Por Luz Licht
Hace horas se dio a conocer la decisión del gobierno de Macri de quitar el beneficio a jubilados de la devolución del 15% del IVA a las compras con tarjeta de débito. Este nuevo manotazo del gobierno afectará a alrededor de 9 millones de jubilados, puesto que el régimen de reintegro regía para los que cobran el haber mínimo, pero también para quienes perciben pensiones no contributivas, beneficiarios de planes sociales como la AUH, incluso para quienes reciben la beca del plan PROGRESAR, con lo cual la cifra de afectados será muy superior.
Esta medida estaba vigente desde el año 2016, con la ley 27.253. Sin embargo, el tope de reintegro de 300 pesos nunca se actualizó al ritmo de la inflación, estando siempre a destiempo para paliar los constantes aumentos de precios. Demuestran así que las intenciones de beneficiar a los de abajo son más palabras vacías y letras muertas que una preocupación real para los políticos del régimen.
Este gobierno sin embargo, muestra una vocación particular de atacar cualquier tipo de derecho o beneficio mínimo del pueblo trabajador, los jubilados en particular. Pese a que en la ley de presupuesto de ajuste, sancionada el 24 de octubre del año pasado, estaba destinada una partida de 3.141 millones de pesos para cumplir con los reintegros de este beneficio, el gobierno acusó que no renovará el reintegro para este año, puesto que su vigencia «venció» en diciembre del 2018.
Para mayor indignación con esta tomada de pelo (por ser suaves), funcionarios declararon que esta no renovación es en pos de «buscar otras iniciativas de inclusión financiera». De plano es conocido de sobra el carácter regresivo de un impuesto como el IVA, que afecta a los más pobres, a los bienes de consumo de primera necesidad como los alimentos.
Sabido es para las grandes mayorías que la situación actual es insoportable, la plata del sueldo o jubilación no alcanza para nada, mientras que Macri y sus medidas no hacen más que golpear los bolsillos de los trabajadores y el pueblo. A la broma de mal gusto que usan por justificación basta contraponerle la realidad, a la ofensiva constante a la que hay que ponerle un freno, medidas concretas que den un canal a la creciente bronca popular e impidan que se profundicen.
Mientras se esperan señales con vida de los dirigentes sindicales, que no buscan esconder su vocación de traidores funcionales al ajuste de Macri y el FMI, mientras la oposición patronal levanta un programa de derecha que no ofrece una salida que no sea más ajuste, se hace imprescindible un paro activo general y plan de lucha que dé pie a la construcción de un programa frente al fracaso del gobierno, de independencia de clase y que ofrezca una salida desde los intereses de las grandes mayorías.