En la recta final, el gobierno ensaya un discurso a “izquierda”

Cuando faltan escasas tres semanas para las elecciones definitivas de esta ronda de mediano término se pueden ensayar algunas definiciones que si bien no anticipen el resultado electoral –algo imposible- al menos sirvan de guía para entender esta recta final electoral.

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Alberto Fernández

“La Argentina es un hermoso autobús turístico al que las ruedas no le están funcionando (…) La deuda con el FMI, 45.000 millones de dólares, es enorme (…) es responsabilidad de los líderes argentinos elaborar un plan macro para devolverla” (Marc R. Stanley, propuesto por Biden para la embajada yanqui en la Argentina)

Cuando faltan escasas tres semanas para las elecciones definitivas de esta ronda de mediano término se pueden ensayar algunas definiciones que si bien no anticipen el resultado electoral –algo imposible- al menos sirvan de guía para entender esta recta final electoral.

Lo primero a señalar es la falta de coherencia “estratégica” del oficialismo; sus vaivenes permanentes sin mucho ton ni son. El Frente de Todos creyó que con el “doctor pandemia” (Alberto Fernández) alcanzaba para ganar la elección mientras la primera mitad del 2021 realizó un ajuste en el gasto estatal. El ajuste económico, la miseria salarial y la cerrazón pandémica le dieron un cachetazo en las PASO que si se repite el 14/11 podría significar el retorno de Juntos en el 2023[1]

El primer intento de recuperación electoral pos PASO con el nuevo gabinete impuesto por Cristina fue por la derecha (aparentemente, se jugaron a comerle algo de los votos a Juntos). Con el reaccionario Manzur a la cabeza salieron a hacerle concesiones al agro y otros sectores de la industria –por ejemplo, la quita de retenciones a las exportaciones automotrices en 2022 que superen la cota del 2020- aunque también es verdad que anunciaron una serie de micro-medidas de asistencia económica y le dijeron adiós al cierre pandémico.

Sin embargo, ahora, en la recta final de la campaña, y ante la –aparente- inmutabilidad en relación al escenario electoral de septiembre que muestran algunas encuestas, parece verse un giro -¡otro más!- en un nuevo sentido: un giro electoral hacia la “izquierda” con muchísimas comillas (giro en el relato; no en la realidad).

Plantearon un “control de precios” sobre 1500 productos hasta el 7 de enero del 2022 encabezado por el nuevo ministro de comercio Roberto Feletti, aunado con un discurso más duro en relación a la deuda externa y la negociación con el fondo, parecen ser el “toque a rebato” en la recta final de la campaña del oficialismo.

A esto se le agregan las definiciones de Tolosa Paz–como siempre semi desmentidas por la Casa Rosada- sobre el “golpe blando” que estaría preparando Juntos, y que no significa otra cosa que la preocupación–real- de recibir un nuevo cachetazo electoral que ponga en juego la gobernabilidad cuando quedan dos largos años de mandato (sería una vergüenza que luego de que el gobierno macrista haya sido, a todos los efectos prácticos, eyectado por los históricas jornadas de diciembre del 2017, Juntos retorne debido a la incompetencia y los limites capitalistas del Frente de Todos[2]).

Por su parte, el macrismo oscila más bien entre cierta campaña más a la derecha –proyecto de eliminación de la indemnización por despidos, mayor presencia de Macri, agitación de la cuestión Mapuche, etcétera- junto con una propaganda electoral anodina del tipo “vos decidís”; puro marketing electoral para engañar giles. En realidad, la burguesía y alta clase media no se engaña; votan a Juntos porque sienten que con ellos tienen mayor resguardo sus derechos propietarios.

“Todos unidos pagaremos”

La crisis de la deuda es real más allá de la voluntad de todo el Frente de Todos –también real- de pagarla; es decir, ¡es un garrón para el país! La impagable estafa de 44.000 millones de dólares contraídos por Macri es una hipoteca para una gestión económica–la de Guzmán- a la cual no le sobra nada sobre todo, además, porque no quiere comprometerse –nadie en el Frente de Todos[3]– en una pelea real con un empresariado como por ejemplo los del agro y las empresas extractivas, que están llenándose de divisas por el alza de los precios de las materias primas.

La orientación social-liberal le permitió al Frente de Todos ganar la elección; es decir, trazar una diagonal entre el macrismo y el kirchnerismo clásico –por así decirlo. Pero a Alberto Fernández no le permite gobernar porque las expectativas y relaciones de fuerzas en la Argentina son lo que son, es decir, relaciones de fuerzas no resueltas desde el estallido del 2001y para imponer a fondo la agenda de liberalización y contrarreformas hay que derrotar a la clase trabajadora y desmontar la parte no desmontada del “estado peronista” argentino… Es decir, es difícil para el gobierno ser liberal consecuente. Por lo demás, también le es muy complejo ser “social” porque para ellos habría que encarar reformas progresistas, tocar los intereses de los ricos incluyendo una ruptura con el FMI que nadie en el Frente de Todos se lo plantea ni en sueños[4].

Parte de esto último son las recientes declaraciones de Cristina Kirchner señalando que el sistema más “eficiente” es el capitalismo; es decir, reduciendo el debate sobre el régimen social explotador como si fuera una cuestión meramente técnica, de “eficiencia”: el socialismo habría fracasado porque era “ineficiente”, la experiencia demostraría que el capitalismo es más eficiente y entonces hay que someterse a todas sus leyes…

Lógico que Cristina parece olvidarse de, por ejemplo, la súper explotación y precarización laboral, o de como el capitalismo “eficiente” está destruyendo el planeta y transformando todo en mercancía, además de vulgarizar la experiencia de la ex URSS que aun cuando la clase obrera estaba en el poder antes de la burocratización, era un país cercado por los capitalistas y aun así en determinados momentos tuvo un importante crecimiento.

Pero más allá de cualquier otra consideración, esta es una nueva apelación justificatoria del sistema como cuando en ocasión de la heroica ocupación de Gestamp (2014) Cristina afirmó que “la conquista del Palacio de Invierno fue superada por la historia” a modo de justificar el desalojo y su gobierno capitalista. La historia vuelve a repetirse ahora con la cuestión de la deuda agitada electoralmente por el propio oficialismo: se busca lograr migajas sin romper con el sistema y su orden institucional internacional (al cual le rinden pleitesía porque además de capitalistas son institucionalistas).

Una hipoteca impagable

El problema que existe es que no todo es discurso electoral. La realidad de todos los días de cualquier trabajador/ra de “a pie” es el sideral aumento de precios, que supera el 50% en el año –de septiembre del 2020 al mismo mes de este año. De ahí la terrible presión sobre un salario que se hunde más cada día que pasa y el impacto de nuestra campaña por los 100.000$ de mínimo indexado mensualmente, porque pega sobre una fibra sensible de las mayorías trabajadoras.

El país vive una recuperación del producto del orden del 7%. Y la realidad parece irse normalizando cada vez más –con aberraciones que subsisten como la ausencia de clases universitarias presenciales, algo sin antecedentes históricos[5]-, aunque nadie sepa a ciencia cierta si la pandemia se terminó o no (ver el encierro por 11 días que acaba de decretarse en Moscú).

Sin embargo, el año que viene se vuelve a la mediocridad del 2.5% de crecimiento del producto y, por lo demás, el destino financiero del país está atado al fondo –atado con alambre, de ahí la brutal escalada del dólar blue- porque en 2022 y 2023 vencen 20.000 millones de dólares cada año que no se tienen.

La discusión en estos momentos no es ni por el plan de facilidades extendidas a 10 años como impone el fondo (se acabó la discusión de Cristina de hacer un plan a 20 años).Tampoco, mucho menos, más allá de alguna declaración altisonante para la tribuna como las de Alberto y cia., no pagar; es simplemente por la sobretasa que el fondo le cobra a todo país miembro que tiene un préstamo que sobrepasa el 185% de la cuota parte que tiene en calidad de miembro de la institución.

Como la deuda Argentina sobrepasa ese porcentaje, entonces el fondo, institucionalmente, le quiere aplicar a los 44.000 millones que se deben una sobre tasa del 3% por encima de las tasas que se apliquen por extender el pago de la deuda a 10 años…

De ahí que el poder de chantaje del fondo sea importante. Y de ahí también las provocadoras declaraciones del nuevo embajador yanqui en el país (todavía no fue votado por el senado de dicho país), que parecieron una verdadera apretada como podemos ver al inicio de este texto.

Así las cosas, la campaña oficialista que ha girado al tema de la deuda, es más discurso que otra cosa: pretenden regatear algo pero siempre en el terreno incuestionable de pagar la deuda y, de paso, cubrir el flanco izquierdo para el 14/11.

Así que bueno, estamos en presencial estos últimos días de un nuevo giro discursivo del oficialismo. En el 2021 todos las cartas se jugaron mal (esto más allá de los problemas estructurales para una gestión social-liberal que nombramos más arriba). Si se pretendía jugar la carta de la pandemia más valía anticipar la elección… Además, también les hubiera ido mejor con el voto centrista de clase media para arriba si cerraban antes en vez de postergar el acuerdo con el fondo…

Todo se hizo mal y la falta de reflejos políticos del oficialismo ha sido colosal. Mala praxis para definir la apertura económica y mala praxis también aplicando un ajuste en el gasto en pleno año electoral, cuestiones de fondo que habrá que ver si se pueden remontar en algo en las tres semanas de campaña que restan.

También habrá que ver para la dinámica de aquí en más –aunque estamos hablando de elecciones y luego está siempre la prueba de la lucha de clases: un escenario político es si aun perdiendo el gobierno se recupera y achica la distancia. Otro distinto es si la elección de conjunto se va para la derecha o, tercero, si hay un contrapeso por la izquierda, todas lecturas que son distintas dependiendo de cuál sea el resultado del domingo 14.

Vamos con los candidatos del Nuevo MAS en La Pampa, Río Negro, Santa Cruz, Entre Ríos y Tierra del Fuego 

Nuestro partido ha quedado fuera de la elección por el mecanismo proscriptivo y por cómo se ampara en ello el FIT-U. Del Caño y Bregman han realizado una campaña inaudible sin ejes claros ni mucho destaque en los debates a pesar del autobombo del PTS. Paradójicamente, parte de los ejes de la izquierda quedaron instalados por la campaña de nuestro partido, de Manuela Castañeira y del resto de nuestras figuras con abordajes y propuestas que siguen vigentes al día de hoy (hay que sumar con más fuerza el tema de la deuda en todas nuestras figuras participen o no de las elecciones).

De cualquier manera la fuerza de la campaña nos ayudó a romper por primera vez el piso proscriptivo en 5 provincias en las cuales estamos compitiendo electoralmente y, por lo demás, el 15 estaremos todos en la izquierda nuevamente en el llano con el desafío de presentar una alternativa por la izquierda a la crisis nacional (se verá cuantas representaciones coloca el FIT-U).

Las elecciones pasan y la construcción queda y lo que se viene es una cierta prueba de fuerzas porque la economía del país está atada con alambre, el gobierno aparece debilitado y las presiones contrapuestas: de arriba para abajo el ajuste; de abajo para arriba los reclamos.

Nuestro partido se viene fortaleciendo a ojos vista y dedicará todos sus esfuerzos a acompañar las luchas del 2022 caliente que se viene, a retomar el trabajo en colegios y universidades, a profundizar la inserción entre los trabajadores con nuestra corriente sindical 18D y a redoblar la pelea por el reconocimiento del SITRAREPA una experiencia enorme entre la nueva clase trabajadora, así como a dar las batallas que correspondan por la presencialidad desde el Ya Basta y contra la violencia hacia las mujeres y demás reclamos del sector y comunidad LGBT desde Las Rojas. Y, también, por conquistas nuevos terrenos en nuestra extensión nacional obteniendo nuevas legalidades y defendiendo las ya conquistadas.

Para el 14/11 llamamos a votar a nuestros candidatos en todas las provincias donde rompimos el piso proscriptivo y críticamente a Luis Zamora y los candidatos del FIT-U en el resto de los distritos y a acompañar todos los reclamos en curso, así como darle continuidad a nuestra campaña por los 100.000 $ de mínimo indexados mensualmente por parte de Manuela Castañeria y el resto de nuestras figuras.

 


 

[1]Obviamente que todo mediatizado por la lucha de clases; la misma no es un compartimiento estanco entre elección y elección sino más bien lo contrario.

[2]Vergüenza triple porque como todas las direcciones oportunistas y hasta traidoras del movimiento de masas salieron a contener en el 2018 la presión por echar a Macri inmediatamente con él “hay 2019”… no olvidemos que también los integrantes del FITU se negaron rotundamente a plantear que se vaya Macri cuando había condiciones para plantear la tarea al menos de manera propagandística.

[3]Recordemos que los propios k fueron “pagadores seriales” de la deuda en la primera década del siglo como se autodenominó la propia Cristina. Sin ir más lejos, en 2005 le pagaron al fondo 9800 millones de dólares supuestamente para “comprar soberanía” y en todo su primer mandato –Néstor y Cristina- aun a pesar de la quita de la deuda se pagaron unos 200.000 millones de dólares; una cifra sideral.

[4]Declaraciones de figuras marginales como D’ Elia o Hebe de Bonafini son exclusivamente para la tribuna.

[5]Otro desastre de las fuerzas integrantes del fitu es haberse adaptado pasivamente a la virtualización y la ofensiva oficialista por reducir el presupuesto educativo y limitar el carácter de masas y politizado de la universidad.

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