Días atrás, el Ministro de Economía, Martín Guzmán, admitió que la inflación del mes de junio sería «parecida» a la del mes de mayo, es decir, que rondaría en un 3%. Aunque, declaró que la inflación está en camino «descendente» y que se esperan números mensuales en torno al 2% para la segunda mitad del año, cuando el país lleva acumulada una inflación del 25% desde enero.
Consultoras privadas, como C&T proyectan un 50%, mientras que LCG habla de un 48% de inflación para este 2021. Estas cifras están demasiado lejos de la meta inflacionaria prevista por el Presupuesto que estimaba un 29% de inflación para todo el año. El ministro Guzmán, artífice de esa cifra se excusó diciendo que la previsión sufrió un «desvío».
Parece una broma de mal gusto cuando a causa de ese «desvío» la mayoría de las paritarias cerraron en torno a un 35 o 36%. Parecía que los salarios le ganaban a la inflación, pero no. La realidad estuvo lejos de ese verso del gobierno bien vendido por las direcciones sindicales traidoras.
Si hoy se espera una reapertura de las paritarias o una nueva discusión a partir de las clausulas de revisión que algunos acuerdos prevén para los meses de septiembre o noviembre, lo cierto es que los acuerdos que impulsa el gobierno se vuelven a quedar cortos ya que giran en torno a un 45% de aumento en cuotas. Comparando en aumento anual de la inflación con el de los salarios, son estos últimos los que volverían a perder por cuarto año consecutivo.
Camilo Tiscorni, director de C&T Asesores Económicos, declaraba en El Economista que, si bien “en el primer bimestre los salarios mostraron cierta recuperación, en marzo hubo un pico de inflación de 4,8% y en abril fue 4,1%» entonces esa mínima recomposición de la que se jactaba el gobierno inmediatamente se esfumó.
El poder adquisitivo de los salarios se sigue erosionando
Si hablamos del poder de compra que los salarios tienen hoy en Argentina, nos toca hablar de un panorama poco alentador. Como te contábamos en otra nota, según datos publicados por el estudio Broda el salario real de unos 5,7 millones de trabajadores privados registrados en el país es el más bajo de los últimos 18 años. Se trata del peor momento en relación al poder de compra de los mismos desde el año 2008.
En un informe de presentado a fines de mayo por el IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) se reafirma este escenario al indicar que «en marzo de 2021 el IPC nacional tuvo un crecimiento interanual del 43%, mientras que los salarios del sector privado registrado y del sector público (nacional y subnacional) crecieron 32% interanual. Por su parte, los salarios del sector privado no registrado (informales) crecieron 37% interanual«.
A partir de los datos recabados el informe advierte que el poder adquisitivo del salario de las y los trabajadores en los últimos tres años sufrió «una pérdida que fue equivalente a entre 3 y 7 salarios» y agregan al respecto que «la mayor caída real se dio entre marzo 2018 y marzo 2019» coincidiendo con los años de la revolución de la alegría de Macri y compañía.
Si agregamos que la fragmentación del mercado laboral y, por ende, la heterogeneidad al interior de la clase trabajadora del país, vemos el dato de que en los últimos tres años esta pérdida fue mayor en el sector privado no registrado (informal) de 6,8 salarios. Mientras, en el sector público esta pérdida en la capacidad de consumo equivale a 4,7 salarios, según IARAF.
Pese a las muchas declamaciones de los ministros del gabinete acerca del anhelo de que «los salarios le ganen a los precios», el ajuste por la vía inflacionaria sigue siendo una realidad palpable y difícil de ocultar. Más cuando los diferentes sectores de trabajadores/as ven en el día como sus salarios valen cada vez menos. Si las direcciones sindicales hoy se alinean con la política de salarios a la baja del gobierno, no deja de ser claro como primer paso la lucha por torcer este rumbo que tan caro cuesta al pueblo trabajador y sus condiciones de vida.