El trabajo periodístico a lo largo de la historia y en todo el mundo, es uno de los que más ataques recibe de parte de grupos mafiosos, de parte de instituciones que suelen estar cuestionadas y también de los gobiernos, sobre todo si estos tienen un mayor sesgo autoritario. No es casual que durante la última dictadura, hayan más de 220 periodistas y trabajadores de prensa y comunicación en las listas de desaparecidos.
El periodismo, como un vehículo informativo para la población, fue y es blanco de amenazas, descalificaciones, persecución y hasta asesinato de quienes intentan mostrar lo que sucede día a día en sus comunidades y en el mundo. Argentina no está exenta de esta triste situación, nunca lo estuvo.
El primer periódico de nuestro país fue “La Gazeta de Buenos Ayres”, fundada en 1811 por Mariano Moreno, uno de los ideólogos de la Revolución de Mayo, que en su decreto de creación decía “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representados”. La Gazeta, obviamente, era un medio que tenía una impronta política en esos tiempos de revolución e independencia, informaba sobre acontecimientos de la vida cotidiana, pero fundamentalmente era un medio que impulsaba las ideas revolucionarias de esa época en la que gobernaba la Primera Junta de Gobierno Patrio, de la que el periodista y abogado Moreno era figura clave. Pero sin dudas, esta publicación era incómoda para los primeros agentes de los imperios de entonces, si bien siguió funcionando hasta 1821, había perdido el rigor de los primeros tiempos. Una de las muertes más dudosas de la historia argentina es la de Mariano Moreno, quien fallece en alta mar cuando se dirigía a un destino diplomático en Londres, lo más extraño, su cuerpo fue arrojado al mar.
Pero volvamos a nuestros días, antes de asumir la presidencia Javier Milei ya tenía una relación conflictiva con la prensa independiente, a quienes calificaba de “ensobrados”, “ignorantes”, “mentirosos” y muchos epítetos más que muestran largamente el odio irracional de Milei.
Es así que arremete contra los medios públicos, el caso más paradigmático es el cierre de la Agencia Télam que tenía presencia en todo el país, tenía abonados desde los grandes medios de la Ciudad de Buenos Aires, hasta radios comunitarias, publicaciones independientes y publicaciones web, muchas veces hechas a pulmón, pero además, a lo largo y ancho de la Argentina, ya que la Agencia tenía con corresponsales en todo el país. Es la política de un gobierno que se reclama amante de la libertad, pero que reniega de una de las primeras libertades que se deben respetar, la libertad de expresión.
Durante esta casi año y medio de gobierno, los ataques a la prensa fueron innumerables, con situaciones que asustan y que han merecido el repudio no solo de los sindicatos de trabajadores de prensa, sino también de los que nuclean a empresarios de medios, como ADEPA, la misma SIP y desde Amnistía Internacional, con informes que demuestran que las situación del periodismo en nuestro país y la libertad de expresión en estos meses del gobierno de La Libertad Avanza es muy difícil, llena de hostigamiento a periodistas de todos los medios.
Salvo algunos pocos “periodistas” aduladores del régimen mileista, como Joni Viale, Luis Majul, Cristina Pérez o o Alejandro Fantino, entre otros, escapan a la dureza de las afirmaciones de Milei y su entorno. Algunos de estos presentadores han sugerido no politizar la exitosa serie “El Eternauta”, reciente estrenada en una plataforma, Viale, quien fue protagonista de una entrevista digitada con el Presidente, donde se filtró la presencia de Santiago Caputo diciendo hasta donde o qué se le podía preguntar, un verdadero papelón del medio en el que salía la entrevista y del propio periodista, sin embargo, este mismo presentador dice que los periodistas deberían tener más autocrítica, cuestionando a sus colegas que quedan en cierto modo en indefensión. De esta arremetida no se salvan ni siquiera comunicadores de medios ideológicamente cercanos al Primer Mandatario, tan sólo porque algunas actuaciones del Jefe de Estado o su gobierno fueron criticadas, lo lamentable que situaciones se repiten con algunos miembros de su gabinete o su el entorno de confianza que no aceptan el menor cuestionamiento.
Los embates contra la prensa son el pan nuestro de cada día, no se puede hablar de cosas que involucran al gobierno de manera non sancta. El caso más emblemático es el de la crypto moneda $Libra, que fue no sólo un hecho anecdótico, era más que eso y por eso buscaron la forma de no dejar que la prensa pueda informar más, tapar como sea, buscar otras noticias para dejar olvidado el tema. Pero son muchas otras maniobras reñidas con la honestidad que pretenden ocultar, con calificativos a quienes se animen a decirlo., a<sí como también hablar o mostrar imágenes de la represión a las protestas, como suceden casi todos los miércoles contra los jubilados. Milei y sus funcionarios como Manuel Adorni, Patricia Bullrich, Santiago Caputo, entre más, tuvieron expresiones y actuaciones que están reñidas con el respeto a la libertad de expresión, a la libertad de prensa, señalaremos sólo algunas.
El caso más impactante es el de Pablo Grillo, el fotógrafo herido en una las brutales represiones a las protestas de los jubilados de los miércoles, Pablo estuvo debatiéndose entre la vida y la muerte y la ministra de Seguridad formulaba declaraciones que prácticamente lo culpaban de haber quedado al borde de morir. Pero siguieron las amenazas y atropellos a los trabajadores de prensa, como las de Santiago Caputo que sacó una foto de la credencial de prensa del fotógrafo Antonio Becerra, en un claro intento de intimidarlo. Las descalificaciones constantes en sus conferencias de prensa de Manuel Adorni, portavoz oficial y candidato a legislador porteño por La Libertad Avanza. Lo más grave, que es el presidente Javier Milei quien incita a despertar los odios más repulsivos en sus seguidores con su frase “No odiamos lo suficiente a los periodistas”.
Ante la gravedad de estos hechos, no deberíamos estar callados, porque seguramente, ante cierta pasividad, corremos el riesgo que se agraven y hasta tengamos que lamentar situaciones de mayor intimidación que en un gobierno que se declama amante de la libertad, no debieran ocurrir. Aunque sabemos que la libertad es solo para sus negocios, no para expresar críticas a actos del gobierno que van en contra de la gente y mucho menos a ejercer el derecho a la protestas, cuando hay situaciones que ameritan una manifestación para hacer oír la voz de quienes perdemos con este modelo.