Los debates en el Senado durante el mes previo al 8A ya iban dejando claro quiénes son esos señores y señoras que “representan” a las provincias. Se hicieron conocidos masivamente por rechazar cualquier conocimiento científico y por carecer de toda sensibilidad por la vida de las niñas, adolescentes, mujeres y personas gestantes. El Senado está lleno de dinosaurios capaces de indignarnos con barbaridades como justificar las violaciones dentro de la familia, o las lunáticas lamentaciones por algo que no ocurrió (que las madres de Vivaldi o Mozart se hubieran realizado abortos) o la burrada de votar contra un proyecto sin haberlo leído. Muchas compañeras esperaban con ansia el discurso de Cristina Kirchner. Ella repitió una serie de frases hechas pero reconoció una verdad. Que siempre estuvo contra el derecho a decidir de las mujeres. Ya lo había demostrado en sus 8 años de gobierno. Pero admitió que estaba dispuesta a votar el proyecto porque se lo impuso la movilización de la marea verde. El espectáculo que ofreció esa cueva de ex funcionarios, ex presidentes, ex gobernadores, demuestra que el conjunto del Senado es una institución vetusta, resabio feudal de los poderes concentrados, de los dueños de todo, de la iglesia y de lo más retrógrado de la sociedad, que exige ser disuelto, por el bien de las mayorías populares. No se trata solo de “saber votar mejor”, como andan recomendando los que siempre defienden que las cosas no cambien verdaderamente.

En un editorial del diario La Nación (Gustavo Ybarra, 9/8/18) se plantea que la ley de I.V.E. no fue aprobada porque los cabilderos “celestes” supieron moverse mejor que los “verdes”. Pero la verdad es que quedó demostrado cuál es el rol de la división de poderes en la democracia de los ricos: cuando está en juego que pierdan algo los poderosos, siempre tienen reaseguros entre el Ejecutivo y el Legislativo y dentro de este último una cámara un poco más democrática y una cámara más reaccionaria.

Macri declaró el mismo 8, que sin importar el resultado de la votación, la democracia ya ganó. ¡Esa es la democracia de los ricos y poderosos! Porque lo cierto es que el Senado se llevó puesta la voluntad popular expresada de mil formas en las movilizaciones del 8M, en los paros de mujeres, en los colegios, en las calles, en las universidades, en los barrios, en la televisión, en todas partes y en dos gigantescas vigilias, el 13J y el 8A. Nadie con dos dedos de frente se cree que hubo marea verde y marea celeste equivalentes. Es clarísimo que la pelea por el aborto legal es una verdadera marea y lo otro son el poder del Vaticano, la plata de las iglesias evangélicas, de encumbrados colegios médicos y clínicas privadas, de los que se hacen ricos haciendo abortos clandestinos y un puñado de reaccionarios al servicio de que nada cambie, o sea que no se cuestionen los privilegios ni su poder.

Y lo que está en cuestión es que las mujeres podamos decidir sobre nuestro deseo, sobre nuestra sexualidad, sobre nuestro cuerpo. Lo dejó clarísimo la respuesta frente a la muerte de Liliana Herrera de 22 años en Santiago del Estero por un aborto realizado en la ilegalidad. La respuesta contenida en el rechazo mayoritario en el Senado, la respuesta contenida en la letanía de la defensa de “las dos vidas”, es que está bien que una mujer que no quiera continuar con un embarazo, por la razón que sea, reciba como castigo la muerte.

Pero estos señores y señoras senadoras no deberían festejar demasiado. Una de las tantísimas chicas de glitter verde comentaba con su amigo que “ahora ya les conocemos las caras, no van a poder salir a las calles tranquilos”.

Después del Senado, cómo seguimos la lucha para que el aborto sea ley

Más de 20 horas de una vigilia de agite, soportando la lluvia, el viento y el frío demostraron la fuerza de la convicción que tiene este verdadero ascenso de la lucha por el derecho a decidir. También dejaron en claro que dejarse vencer antes de tiempo tiene sus consecuencias. La inmensa campaña en los medios para desalentar la movilización porque ya estaba perdida la votación antes de que empiece, no había surtido efecto. La marea verde salió igual a inundar las calles en todo el país. Pero a las 22 hs. se viralizaron los mensajes surgidos de distintas organizaciones, por ejemplo, las kirchneristas, de que era imposible evitar el rechazo y que lo mejor era ir retirándose, aunque todavía no se hubiera votado, para evitar la represión.

Aunque ya era bastante obvio que el Senado es ciego y sordo a los reclamos populares, quedarse hasta el final y no salir corriendo antes de tiempo, salir agitando y con la frente alta, sabiendo que se recibió un golpe pero que no estamos derrotadas, era importante para lo que sigue. Las Rojas y el nuevo MAS estuvimos a la altura de las circunstancias, y así salimos del Congreso, con nuestras banderas y nuestra incansable batucada, junto con cientos de chicas y chicos independientes que aguantaron estoicos la vigilia. Convencidas de que no hay que bajar los brazos, que la pelea es dura, pero que nos exige redoblar el esfuerzo para conquistar el aborto legal. Y nos exige sobre todo organizarnos, porque ahora se viene el operativo “desmovilizar”.

El gobierno y la oposición que juega el juego de la gobernabilidad, ya preparan algunas “concesiones” para que nos quedemos conformes. Chicas, no ganaron todo, pero acá tienen algo y váyanse a casa. En la próxima reforma del código penal, proponen introducir la despenalización. De esa manera, Macri quedaría como el presidente que dio la despenalización del aborto. Y también de esa manera, intentarán hacernos creer que no se puede cambiar todo y hay que conformarse con algo. Pero atención, la reforma del código igual puede venir con otra trampa: que se despenalice solo a las mujeres que abortan, pero no al personal de la salud que realice la práctica. Con lo cual se refuerza la persecución a las y los trabajadores de la salud que están con las mujeres, se refuerzan las condiciones de la clandestinidad. Además de que la reforma del código viene con un intento de reforzar la persecución a las luchadoras y los luchadores, por ejemplo, a las y los trabajadores que pelean contra los despidos. Por supuesto de que va siendo hora que se despenalice totalmente el aborto, y para eso también hay que pelear. Pero no nos conformamos con algo. ¡Vamos por el aborto legal en el hospital! ¡Y no negociamos un avance para las mujeres por un retroceso para el conjunto del pueblo trabajador y de los luchadores!

Por otro lado, el diputado sororo Lipovetzky propone un plebiscito o consulta popular. ¡Eso sí que es una verdadera distracción! ¡Porque la mayoría de la sociedad ya se pronunció! Y porque aunque sea vinculante, siempre el Congreso lo puede rechazar, ya que se necesitan mayorías especiales para que un proyecto ingresado por esa vía sea aprobado. Los que nos quieren hacer creer que por ahí es el camino para conquistar el aborto legal, no son más que una versión del viejo y conocido policía bueno-policía malo. Para conquistar el aborto legal hay que organizarse, hay que debatir en el conjunto del movimiento de mujeres, estudiantil, en los barrios y en todos los lugares de trabajo cómo continuar la campaña y por sobre todas las cosas, sostener la movilización para ganar el aborto legal. Una primera señal de que la marea verde no se deja derrotar así de fácil, es que hoy 9 de agosto, todas volvimos a salir con el pañuelo en la mochila, en la cartera, en el cuello. Te invitamos a sumarte a las reuniones abiertas, asambleas y plenarios que vamos a realizar este fin de semana, para hacer juntas el balance del #8Ay debatir cómo seguimos. No se puede esperar hasta el 2019, la lucha es ahora, ¡para que no haya ni una presa ni una muerta más por aborto clandestino! #QueSeaLey

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí