Por Rafael Salinas
Durante casi una semana, el desastre de un apagón a escala nacional castigó, aunque desigualmente, a gran parte del territorio venezolano.
La energía se cortó durante varios días, prácticamente en todo el mapa de Venezuela, empezando por la capital, Caracas. Advirtamos que los cortes de luz han sido en los últimos años una molestia creciente para la población. Pero en este caso, hubo un salto cualitativo, no sólo en la extensión, sino también en la duración de los cortes.Esto los transformó en una cuestión política de primer orden.
Desde Washington, Mike Pompeo –el matón provocador que Trump ha designado para impulsar las hostilidades contra Venezuela– aprovechó la oportunidad para redoblar ataques y amenazas. Desde su trono imperial, Pompeo sintetizó cómo debe terminar lo de Venezuela, de acuerdo a los planes de USA: «No hay comida, no hay medicinas, ahora no hay electricidad; lo próximo, no habrá Maduro«.
Simultáneamente, en Caracas, su títere, el “presidente paralelo”Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez –después de su reciente fracaso en consumar un golpe destituyente tras la farsa de la “ayuda humanitaria” que entraría desde Colombia y Brasil– puso en marcha una campaña increíble, pero que lo retrata de pies a cabeza:
Es la campaña por la aplicación de un artículo de la Constitución que permitiría: “Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país” (inciso del art. 187). Esto, mediante una interpretación retorcida, quiere ser utilizado por Guaidó para “legalizar” un pedido de invasión y ocupación militar de Estados Unidos y sus títeres del “Grupo de Lima”, que lo auxilian en la tarea de someter a Venezuela.
A lo largo de los años, hemos visto toda clase de campañas electorales y políticas, algunas muy peculiares y/o archireaccionarias. Pero jamás nos habríamos imaginado que una corriente política latinoamericana, con su principal dirigente a la cabeza, decidiese poner expresamente, en el centro de su actividad, una campaña paraser invadidos y ocupados por EEUU y sus aliados de turno… y lograr así un cambio de régimen y de gobierno.
Pues bien, esa es la campaña lanzada ahora por Guaidó y sus amigos de la Asamblea ¿Nacional?, luego del fracaso de Cúcuta.
Con esa bandera, Guaidó salió a la calle, aprovechando el clima de justificada rabia por el desastre del apagón. La respuesta popular fue muy pobre. Las fotógrafos de los grandes medios, expertos en transformar un puñado de adictos en una gran multitud (y viceversa), no pudieron disimular que Guaidó tuvo un acompañamientoescaso, teniendo en cuenta la magnitud del desastredel sistema eléctrico venezolano y los sufrimientos que eso conlleva.
La catástrofe de Maduro y su régimen no tiene límites
Pero todo eso no implica subestimar la situación atroz que están viviendo las masas trabajadoras y populares en el régimen de la lumpen-burguesía que impera bajo la batuta de Maduro y su pandilla.
El super-apagón llevó esto al colmo, que va desde atrocidades, como los muertos en hospitales sin generadores de emergencia que solucionen el corte, hasta la desesperación de las familias que veían pudrirse los alimentos en sus heladeras paradas. ¡Y eso en una situación económico-social en que para la gran mayoría –que no tiene los bolsillos repletos de dólares– conseguir comida que pueda pagar, implica una lucha agotadora!
Un punto especial de sufrimientos fue el agua, algo doblemente necesario en un país tropical. En muchos sitios, sobre todo en barrios de las grandes ciudades, implicó que los tanques no pudiesen reponerse. Al segundo o tercer día, en muchos edificios, se habían agotado.
La desesperación llevó a muchos, por ejemplo en Caracas, a descender a los canales de cemento a cielo abierto donde corre tanto el agua de lluvia como de las cloacas… Y con eso, bañarse y hasta beberla.
Maduro y la ciencia-ficción
Las causas de esta caída global del sistema eléctrico podría resumirse en pocas palabras: éste viene deteriorándose peligrosamente, tanto por la falta de mantenimiento y renovación como por una serie de fechorías que han llenado los bolsillos de muchos personajes de arriba.
Digamos que algo parecido ha ido sucediendo en las refinerías de petróleo donde una ya ha cerrado y las otras vienen produciendo en mínimos históricos.
Maduro y su gente no quieren admitir responsabilidades en el desastre eléctrico. Entonces han inventado la fábula de“ataques”, de un “golpe eléctrico”, que atribuyen a la oposición y al imperialismo. Un “sabotaje” a gran escala.
Pero como las plantas generadoras y otras instalaciones están permanentemente custodiadas por las Fuerzas Armadas, entonces, recurriendo a la ciencia-ficción, se habla de un “sabotaje por vía cibernética”. «Ha sido un ataque de golpe eléctrico por varias vías: Primero el ciberataque al cerebro del sistema computarizado de la empresa Corpoelec en El Guri y el ciberataque desde el exterior al cerebro de conducción que queda en Caracas.» (Agencia Venezolana de Noticias [AVN], 12/03/2019).
Estas “explicaciones” fueron hechas trizas por varios especialistas en el tema, que además son todos de izquierda y, asimismo, de trayectoria “bolivariana” indiscutible.
Citaremos a uno de ellos, Alejandro López González, Ingeniero Electricista en la Universidad del Zulia. Trabajó como investigador. Fue miembro de la mesa técnica de construcción del Plan Nacional de Formación (PNF) en Electricidad para la Educación Universitaria y representante de la Universidad Bolivariana de Trabajadores «Jesús Rivero».Actualmente se dedica a la investigación de temas socioeconómicos y geopolíticos del petróleo y las energías alternativas.
En su artículo “El Black-Out del sistema eléctrico venezolano: ruptura del equilibrio en la generación termoeléctrica” (Aporrea, 12/03/2019) hace trizas las “explicaciones” del gobierno y muestra cómo el sistema eléctrico de Venezuela ha ido de mal en peor, esencialmente por decisiones tomadas desde arriba. Pero estas “equivocaciones” no fueron por ignorancia o azar… En ellas pesaron decisivamente los intereses de la “boliburguesía” y de sus funcionarios.
“Gran parte de los generadores –denuncia López González– comprados en los últimos diez o quince años hoy no funcionan. Sólo el 10% están hoy operativos. Esas compras fueron determinadas no por razones técnico-científicas, sino por sobornos, al comprar máquinas de calidad inferior o que no eran adecuadas.
“Así, por último pero no menos importante –concluye López González–, está el problema de la corrupción. Se perdieron unos 38 mil millones de dólares en todo este proceso que no ha generado sino pérdidas, y lograr restablecer todo el sistema de termoeléctricas costaría hoy, al menos la mitad de eso. Los más sonados y recientes casos de corrupción destapados en España con Nervis Villalobos, revelan el enorme desfalco a la nación realizado a través de las compras fraudulentas de estas máquinas de generación termoeléctrica que hoy están totalmente indisponibles.”
Otro investigador, Oscar Heck, en su artículo “¿Lo que Maduro y Rodríguez nos dice son verdades o mentiras?” (Aporrea, 11/03/2019), desarrolla minuciosas explicaciones de cómo funcionan las complejas redes de producción y distribución de un sistema eléctrico nacional. En eso incide, otro aspecto importante de funcionamiento del régimen de la “boliburguesía”, el caos que acompaña generalmente a la corrupción y el saqueo. Y tiene consecuencias técnicas que pueden llevar a desastres como el actual.
Expliquemos esto: si un vecino pobre se “cuelga” de una línea eléctrica, esto no tiene prácticamente consecuencias técnicas. Pero si, desde arriba, se organiza masivamente el robo y hasta la exportación de energía robada, por ejemplo, a Colombia, esto puede generar desequilibrios mayúsculos, que lleven a desastres como el actual. Para evitarlos, son necesarios estrictos controles: algo que se choca con el robo masivo de energía.
Y este saqueo generalizado organizado desde arriba, se extiende también a los materiales, equipos, máquinas, etc. “El nivel de mantenimiento y de almacenamiento de repuestos es muy bajo –concluyeHeck–, y casi inexistente en gran parte del país debido probablemente a la masiva corrupción que este gobierno permite, el robo de materiales, y la cultura generalizada bajo Maduro de la indolencia y del descuido, esto en sí debilita de manera muy significativa el grid [red] a todos sus niveles, y lo hace muy vulnerable a las fallas…”
Consecuencias políticas
Pero las consecuencias son mucho más amplias. También son políticas. La mayor catástrofe de todas, es que, por lo menos inicialmente, esta boliburguesía inició su curso político (y de acumulación) hablando de “antiimperialismo” y de “socialismo”… mientras aprovechaban para llenarse los bolsillos.
Al mismo tiempo realizaban una profunda tarea antisocialista, en primer lugar, impidiendo (y persiguiendo) cualquier intento deorganización independiente y democrática de los trabajadores y de control de las empresas. Es que eso era y es incompatible con los operativos de saqueo y enriquecimientoque llevaron a cabo en Corpoelec y demás empresas del Estado. ¡Manos libres para robar y hacer negociados!
Aunque los que hacen esto hablan de antiimperialismo y hasta de socialismo, sus resultados finales (además de los desastres de gestión… y de llenarse los bolsillos) son los de justificar luego las privatizaciones y el neoliberalismo más extremo.
Lamentablemente, el caso de Corpoelec y, en general, del curso final del chavismo, es otro ejemplo de este enredo. La única forma de evitar esto, es que los trabajadores, tanto de Corpoelec como de toda Venezuela, se constituyan como una fuerza independiente que enfrente las embestidas del imperialismo yanqui y sus agentes como Guaidó, pero que también actúe con plena independencia de Maduro y su fracción.