Las enormes protestas del 11 de julio de 2021 abrieron un debate estratégico, de inmensa importancia, para la izquierda internacional. Muchos dicen que fue un antes y un después. En los grandes medios de los países capitalistas del mundo se intentaba mostrar que la gente en la calle quería lo que la derecha del mundo y las clases dominantes quieren: la restauración y el sometimiento a Estados Unidos. Mientras tanto, el gobierno cubano respondía con represión y decía que se trataba de una conspiración del “imperio”.
La Revolución cubana no es poca cosa para la izquierda internacional. Sus primeros años de amplia organización popular, de reales posibilidades emancipatorias, su resistencia triunfante contra la intervención del imperialismo, todo esto inspiró por muchos años las luchas de los trabajadores y el pueblo latinoamericano y del mundo.
Pero el estancamiento del régimen es evidente, notorio. No se puede acallar la crítica en nombre de «no hacerle el juego al imperialismo». Al contrario, decir abiertamente lo que pasa es el único camino para evitar una derrota de duraderas consecuencias. La burocracia del PC se encamina a la restauración «ordenada» del capitalismo mientras sostiene su régimen de dominación burocrática, calcada del estalinismo.
Si la prensa capitalista internacional le da voz a quienes quieren esa restauración, que no quede un solo rastro de las conquistas de la revolución de 1959, nuestro deber es que se sepa que hay una izquierda revolucionaria anticapitalista en Cuba que cuestiona al gobierno, su régimen y su rumbo. Esta entrevista es parte de eso y, pese a no necesariamente estar de acuerdo con todas las afirmaciones del compañero, la difundimos también para que la izquierda internacional sea parte de las discusiones de la izquierda cubana.
Cuba vive hoy un proceso de movilización por los cortes de energía y la situación de desabastecimiento. ¿Nos podés contar un poco sobre las movilizaciones, sus motivaciones y cómo se viven en Cuba?
Tras las protestas acaecidas en julio de 2021, la clase política gobernante se vio obligada a tomar medidas de flexibilización para restarle presión a la difícil situación interna del país. Se vivieron luego momentos de distensión generados por la ola migratoria desatada a través de Nicaragua, con la aprobación del libre visado, con destino a la frontera sur de Estados Unidos. Datos oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos cifran el éxodo desde noviembre pasado superando los 170 000 cubanos.
Pareciera que la capacidad de descompresión del plan de contingencia adoptado por la burocracia se ha ido agotando. La crisis económica se agudiza y los hombros de la clase trabajadora cada vez se muestran menos dispuestos a seguir resistiendo. Los cortes de electricidad, conocidos popularmente como apagones, se han vuelto demasiado cotidianos, sumando más de 12 horas sin fluido eléctrico en muchos lugares. La realidad de los barrios más pobres matiza una miserable trinidad: sin comida, sin agua y sin corriente eléctrica.
Ante estas dificultades el discurso político oficial hace aguas y el capital simbólico heredado por este gobierno de la generación histórica no le da margen para seguir experimentado programas de recuperación que nunca llegan a buen puerto. El bolsillo de la gente común sabe de necesidades y no de las retóricas manidas de los burócratas, por ello cada vez es menor el ejército de «pueblo agradecido», es decir pro gubernamental, en contraposición con la masa del pueblo inconforme y desesperado.
Este contexto es el que motiva las disímiles protestas que se vienen produciendo. Todas coinciden en el mismo modus operandi, se dan durante la noche y en medio de los apagones. En una misma jornada han llegado a protestar en más de 10 pueblos diferentes. Por su frecuencia parece estarse dando una naturalización del espíritu de protesta en un seno popular desclasado y desprovisto de la costumbre del ejercicio de los derechos democráticos.
El caso más notorio de estas revueltas se dio en el poblado de Nuevitas en la provincia de Camagüey. Allí la gente protagonizó dos jornadas consecutivas de protestas que fueron fuertemente reprimidas los días 19 y 20 de agosto. La segunda incluso se gestó luego de que la oficiliadad organizara una movilización de «reafirmación revolucionaria» en repudio a la primera protesta un día antes. Algunos medios especulan que participaron cerca de 2 mil personas. En los vídeos que circulan en redes sociales se puede divisar gran presencialidad y la naturaleza de las demandas, que van desde pedidos por la restitución de la corriente eléctrica y mejores condiciones de vida hasta consignas populares.
Estas consignas la oficiliadad y cierta izquierda la identifican con las agendas promovidas por la clase política que radica Miami. Es muy conveniente para ambos extremos. El gobierno asume que las protestas son «actos indecentes» estimulados por los odiadores de siempre, o sea la oposición tradicional. En cambio, estos grupos las utilizan para validar su programa político. El gobierno le atribuye así a la oposición un poder de convocatoria y organizativo que no posee.
Las protestas son espontáneas, y sí, enarbolan en muchos casos consignas tradicionalmente de la oposición de derechas. Pero esto ocurre sencillamente por dos cosas. Una por una transitividad muy simple, en la que el pueblo reproduce un discurso deposicionamiento frente al orden actual; y dos por la incapacidad de los sectores más avanzados del pensamiento revolucionario de capitalizar el descontento popular. Se evidencia entonces una pérdida importante de la credibilidad de la actual clase política dirigente y una reconfiguración en el metabolismo social e ideológico de la clase trabajadora.
Este año lanzaron la iniciativa “Solidaridad 11J” contra las condenas judiciales a quienes participaron de las marchas del 2021. Contanos un poco sobre la situación de los condenados y quiénes son. ¿Qué impacto tuvo la iniciativa?
En abril de este año se lanzó una iniciativa por parte de la izquierda cubana convocando al pueblo y la izquierda internacional a solidarizarse con la situación de las personas que se manifestaron y que fueron detenidas y condenadas por el estallido social del 11 y 12 de julio del 2021 y exigirle a las autoridades una Ley de Amnistía como paso necesario para avanzar hacia un socialismo democrático y de iguales.
Solidaridad 11j logró en muy poco tiempo sumar un concierto de más de 500 voluntades de unos 50 países. Activistas sociales, sindicalistas, intelectuales, líderes políticos e incluso diputados dieron su apoyo al texto que circuló como fundamento del proyecto.
Se recogieron adhesiones llamativas de figuras del pensamiento como Etienne Balibar, Luciana Cadahia, Carlos Fernández Liria, Alex Callinicos, Jaime Pastor, Robert Brenner, Lucía Padrella, Santiago Alba Rico, Gayatri Spivak, Michael Lowy, John Molynoux y Yasín al Haj Salé.
También se unieron diputados de España,Irlanda, Argentina y Finlandia; candidatos presidenciales de Brasil y Costa Rica. En definitiva luchadores sociales de América, Europa, Asia, África y Australia.
Especial importancia tuvo el respaldo de la izquierda argentina, española, brasileña y venezolana que hicieron suya la iniciativa y amplificaron con sus fuerzas el reclamo logrando traducirlo a varios idiomas y replicarlo en más de 30 medios.
El saldo final fue muy positivo. Por vez primera en mucho tiempo la izquierda cristalizó una propuesta unitaria y propia entre colectivos diversos cubanos frente a una posición gubernamental, demostrándose capaz de abanderar importantes luchas políticas presentes y por venir.
La nueva izquierda cubana viene cuestionando el rumbo económico y político del gobierno a la vez que rechaza la restauración y el sometimiento a Estados Unidos. Contanos acerca de su organización, sus intenciones y sus opiniones.
Creo que nadie mejor que le marxista Fran García ha resumido mejor la impronta de esa izquierda: «En Cuba, la burocracia neoestalinista teme a la izquierda crítica porque la izquierda crítica quiebra la hegemonía política de la burocracia neoestalinista. Al mismo tiempo, la ultraderecha teme a la izquierda crítica porque quiebra la hegemonía de la derecha en la oposición.»
Es muy inexacto hablar hoy de la izquierda crítica como un bloque homogéneo con un programa claro. Es posible observar una variedad de tendencias de pensamiento en ocasiones llegadas a ser opuestas dentro de esa izquierda, desde anarquistas, socialistas, comunistas, socialdemócratas, socialistas republicanos hasta sectores liberales que se identifican como progresistas o más cercanos a la centro izquierda.
Está nueva izquierda es una masa en evolución de la cual pueden nacer diferentes cuerpos políticos o no. Ya se plantea como necesidad en su interior lo que Trotski llamó Frente único para apuntalar las banderas que esa izquierda viene mostrando vagamente.
En la izquierda crítica existen posiciones comunes que permiten la proximidad de pensamiento entre sus actores, a saber: un auténtico antimperialismo que no se puede confundir con la actitud meramente antiestadounidense del gobierno cubano; una oposición a las prácticas autoritarias y corruptas del sistema unipartidocrático militarista y un carácter profundamente democrático de sus paradigmas.
Leyendo los portales de la izquierda opositora podemos ver que hay un renovado interés por la lectura de Marx, Trotsky o Rosa Luxemburgo; además de otros autores de la izquierda internacional. Contanos cómo el marxismo sirve a las nuevas generaciones cubanas para entender la nueva realidad y relanzar la lucha por el socialismo. En particular, es interesante saber cómo ven ustedes desde Cuba a Trotsky y la crítica al estalinismo.
Las actuales generaciones están buscando destilar el pensamiento revolucionario, renovando paradigmas y códigos de comunicación. El actual bagaje político de lo que en Cuba la gente asocia con marxismo es negativa. Por ello resulta de una necesidad acudir de nuevo a Marx y a lo más genuino del pensamiento que le continuó.
En ese sentido, tanto León Trotsky como Rosa Luxemburgo se presentan como pensadores en sumo atractivos por su teoría y obra construida. De Trostky su certera crítica a la degeneración burocrática y contrarrevolucionaria del poder en los partidos comunistas y de Rosa su defensa de la democracia más plena como camino para construir una sociedad más justa.
Se vuelve desde luego una apuesta subversiva, pues ambas figaras rompen con el dogmático «marxismo leninismo» fabricado por el estalinismo soviético. Se facilita y también se produce este resurgir gracias a la imparable penetración del mundo de la información y la tecnología del internet, porque es muy poco la bibliografía escrita disponible en Cuba de estos marxistas y otros como Liebknecht, Kollontai, Mariategui, Gramsci y Mella.
La izquierda internacional puede ayudar y acompañar al pueblo cubano con la donación de material y obras clásicas que favorezcan la circulación y el estudio del marxismo revolucionario. Luxemburgo decía que con el paso del tiempo la nueva corriente encuentra su forma y lenguaje propios.La maduración de los ideales precisa pues de tiempo y es sobre la base de esa escuela pública que es la lucha política dónde la gente llegará a ser consciente de sus intereses de clase y de sus tareas históricas.