
Incluso con la próxima actualización del salario mínimo vital y móvil que se realizará en marzo, con un aumento del 6%, el mismo seguirá por debajo de la canasta de indigencia. A su vez, una familia necesitó 56 mil pesos para no caer bajo la línea de pobreza: son necesarios casi tres salarios mínimos para superarla.
Los cálculos de la canasta de pobreza e indigencia los realiza el INDEC teniendo en cuenta una familia «tipo», con dos adultos y dos menores.
Sin embargo, los datos oficiales tienden a poner un techo bastante más bajo del real para que los gobiernos puedan mostrar números desinflados de pobreza e indigencia. Cualquier persona que tenga que mantenerse por su cuenta sabe que cuatro personas viviendo con 56 mil pesos deberían tener que elegir qué comidas ahorrarse y si la vivienda más conveniente es una con techo de lona o de cartón.
Los datos arrojan del INDEC arrojan que durante todo el 2020 los salarios no pararon de perder frente al costo de la Canasta Básica.
Así, el costo de la canasta básica total registró un aumento del 4,2% desde diciembre y una suba del 39,8% respecto al mismo mes del año pasado. Por su parte, la canasta básica alimentaria, en los mismos períodos, registró un aumento (oficial) del 4,6% y el 44% respectivamente.
La evolución de los salarios estuvo muy por debajo de esos números. En 2020 crecieron en promedio un 33% según los números oficiales. Sin embargo, siempre los «promedios» son engañosos. Sectores concentrados y muy organizados de la clase trabajadora, como los aceiteros, lograron aumentos por encima de esos números gracias a su tenaz lucha de los últimos días del año pasado.Si hacemos un «promedio» de su aumento respecto a otros, resulta que cada vez más trabajadores son lisa y llanamente indigentes.
Hay una obvia correlación entre la pobreza de los trabajadores y su organización. Apenas el 10% de los obreros pobres están sindicalizados. El 25% de ellos trabajan en la informalidad. Hay ramas enteras de la economía donde la pobreza de pandémica entre quienes las hacen funcionar con el sudor de su frente. Por ejemplo, la mayoría de los trabajadores rurales ganan salarios de hambre, abandonados a su suerte por los traidores de la UATRE.

Y sin embargo, los aceiteros tuvieron que soportar campañas sobre lo «privilegiados» (y por lo tanto, egoístas) que son. Sí, mientras la economía se desangra por los inmensos montos que van a los bolsillos de los archi ricos que poseen deuda del estado, los «privilegiados» son los trabajadores que pueden comer todos los días.
Mientras comienzan las primeras paritarias, los cómodos y bien vestidos funcionarios del gobierno y sus cómplices sindicales hacen circo. «Las paritarias no tendrán techo» dijo Santiago Cafiero desde su cómodo sillón. Hablan de que los salarios recuperarán su poder adquisitivo. La política real del gobierno de Alberto Fernández es muy diferente: el techo de la paritaria nacional docente ya es del 29%, exactamente la misma cifra de inflación proyectada por la ley de presupuesto del estado nacional. Sin embargo, es ampliamente sabido que ese número es absolutamente arbitrario y nadie espera realmente una inflación por debajo del 40%.
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