y de su discurso “proteccionista”, con el que ganó el apoyo de una franja importante de la clase trabajadora calificada del país[4]. Se comprende que estos despidos podrían golpear sobre una de las bases de apoyo electoral de Trump, en tanto darían muestras cabales a sus votantes de que su gestión no está logrando sacar al país de la crisis económica iniciada hace ya más de 10 años. Al parecer, a los empresarios no les preocuparon mucho las amenazas de Trump.

Además del cierre de estas cuatro plantas, la General Motors viene desarrollando una política de precarización de sus empleados, teniendo al 7% de sus trabajadores en condición de “empleados temporales”, con un salario 15 dólares la hora, la mitad de lo que cobra un empleado permanente con antigüedad (entre 28 y 33 dólares la hora). Además, los empleados permanentes recién efectivizados cobran sólo 17 dólares por hora, teniendo que trabajar 8 años para cobrar como un trabajador con antigüedad completa.

Desde la UAW, declararon que “los trabajadores estuvieron ‘al lado de General Motors cuando más los necesitaron’”[5], haciendo referencia a que los empleados de la GM sacrificaron salario y condiciones de salario luego de que estallara la crisis. Esto generó un brecha entre los trabajadores contratados luego de 2007 y los que permanecen desde antes, que mantienen antigüedad y condiciones más estables.

Ahora, la industria automotriz viene de algunos años de relativo crecimiento de producción y ventas, pero estas alcanzaron su techo en el 2017 y vuelven a decaer (al igual que las acciones de las automotrices, que cayeron durante todo el 2018), por lo que las empresas se preparan para recortar cualitativamente los gastos, como pretende hacer la General Motors. Es de esperar que la Ford y Fiat – Chrysler, cuyos convenios también vencen en los próximos meses, sigan este ejemplo. Esta es la salida que las patronales multinacionales como la General Motors, que recaudó $11.8 billones de dólares en 2018 y que paga “salarios” millonarios a sus CEOs, tienen para la crisis económica: despido y hambre para miles de trabajadores.

Mientras comenzaba la huelga, los CEOs de la GM anunciaron que estaban preparados para sobreponerse sin problemas a un paro de varias semanas, porque habría stock suficiente de automotores para seguir cubriendo la demanda. Sin embargo, además del paro en sí mismo hay que tener en cuenta que los piquetes de los obreros de la UAW ya bloquearon 14 fábricas sólo en el Estado de Michigan, por lo que algunos sectores empresariales han declarado que, de extenderse durante varias semanas, la huelga podría hacer entrar en paro a otros sectores que trabajan de la industria que trabajan asociados con la General Motors, lo que podría llegar a generar una “recesión  regional” en la economía de Michigan[6].

[1]    https://elpais.com/economia/2019/09/15/actualidad/1568578254_251556.html

[2]    https://elpais.com/economia/2018/11/26/actualidad/1543254845_747309.html

[3]    https://www.freep.com/story/money/cars/2019/09/15/uaw-strike-gm-autoworker-contract-talks/2333883001/

[4]    La clase trabajadora industrial calificada nucleada en los grandes centros industriales de ciudades como Detroit, en el Noreste de Estados Unidos, vieron con buenos ojos a Trump y su prédica de “hacer a América grande de nuevo” y de confrontar con China, ya que habían sido uno de los sectores que sufrió la deslocalización de producción hacia el Este en los años de creciente globalización.

[5]    https://elpais.com/economia/2019/09/15/actualidad/1568578254_251556.html

[6]    https://jalopnik.com/the-general-motors-strike-could-tank-michigan-s-economy-1838176792

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