
La noticia de que el dólar «blue» o paralelo alcanzó los $180 el viernes pasado volvió a poner el tema cambiario en los titulares de los diarios. Hoy tocó un nuevo pico y llegó a venderse a $185.
La presión sobre el dólar ha venido en aumento producto de la alta inflación, que genera el atraso cambiario y el impulso de deshacerse de pesos para aquellos que tengan capacidad de ahorro. En general, los vaivenes significativos del dólar se deben a la necesidad de las empresas de dolarizarse para cubrirse frente a los aumentos de costos y para realizar operaciones en el exterior.
Uno de los motivos de la tendencia relativa de estabilidad del dólar en este 2021 fue la cotización alta de la soja. El pasado mayo alcanzó un precio récord para los contratos de julio y agosto de arriba de 600 dólares la tonelada. Debido a los escasos stocks esperados de las campañas de siembra y cosecha en Estados Unidos, la tendencia general es a la alza. No obstante, de los contratos futuros esperados dos meses atrás la cotización oscila en casi cien dólares menos la tonelada de soja. Entonces, la cotización es alta pero bajó respecto a lo esperado en mayo, por lo que genera más presión a la subida de la cotización del dólar.
El tope de $180 llega después de que el BCRA dispusiera una nueva serie de medidas que limitan la operatoria de dos tipos de dólares restringidos a quienes operan en el mercado financiero: el dólar CCL (Contado con Liqui) y MEP.
Estos dólares le permiten a las empresas dolarizarse de manera legal, ante la imposibilidad de hacerlo debido a las restricciones que rigen para el acceso al dólar oficial (el famoso «cepo»).
Se trata de la compra de acciones y otros instrumentos nominados en pesos pero que pueden venderse en dólares, tanto en el mercado local como en el extranjero. Con un período de espera («parking») entre la compra y la venta del mismo.
El mecanismo es sencillo: compro una acción en pesos y luego la vendo en dólares. De esa manera, hasta ahora las empresas lograban hacerse de dólares de manera legal y se «salteaban» el cepo.
Pero con las medidas impuestas por el BCRA (en conjunto con la Comisión Nacional de Valores), la cantidad de dólares que se pueden operar semanalmente por una misma persona jurídica queda limitada.
La medida fue leída como una mala señal por parte del «mercado», ya que induce a creer que el BCRA se cubre frente a una demanda de dólares que seguirá en aumento. Por estas expectativas más las nuevas medidas impuestas, el dólar blue volvió a recalentarse luego de mucho tiempo en estabilidad.
Contenido, pero, ¿a qué precio?
El gobierno sabe que, en este clima inflacionario combinado con la llegada de la campaña electoral, seguramente el dólar vuelva a la escena política como es común en nuestro país. Comenzaremos a ver los distintos operativos de contención para tratar de evitarlo.
La medida ya mencionada y su consecuente impacto en el precio del dólar «blue» produjeron que el BCRA tenga que recurrir a nuevas estrategias para evitar un salto en la cotización. Y con «nuevas» queremos decir más bien «viejas»: cambiar el problema-dólar por el problema-deuda.
Así es que la autoridad bancaria anunció una serie de facilidades y flexibilizaciones para impulsar la compra de bonos en pesos. Lo que busca el gobierno es canalizar el «sobrante» de pesos hacia otros lugares que no sea el dólar.
De esta manera, agentes de bolsa, bancos y fondos de inversión tendrán nuevas posibilidades para invertir en lo que significa más deuda para el Estado. Aunque, es cierto, se trata de deuda en pesos, es una bola de deuda que en los últimos años no ha parado de crecer. Y en su gran mayoría se trata de bonos a muy corto plazo (dos o tres meses).
Sólo para dar una idea, en los próximos tres meses vencerán 1,2 billones de pesos, que Martín Guzmán intentará financiar por estas horas con nuevas licitaciones, como es costumbre. Los grandes inversores presionan al gobierno para que suba la tasa, amenazando con irse nuevamente al dólar. Algunos ya lo hacen preventivamente para presionar más al gobierno.
En este panorama y con los últimos datos oficiales, la semana pasada se supo que la deuda pública (interna y externa) llegó al mayor nivel de la historia del país: U$S 343.500 millones.
Mientras tanto, en este juego de tire y afloje, los trabajadores ganan un promedio de cincuenta mil pesos, que cada día alcanzan para menos. Los capitalistas presionan por sus negocios y no tendrían problemas en forzar una devaluación que erosionaría aun más los ingresos populares. El gobierno lo «soluciona» de manera cortoplacista amontonando aun más deuda, rezando que nunca llegue el día en que haya que pagar.