Juntos por el Cambio desbancó la peronismo de la gobernación en las pasadas elecciones en Chaco, ganó en primera vuelta el radical Leandro Zdero. El radicalismo vuelve al poder en esa provincia luego de 16 años, tiempo en el que el gobierno estuvo a cargo de Jorge Capitanich, dirigente peronista estrechamente ligado a Cristina Kirchner.
Capitanich reconoció la derrota en la noche del domingo, cuando la tendencia a favor de Zdero era ya irreversible, cuando se había escrutado alrededor del 60% de los votos. Al final del recuento provisorio, los resultados arrojaron que Zdero ganó con el 46,1%, mientras que Capitanich quedó con el 41,7%. En tercer lugar quedó Gustavo Martínez, con el partido provincial CER, que cosechó el 5% de los sufragios, mientras que el candidato de Milei, Alfredo Rodríguez, consiguió el 3,4%.
El resultado tiene un enorme impacto político no sólo por tratarse de un bastión del kirchnerismo (Capitanich buscaba su quinto mandato) sino porque se da entre las PASO y las generales nacionales.
La derrota de «Coqui» en una de las provincias que el peronismo contaba con retener no son buenas noticias para Sergio Massa, quien tiene el desafío de intentar llegar al balotaje mientras continúa aplicando un escandaloso ajuste económico, lo que está en el fondo del derrumbe electoral del oficialismo.
Asimismo, el triunfo cambiemita es una bocanada de aire para la golpeada campaña de Patricia Bullrich, quien teme quedar diluida ante la posibilidad de una cada vez mayor creciente polarización entre Massa y Milei.
Además del escenario nacional, la derrota del oficialismo también estuvo marcada por el escandaloso femicidio de Cecilia Strzyowski, cuyos perpetradores tenían lazos políticos con el gobierno de Capitanich.
Un escenario de creciente división
El triunfo de la oposición en las elecciones en Chaco revela además una nueva configuración en el tablero político del poder de las provincias. Si históricamente el peronismo tuvo preeminencia marcada en las gobernaciones, con los triunfos de la oposición macrista en varias provincias, el escenario queda mucho más dividido.
Este año, Juntos por el Cambio se alzó también con la gobernación de Santa Fe y San Luis, a la que viene a sumar el Chaco.
Con los resultados de ayer puestos, el peronismo gobierna en 11 provincias, mientras que Juntos por el Cambio alcanza los 9 distritos. En cuatro provincias gobiernan partidos provinciales de distintos alineamientos (Córdoba, Neuquén, Río Negro y Santa Cruz). Este año tiene que elegirse gobernador en Catamarca (actualmente gobernada por el FDT, que prevé mantenerla), Mendoza (se descuenta un triunfo del oficialismo de JxC), CABA (Otro bastión macrista) y por supuesto, la madre de todas las batallas, Buenos Aires, actualmente gobernada por Axel Kicillof, y que de mantenerse resultados similares a los de las PASO el peronismo la retendría, pero nada está dicho.
La mayor división de poder territorial no hace más que reflejar el fenómeno que a nivel nacional tomó la forma de un escenario de tercios: peronismo y macrismo casi empatados, pero con la fulgurante figura de Javier Milei ocupando los espacios que antes se repartían entre una u otra fuerza.
Esto además configura un mayor desafío para le próximo presidente, que tendrá un Senado muy dividido sin mayorías claras. Ni hablar en el caso de que el ganador sea Milei, quien no tendría ningún gobernador ni senador propio (aunque sin hacer futurología, tampoco se puede descartar que en un escenario de Milei presidente un sector de alguna de las otras dos fuerzas principales termine alineándose con él). En cualquier caso, nadie la tendrá fácil, mientras la crisis económica arrecia. Las elecciones en Chaco sólo sumaron más incertidumbre de cara a octubre.
