
La corrida de la moneda yanqui contra el peso tiene varias razones, que ya hemos expuesto:
“Argentina está prácticamente en default, y si no se llegó a ese punto todavía es por la ayuda a Macri del FMI. En los últimos dos años (2017 y 2018) se fugaron del país unos 50 mil millones de dólares y para los próximos dos (2019 y 2020) acumula obligaciones de pagos de 80 mil millones. El Fondo tiene un compromiso de asistencia para cubrir el 55% de las obligaciones de pago del gobierno para el 2019, pero hacia el 2020 cae a un 14%. Nadie sabe cómo hará el próximo gobierno para pagar las sumas de las deudas: la recesión económica con inflación no hace más que profundizarse.
La fragilidad económica entonces es una de las bases de la inestabilidad del dólar, de su tendencia a la suba. No hay forma de generar nuevas divisas con las que pagar las obligaciones de pago con una recesión que nadie espera vaya a desacelerarse (se espera para este año una caída en la actividad de un 2%) y una inflación que no para (en enero rondó el 3%). No hay tampoco ingresos por la vía de inversiones reales en la producción ni con algún crecimiento sensible de las exportaciones. Lo que en la ley del presupuesto del año pasado el gobierno llamaba “inversiones” era deuda, la misma que es hoy impagable.” (Izquierda web, “La escalada del dólar marca el inicio del año político” 21 de febrero)
Con semejante situación de fragilidad, si la economía internacional estornuda, la argentina se resfría. Los motivos de la corrida de estos días remiten a movimientos de los capitales financieros internacionales. Fondos de inversiones de importancia han cambiado la cotización de las acciones chinas, por lo que se calcula que hasta 80 mil millones de dólares colocados en los “países emergentes” se relocalizarán en el gigante asiático.
Siendo Argentina uno de peores “valuados” en términos internacionales por motivos más que sabidos (default en puertas para el año que viene), es uno de los más golpeados por la fuga de capitales y, por lo tanto, en cuanto a la cotización de su moneda. Los especuladores que tienen LELIQs se aprestan a sacárselas de encima, comprar dólares y retirarse del país. Se van así a mercados más seguros y se llevan consigo la cotización del peso.
Se pone así en evidencia de forma más que palpable la fragilidad de la economía bajo Macri, con un PBI que no para de caer. La producción industrial tuvo el mes pasado un derrumbe del 10% en relación al mismo mes del año pasado. Tanto la caída del PBI como la de la producción industrial se expresan en que tampoco se resuelve el problema de la balanza comercial. Si bien agónicamente se ha superado el déficit comercial, el excedente de divisas por exportaciones contra importaciones es absolutamente mínimo. Y todo en el contexto en que la economía sobrevive artificialmente con el pulmón artificial del FMI, que le garantiza al gobierno algo más del 50% de las obligaciones de pago de deuda externa pero apenas un 15% para el año que viene.
No hay forma de que ni este gobierno ni ningún otro gobierno capitalista que venga paguen las obligaciones de deuda sin ir a una renegociación. La balanza de pagos es deficitaria, el superávit comercial es mínimo… el país no genera las divisas suficientes para pagar la deuda.
El fracaso del gobierno de Macri es más que claro. En función de esa realidad, no está claro qué resultados arrojarán las elecciones de este año. Las tareas de la izquierda son claras: la construcción de un frente único en las luchas, para enfrentar los despidos como en Pilkington y FATE, y en las elecciones. Reiteramos así nuestro llamado al FIT y AyL a poner fecha a una próxima reunión para discutir la unidad, que es la única forma de que seamos realmente una alternativa.
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