El impacto de la devaluación anunciada por Milei será prácticamente inmediato y sostenido en el tiempo. Disparará una espiralización de la inflación cuando la devaluación se transfiera a los precios. Destruirá el poder adquisitivo de millones de trabajadores. En realidad, todos los salarios en pesos sufrirán una pérdida del 50% de su poder adquisitivo real, medido en dólares.
El liberalismo empobrecedor (y recesivo)
Y los aumentos más marcados serán en los rubros más sentidos por la mayoría de la población: alimentos y bienes de primera necesidad. Así fue durante estos años de escalada inflacionaria pero la devaluación directa del salario es un golpe mucho más profundo y de impacto inmediato.
Los sectores que no cuentan con mediación sindical ni legal (los precarizados, los informales, los falsos monotributistas y demás, que coinciden casi calcadamente con los sectores de más bajos salarios) sufrirán lo más duro del golpe.
Como si fuera poco, la caída del poder adquisitivo hará caer el consumo interno e impondrá una presión recesiva sobre la economía local, sobre todo en los sectores industriales nacionales. A su vez, esos sectores sentirán el golpe de la apertura de importaciones anunciada por Caputo. Muchas patronales usarán la recesión para despedir y abaratar costos en salarios y condiciones de trabajo. Así se completa la nefasta rueda que se pone a girar con la devaluación.
Milei ya había vaticinado una “estanflación” para estos meses. Lo que no dijo es que él mismo se encargaría de acelerarla y generarla por todos los medios posibles.
Tecnócratas de la desigualdad
También se habló de “reducir la brecha cambiaria” que presiona a una devaluación a cuentagotas. Es cierto que la brecha se redujo, lo cual no quita que la cotización del dólar clandestino siga subiendo. Tras la devaluación, el dólar libre alcanzó este miércoles los $1.115. El contado con liquidación y el MEP no bajan de los $1.000. Es decir que la presión devaluatoria no ha desaparecido tampoco.
Milei y Caputo aducen la necesidad de “sincerar las variables económicas”. Esto no significa más que dejar que el puñado de empresarios y multinacionales que manejan la economía argentina ganen todo lo que quieran, sin importar cuán en la pobreza se sumen los trabajadores del país.
Sucede que los sectores más concentrados de la economía argentina (los agroexportadores, las multinacionales mineras y petroleras, el capital financiero en su forma más rapaz y especuladora) no harán sino concentrarse aún más. Los sectores de la economía que están dolarizados han duplicado sus activos de un día al otro, mientras quienes están en pesos (es decir, los asalariados) vieron reducirse los suyos a la mitad en el mismo período. La transferencia de recursos es directa.