Este domingo se desarrollaron las elecciones generales para elegir gobernador en Mendoza, donde el radical Alfredo Cornejo se impuso con el 40% de los votos. A diez puntos de diferencia quedó su inmediato competidor y hasta recién ex aliado, Omar De Marchi. De esta manera, Cornejo volverá a ser gobernador de la provincia que ya gobernó entre 2015 y 2019.
La provincia se disputaba así entre dos variantes políticas derechistas ligadas a Juntos por el Cambio. Aunque Cornejo era el candidato «oficial» de la alianza macrista, De Marchi perteneció al riñón cambiemita hasta apenas un mes antes de las PASO, y continúa siendo diputado nacional por esa alianza.
De esta manera, Juntos por el Cambio retiene una provincia clave. Aunque se esperaba que el oficialismo provincial se reelija, con el correr de los semanas crecieron algunas dudas sobre el destino final de los votos de Luis Petri (actual candidato a vice de Bullrich) que en las PASO cosechó el 17%, pero que no el alcanzó para ganarle a Cornejo. Desde el espacio de De Marchi apostaron a que podían quedarse con esos votos, lo que finalmente no sucedió.
En tercer lugar y bastante lejos de la disputa quedó el peronismo, con la lista Elegí Mendoza, que alcanzó el 14,7%. En cuarto lugar quedó el Partido Verde con el 11,8% y luego el Frente de Izquierda, con el 4,2%.
Pero sin dudas el dato más sobresaliente de la elección se la llevó el bajo porcentaje de participación: sólo el 71%, el más bajo de la historia desde el retorno de la democracia para una elección general, incluso cuatro puntos por debajo de la elección de 2003, marcada por la crisis política.
Este dato vuelve a confirmar el fenómeno que ya se venía verificando en las demás elecciones provinciales que se desdoblaron de la nacional, todas con un alto índice de abstención. En la elección nacional también existe este fenómeno, pero matizado en parte debido a que una parte de ese desinterés o descontento lo capitalizan también sectores de la ultraderecha, como Javier Milei, que aprovechan para instalar una agenda profundamente reaccionaria.
En el búnker de Cornejo tomó la palabra Patricia Bullrich, quien busca capitalizar estos triunfos provinciales para terciar en el debate nacional, que tanto Milei como Massa buscan protagonizar como una disputa que deje afuera a JxC. La polarización Milei-Massa funciona como una mutua conveniencia: Massa porque necesita levantar para llegar al balotaje, y Milei porque en caso de haber segunda vuelta se ve con muchas mejores chances contra un candidato del golpeado oficialismo.
Para enfrentar este intento de polarización electoral, la estrategia que adopta Bullrich por estos días es radicalizar aun más hacia la derecha su discurso, con expresiones como «terminar con el kirchnerismo para siempre» o incluso la bizarra propuesta de crear un penal de máxima seguridad «para narcos y corruptos» con el nombre de Cristina Kirchner.