El debate presidencial en Brasil sembró dudas sobre la campaña de Lula

Lula salió relativamente airoso del debate no tanto por virtud propia sino por los desaciertos reiterados, la misoginia y el autoritarismo de Bolsonaro. Sin embargo, el debate no dejó ningún ganador claro.

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El domingo a la noche se realizó el primer debate televisivo entre los candidatos que competirán para la presidencia de Brasil el próximo 2 de octubre. El debate no dejó un ganador claro, aunque lo que es seguro es que Bolsonaro fue el gran perdedor.

El evento estuvo marcado principalmente por la polarización entre los dos principales candidatos, el actual Presidente Jair Bolsonaro y el ex mandatario Lula da Silva. Sin embargo, los principales medios de comunicación y analistas políticos de Brasil coinciden en que ninguno de los dos logró erigirse como el ganador del debate.

La táctica del presidente ultraderechista se redujo casi exclusivamente a vincular a Lula con los escándalos de corrupción que estallaron bajo su gobierno, que Bolsonaro calificó como «el más corrupto de la historia de Brasil» y haber sido «un gobierno organizado para el robo».

El candidato del PT, por su parte, intentó no responder a estas acusaciones y centrarse en los «logros económicos» de su gestión. Lula hizo referencia a la reducción de la pobreza, la inversión en educación y los altos salarios, y aseguró que «ese país va a volver». Sin embargo, se cuidó de dar demasiados detalles de en qué consistiría su plan económico en condiciones internacionales radicalmente distintas a las que tuvo bajo sus dos mandatos.

Según las últimas encuestas, el candidato petista mantiene todavía una ventaja de casi 15 puntos sobre Bolsonaro, que hasta antes del debate venía recortando la distancia.

Desaciertos

Bolsonaro intentó reforzar un perfil «anticorrupción», e incluso se refirió a Lula como «ex presidiario» en dos oportunidades. Pero su actitud autoritaria mezclada con la incapacidad para defender su gestión (sobre todo en lo referente al desastre que produjo el negacionismo de su gobierno frente a la pandemia) lo dejaron parado como el claro perdedor del debate de cara a los indecisos. De hecho, el diario Folha asegura que el equipo de campaña bolsonarista tomó la decisión de que el Presidente no participará de los otros dos debates que están pautados antes de la elección.

El peor momento del candidato oficialista se produjo ante una pregunta de la periodista Vera Magalhaes que estaba dirigida a otro candidato, pero que hacía referencia al discurso antivacunas de Bolsonaro. El presidente brasileño estalló en furia y comenzó a gritarle a la periodista que «duermes pensando en mí, tienes algún tipo de enamoramiento», y luego remató: «eres una vergüenza para el periodismo de este país». Las violentas palabras de Bolsonaro fueron ampliamente repudiadas, a pesar de que el presidente se defendió frente a las acusaciones de misoginia argumentando que se trata de un «discurso barato» y que «las mujeres se victimizan».

Lula hizo hincapié en la economía y la situación social, aunque Bolsonaro intentó vincularlo con Alberto Fernández haciendo referencia al «40% de pobreza en la Argentina, cuyo presidente apoya a Lula». Bolsonaro también se refirió a Boric, de Chile, como «el candidato que prendía fuego el metro».

El fundador del PT destacó los indicadores sociales logrados bajo su gestión, aunque se cuidó de no incluir ni hacer referencia a los de su sucesora y aliada Dilma Rousseff, quien llevó adelante un duro ajuste económico. Además, Lula sufrió un llamativo episodio en donde se quedó «en blanco» durante varios segundos en el medio de una frase, que algunos aprovecharon para comparar con hechos similares que protagonizó Joe Biden.

Lula salió relativamente airoso del debate no tanto por virtud propia sino por los desaciertos reiterados, la misoginia y el autoritarismo de Bolsonaro. En las encuestas que los medios realizaron sobre quienes tuvieron la mejor performance en el evento, en ningún caso Lula o Bolsonaro eran elegidos como ganadores, a pesar de que entre ambos ostentan la gran mayoría de los votos, según las encuestas. La polarización en Brasil, como en Argentina y muchas otras partes del mundo, parece estar más fundada en el rechazo al otro que en el convencimiento propio. El debate presidencial en Brasil lo reflejó fielmente.

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