El rol del fotoperiodismo bajo el gobierno de Milei

Hace algunas semanas, desde el ¡Ya Basta! llevamos a cabo una charla taller donde abordamos el rol del fotoperiodismo (y del periodismo en general) bajo el gobierno de Milei. Queremos seguir abonando al debate en nuestra universidad.

La exposición en la charla estuvo a cargo de Paula Abal, estudiante avanzada de la Licenciatura en comunicación Social, que recientemente estreno el corto documental Voces de Resistencia; y de un compañero sociólogo recibido y fotoperiodista con  años de experiencia en la Agencia Télam y ARGRA, que cuenta en su haber con la cobertura de innumerables movilizaciones, y que durante este gobierno a sufrido la represión policial con la que buscan amedrentar a los trabajadores de prensa.

Este debate se enmarca en una situación política nacional donde el gobierno de Milei, ahora rescatado momentáneamente por el FMI, viene de protagonizar varios traspiés: desde su asunción se caracterizó por mantener un discurso violento contra organizaciones sociales independientes, periodistas y artistas. Su discurso en Davos en enero pasado, cargado de odio contra el movimiento LGBTI, el escándalo de la cripto estafa, la brutal represión a los y las jubiladas que se manifiestan porque cobran una miseria. Ahora su plan económico pareciera no estar marchando según sus planes con el dato de la inflación nuevamente trepando al 3,7%, el nuevo endeudamiento con el FMI y la liberación parcial del cepo cambiario. A partir de estos acontecimientos, el gobierno se enfrenta a expresiones de descontento en capas más orgánicas de la sociedad. Es en este contexto donde se sintió una profunda sensibilidad ante la grave herida recibida por el fotoperiodista Pablo Grillo en la brutal represión de la movilización del 12 de marzo, y donde las justificaciones que esbozaron distintos funcionarios del gobierno, principalmente Patricia Bullrich, despertaron más aún el repudio popular. Estas dos caras de la moneda reflejan que a pesar del carácter del gobierno, la sociedad no está dispuesta a tolerar atropellos a las libertades democráticas, los discursos de odio o la represión.

En esta pelea abierta, donde los gobiernos de ultraderecha no estarían pudiendo consolidar sus planes ni derrotar la resistencia de los de abajo, buscan legitimar sus discursos a partir del control de las imágenes, de disputar el sentido atacando a los movimientos de lucha  y amedrentando a la prensa y a la organización independiente de trabajadores y estudiantes. Es por eso que desde este espacio apostamos a formar y organizar un espacio de debate para los estudiantes en general, y para los estudiantes de Comunicación Social y la Licenciatura en Artes, acercando estos debates que atañen a nuestra profesión y con el fin de involucrarse activamente en la disputa de sentidos por la defensa de nuestro derechos.

Reivindicar a los y las comunicadores como trabajadores de prensa

En los canales de noticias mainstream muchas veces se distorsiona la realidad que se vive por lo bajo, se hace eco de estadísticas amañadas, cifras de inflación y datos de pobreza que no se condicen con lo que sienten las y los trabajadores en el bolsillo, no refleja las problemáticas y preocupaciones que aparecen en los diálogos con pares en los lugares de trabajo, o con compañeros y compañeras en las universidades. Esta manera parcial de contar la verdad -una verdad que se presenta como absoluta- está teñida de intereses económicos y políticos, y tiene como fin no alterar el status quo, buscando eliminar cualquier perspectiva de expresar el descontento popular por fuera del recambio electoral de la democracia burguesa. Es decir, gestionando el descontento social, cuidando del desborde de las vías institucionales, sin importar los estragos en materia social que deje como saldo las políticas de capitalismo voraz que se apliquen.

Pero estos multimedios tienen un límite. Como expresó Paula Abal: “los medios masivos tienen una gran llegada y la posibilidad de marcar agenda e instalar discursos, pero no escapan a los procesos sociales e históricos de la vivencia cotidiana, tienen que corresponderse con procesos que son parte de la vida real. Los medios pueden sobredimensionar algunos, ocultar otros, etcétera. De igual manera, cuando desde abajo se impone una lucha esta no puede ser negada ni escondida, solo no mostrándola, ya que esto impacta en términos de credibilidad, y esta también forma parte del juego del mercado. No pueden negar la realidad, aunque lo intenten, y no pueden porque existe una sociedad”. En ese sentido, el caso de Pablo Grillo demuestra que a pesar de los intentos del gobierno de deslegitimar la militancia y la profesión del fotoperiodismo, se topó con una imagen que se convirtió en una reivindicación desde la cual la sociedad salió en su defensa: él y su cámara cubriendo la protesta social.

En otras palabras -y aunque más de un catedrático quisiera negarlo- los discursos de los medios no operan sobre el vacío, sino sobre la lucha de clases: la sociedad no es un cuerpo inerte que acepta sin más los planes motivados por intereses ajenos, sino que se apresta a la defensa de sus derechos y sus condiciones de vida, del ambiente que lo rodea, y que expresa su solidaridad con pueblos oprimidos en distintos puntos del globo, como las masivas movilizaciones contra el genocidio en Palestina que tuvieron lugar en EEUU y distintos puntos de Europa, o la inmensa huelga de repartidores en Brasil. Es en este punto donde adquiere mayor relevancia el rol del fotoperiodismo, captar esas imágenes de lugares distantes para que se sepa que en otros lados, también hay resistencia y dotar de voz a los sectores oprimidos. Que sirvan de argumento para que se escriban ríos de tinta que cuenten la otra cara de la experiencia en esta nueva etapa contra los gobiernos de ultraderecha. En la historia reciente tenemos algunos ejemplos de cómo esto ha servido para desarmar discursos reaccionarios contra, por ejemplo, el movimiento piquetero como fue el caso de La Masacre de Avellaneda en junio de 2002, caso a partir del cual se disputó y se conquistó, al menos por unos años, la no represión a la protesta social.

¿Cómo se defiende el fotoperiodismo?

En los trabajadores de prensa impera la precarización laboral, la multitarea y el trabajo freelance. Sobre este punto, el compañero trabajador de Télam aportó que “las y los fotoperiodistas van a las movilizaciones a cubrir sin tener garantizado que puedan colocar sus fotos en algún medio, e incluso algunos medios tienen sus propios periodistas gráficos que cubren las sesiones del Diputados y Senadores desde el recinto, y sub contratan de forma precaria a otros trabajadores para que cubran las movilizaciones por las eventuales lesiones que pudieran sufrir”.

A pesar de estos riesgos que se acrecientan con los gobiernos de ultraderecha, los fotoperiodistas cuentan con el respaldo de una sociedad movilizada que repudia la represión y las agresiones a la prensa. El ataque a Pablo Grillo y a través de él a la profesión, generó una visibilización que desde las organizaciones y las universidades y debemos tomar para problematizar el rol social de los trabajadores de prensa.

¿Cómo seguimos?

Al finalizar la charla surgieron varias preguntas por parte de los y las concurrentes, entre las cuales resaltó la de un participante que preguntó ¿Cómo sabes dónde poner el ojo? El compañero fotoperiodista, con mucha sensibilidad contestó: “Con las fotos se busca sintetizar, está el plano de lo simbólico, como asociar a la policía al tacho de basura. Pero también la responsabilidad de contar las historias que sabes que no se cuentan”.

Como conclusión, resulta fundamental entender al comunicador – ya sea fotoperiodista o comunicador- como parte del colectivo de trabajadores de prensa y desde asumir esa identidad colectiva, se pueda organizar la pelea contra la precarización laboral que sufre el sector, especialmente el fotoperiodismo. De igual modo, la tarea del fotoperiodismo, sobre todo bajo gobiernos de ultraderecha, debe ser abordada desde la sensibilidad social y estar al servicio de las luchas de los sectores explotados y oprimidos, que sirva como un altavoz para sus reclamos, y que funcione como una herramienta central en las disputas por los sentidos propias de las prácticas de comunicación. En ese sentido, involucrarse en las problemáticas sociales, dialogar con sus actores, cuestionar lo establecido, debe ser tomado como parte del quehacer de la profesión con una perspectiva emancipadora.

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