Una elección conservadora
Las elecciones en la Universidad de Buenos Aires mostraron un resultado conservador donde las fuerzas políticas que se llevaron la conducción de los centros de estudiantes fueron el radicalismo y el peronismo, dos aparatos burgueses que tienen como orientación clara esperar a 2027 y que Milei deje tierra arrasada en materia de derechos políticos y sociales.
Para este resultado ayudó el clima reaccionario que impuso el régimen político a mediados de 2023 y que llevó a Milei a la presidencia, y también la maniobra antidemocrática del radicalismo y sus aliados que, con la complicidad del peronismo, estableció elecciones a Centro cada dos años, construyendo un escenario que diluyó el debate político.
Así, el radicalismo se alzó con la conducción de ocho centros de estudiantes, arrebatándole al Partido Obrero el Centro de Farmacia. En este caso, el PO hizo todo lo posible para allanarle el camino a la derecha, llegando el punto de proscribir una lista de izquierda e independiente con una patota, rompiendo toda democracia estudiantil. Y el peronismo se alzó con cuatro Centros, arrebatándole FADU a la Franja Morada y Sociales a la UES, y revalidando el CEFyL gracias a la división de la izquierda que operó el FIT.
El peronismo retiene el CEFyL y avanza en las carreras gracias a la caprichosa división del PTS
Los resultados en Filosofía y Letras a Centro de Estudiantes estuvieron en sintonía con el clima conservador de la elección. Teniendo en cuenta los votos positivos, El Colectivo se alzó con el 41% al sumar los votos de Aquelarre, el FIT con un 32% retrocedió con respecto a 2022 quedando muy lejos del peronismo, el FEI con el 15% logró arrastrar los votos de la Franja Morada que esta vez no se presentó y el ¡Ya Basta! con el 10% consolidó su espacio creciendo en cantidad de votos absolutos y en porcentaje en relación a la última elección. Desde el punto de vista de las elecciones institucionales, el Colectivo se alzó con la mayoría en el Consejo Directivo y en el conjunto de las carreras (salvo Edición), arrebatándole al FIT la mayoría en la carrera de Historia que conservaba desde hace 10 años.
Por el lado del Colectivo, su campaña estuvo apoyada en la consigna de la “unidad” del peronismo frente a Milei, en decir que luchan (cuando en realidad no luchan) y en hablar de los espacios de la facultad. Es evidente que la unidad con el ¡Ya Basta! hubiera permitido a la izquierda alzarse con la conducción del Centro de Estudiantes que estuvo a la vanguardia de la lucha contra Milei (pese a su conducción que intentó boicotear la lucha en todo momento), hubiera permitido disputar la mayoría en el Consejo y hubiera conquistado la mayoría en carreras como Historia, Letras, Antropología y la minoría en Educación. Pero nada de eso sucedió. Cabe entonces realizar un balance de las dos perspectivas políticas que se pusieron a prueba en esta elección, de las campañas y las metodologías.
¿Por qué no hubo unidad de la izquierda?
La respuesta a esta pregunta es sencilla: porque el PTS no quiso. Como conducción del FIT en la UBA, un lugar que antes ocupaba el Partido Obrero, impuso la tesis de que con una campaña electoralista[1] y con adaptarse al clima reaccionario sembrando provocaciones contra el ¡Ya Basta! iba a alcanzar para ganar el Centro y las mayorías en las carreras en Filo, y para avanzar en el resto de la UBA. Una política caprichosa y ciega que terminó haciéndolos retroceder en las universidades[2] y perder posiciones importantes. Así, el PTS fue el gran organizador de la derrota del Frente de Izquierda. Su cálculo “estratégico” fue bloquear el desarrollo del ¡Ya Basta! y el Nuevo MAS, lo que condujo a la imposibilidad de realizar la unidad en la UBA resultando en un dramático retroceso para ellos y en un retroceso para la izquierda de conjunto que perdió el centro de Farmacia.
La campaña del FIT en Filo fue lamentable y se destacó por una notable carencia de ideas, propuestas y programa. El único material con el que militaron la elección fue un “polarizador” que hablaba de los resultados de 2022[3], cuando todavía cursábamos con barbijo y Milei era un marginal de la política. Se pasaron las semanas previas hablando de que para construir la unidad de la izquierda hacía falta un programa y en las elecciones lo único que le pudieron decir a les estudiantes es “estamos a 85 votos”, lo que se confirmó que era falso. Y ubicaron al ¡Ya Basta! como enemigo antes que a Milei y las autoridades, llegando a cruzar varias líneas de clase.
Es que en esta elección hubo un salto en calidad en la adaptación del PTS y el FIT al régimen burgués. El primero fue buscar que los estudiantes depositen confianza en el parlamento de forma sistemática. La campaña “votá a Myriam Bregman” no buscó más que reemplazar al movimiento estudiantil y su organización independiente con la idea de que los diputados de izquierda (¡4 de 257!) tienen que ser los protagonistas de la lucha. Y mientras Bregman se reunía con Guillermo Francos, el PTS se negaba a reunirse con el ¡Ya Basta! para construir un frente en Filo.
El segundo fue la utilización de acusaciones falsas y provocaciones sin principios contra nuestra agrupación, una metodología estalinista con la que buscaron eliminar todo debate político y tratar de romper los votos que iban para el ¡Ya Basta!. Pero adaptarse al clima anti política de provocaciones y fake news que ha logrado instalar Milei no demostró que sirve para agrandar el espacio de la izquierda, sino más bien lo contrario: ayuda a que crezcan los discursos de odio y de extrema derecha en la sociedad, fortalece al Colectivo y al FEI y además es una pésima educación para la joven militancia de izquierda[4]. El ataque más grave que sufrimos fue el acoso por parte de un militante varón del PTS que se dedicó a calumniar a una compañera de Las Rojas durante la elección[5]. Y el tercer salto en calidad lo protagonizó el Partido Obrero en Farmacia, como dijimos antes, cuando llevó una patota para impedir que pudiéramos presentar nuestra lista, tomando el ejemplo de las clásicas burocracias estudiantiles que, por miedo a perder posiciones, pisotean los más elementales derechos democráticos de la sociedad.
Una campaña y un resultado extraordinarios que consolidan y fortalecen al ¡Ya Basta!
En oposición a la tesis del PTS, nosotros dijimos en Mayo que era necesaria la unidad de toda la izquierda para avanzar posiciones en el movimiento estudiantil, en particular en Filosofía y Letras donde la izquierda podía ganar, entendiendo que la tarea principal para la vanguardia es construir una nueva dirección, independiente y de lucha, que supere a las actuales conducciones del peronismo y el radicalismo que no quieren luchar.
Siendo la agrupación más numerosa en Filosofía y Letras, con más orgánica y con lazos construidos en el claustro nodocente, propusimos un frente que partiera de la relación de fuerzas en la facultad, llegando a hacer un esfuerzo generoso al plantear una presidencia rotativa y paridad con el FIT. Sin embargo, ni siquiera aceptaron tener una reunión entre el ¡Ya Basta!, el PTS y el Partido Obrero para construir una lista común.
Por nuestra parte, fuimos a las elecciones con una campaña extraordinaria. Llevamos una plataforma de dieciséis páginas que contenía una caracterización de la UBA y de Filo, un balance de actividad de los últimos cinco años, un programa para un Nuevo CEFyL y una serie de propuestas para el Centro y el Consejo. Junto con esto, fuimos la única fuerza de la izquierda en elaborar plataformas para todas las carreras. Militamos la elección con más de 100 compañeros y compañeras, campaña a la cual se sumaron estudiantes independientes de las distintas carreras. Y demostramos tener una organización sólida y eficiente que mantuvo a todos esos compañeros bien organizados para la inmensa batalla política que se desarrolló.
El resultado que obtuvimos en Centro es también extraordinario porque, pese a que hubo un contubernio de todas las agrupaciones para intentar frenar el desarrollo de nuestra agrupación, crecimos en votos y consolidamos nuestro espacio duplicando la representación en la Comisión Directiva al obtener dos secretarías. Además, logramos resultados muy significativos en las carreras donde más se concentra la vanguardia, obteniendo un 15% en Historia, un 13% en Letras y un 11% en Filosofía.
Además, hay que remarcar que era una elección difícil no solo por el clima reaccionario sino también porque el padrón de la facultad incluye a cientos de personas que ya se graduaron o dejaron de cursar hace años y que pertenecen al padrón histórico de los aparatos del peronismo y del FIT en la facultad. Quisieron de esta manera hacer pesar el aparato por sobre los estudiantes que realmente cursan día a día en Filo.
El nivel de agresividad por parte de las autoridades, el Colectivo, el FEI y el FIT contra el ¡Ya Basta! en la elección sólo se explica por la amenaza que significa nuestra agrupación al status quo de la facultad. Nuestra votación concentra a la inmensa mayoría de la vanguardia que se quiere organizar contra el gobierno de Milei y salir a luchar en defensa de la educación pública. En estos dos años y medio fuimos la única agrupación que duplicó sus fuerzas militantes y todos saben que los jóvenes de 18, 19 y 20 años que ingresan a Filo y quieren organizarse se acercan al ¡Ya Basta! porque somos la izquierda de la facultad, la fuerza más activa y militante. Somos el presente de la lucha en Filo y somos también el futuro.
Hay que refundar a la izquierda para ser alternativa
La elección en Filo arroja varias conclusiones que, con este balance, queremos acercar a la vanguardia para sumar al debate.
Es claro que el peronismo se jugó a agarrar la bandera de la “unidad” en abstracto frente a Milei y que eso es parte de su orientación más general hacia un “frente amplio” que se proyecte para las próximas elecciones nacionales. Esta orientación, junto a la división que operó el PTS en la UBA, le permitieron retener el Centro de Estudiantes.
La elección también demostró que de las dos tesis de la izquierda que se enfrentaban una estaba en lo cierto y la otra resultó en un rotundo fracaso. Era cierto que sólo con uniéndose al ¡Ya Basta! se le podía ganar todo al peronismo y era cierto también que la fuerza orgánica del ¡Ya Basta! tiene un peso considerable en la facultad que termina por definir una elección. Y se demostró absolutamente falso que una campaña electoralista y la referencia a Bregman era suficiente para ganar. Por el contrario, el FIT quedó relegado a diez puntos de distancia, perdiendo posiciones históricas en el camino.
En su deriva electoralista y cloacal, el PTS condujo al FIT a un fracaso estrepitoso que debería hacer reflexionar a sus aliados en ese frente. La dinámica de las cosas en Filo y en la UBA muestra una izquierda que crece y se consolida con mucha fuerza en la juventud, el Nuevo MAS, y una izquierda que retrocede aferrada a su política de aparato que es el FIT. La energía, el entusiasmo, la dedicación y la militancia que nuestros jóvenes compañeres pusieron en esta campaña no pudo ser contrarrestada con el vuelco de aparato que hizo el FIT.
En definitiva, lo que da cuenta el resultado electoral es que para ser alternativa en Filosofía y Letras hace falta renovar a la izquierda. No va más una izquierda fantasma que se borra y aparece cada dos años esperando que lluevan del cielo los votos solamente por una referencia nacional construida gracias a la adaptación al régimen de las PASO. Hace falta seguir construyendo una izquierda que le ponga el cuerpo a la militancia, a la lucha cotidiana contra el gobierno y el ajuste de las autoridades, que escuche y acompañe a les estudiantes y que edifique la unidad obrero estudiantil.
Para esta tarea, invitamos a les compañeres de Filo y Letras a sumarse a nuestra agrupación. GRACIAS TOTALES a todes les que nos acompañaron con su voto y vamos a seguir construyendo el ¡Ya Basta! para ser en dos años la próxima conducción del CEFyL.
[1] La campaña en Filo fue: “estamos a 85 votos” pero terminaron a 600 votos de distancia, “somos la unidad” pero les estudiantes reconocieron que había dos listas de izquierda y “votá a Myriam Bregman” consigna que se demostró que no alcanzaba.
[2] El ejemplo de la facultad de Derecho es muy ilustrativo: el FIT pasó de 1000 votos en 2022 a obtener solo 500 en 2024. Una caída profunda que tuvo como campaña “votá a Myriam Bregman”.
[3] Fue notable también la desorientación de los grupos del FIT en los afiches que fueron sacando. Nunca se vio que una fuerza universitaria sacara tres afiches distintos pasando de la consigna “Revolucionemos el CEFyL” a “estuvimos a 85 votos” a otro afiche que mostraba los resultados de 2022. Realmente estaban convencidos de que esa orientación iba a tener éxito, pero fue un fracaso.
[4] Varios compañeres jóvenes de nuestra agrupación decían: “no puedo creer todo lo que nos están diciendo” al escuchar las acusaciones falsas que los militantes del PTS y el FIT decían en las filas de votación para intentar crear un clima desagradable de desconfianza. Las provocaciones del PTS tienen su correspondencia en la pérdida de calidad militante, que se ha degradado a una militancia lumpen que reniega del esfuerzo cotidiano y que confía que con el aparato y los diputados se resuelve todo.
[5] Otro salto en los principios fue haber llamado “burócrata” a un compañero nodocente de base que había mostrado su simpatía por la lista del ¡Ya Basta!. Así, el PTS se saca fotos con el decano Manetti que recortó los horarios mientras acusa de burócrata a un trabajador nodocente independiente.