
Quizás te quedó más patente la imagen de ese día de los muñecos colgados en las rejas de la plaza. Porque llegaron a simular el ahorcamiento de históricas luchadoras por los Derechos Humanos, figuras políticas de izquierda, representantes sindicales, etc.
Un asco. Pero, en el tractorazo los grandes empresarios y millonarios del campo argentino también vociferaban y se convocaron contra la asfixiante «presión impositiva» de la que serían «víctimas».
Sí, parte de los sectores capitalistas más ganadores lloran porque pagan muchos impuestos, retenciones. Cerraban su acto hablando de que las herramientas políticas que el Estado aplica en su delirio «intervencionista» terminaban por perjudicar «a los necesitados y vulnerables». No pretendemos defender al indefendible gobierno en estas líneas, el punto es otro. Fijate que interesante ese dispositivo donde buscan instalar dos cosas: primero, el hecho de que son víctimas; segundo: una identificación entre ellos y vos.
La batalla por defender sus super-ganancias
Vamos a ahondar un poco en esto. Le están hablando a alguien, se dirigen al conjunto de la sociedad porque necesitan consenso en su disputa contra cualquier amague de aumento de las retenciones. Así, sus intereses particulares parecen una causa común con la que todas/os deberían solidarizarse. Esa, entre otras, fue la pelea que fueron a dar ese día.
Una advertencia. La disputa parece tener como contrincantes al gobierno de los otrora defensores del «campo nacional y popular» y a los gorilas o campestres. Ahora bien, ocurre que desde el Frente de Todos, los albertistas y kirchneristas, no pueden ni quieren ir hasta el final con ninguna medida que afecte los intereses de estos sectores. Los peronistas y kircheristas le rezan al Dios Valor y la propiedad privada igual que los gorilas. Alberto Fernández propone apenas un debate público sobre las retenciones. No es un chiste, no hay remate.
Entonces, ya metidas/os en tema, te vendrá seguro a la cabeza la histórica frase «EL CAMPO SOMOS TODOS» que sonó allá por el 2008 y sigue resonando. Probablemente porque logró -hasta cierto punto- ser eficaz. Están ganando fortunas y las quieren defender. Como sabrás los precios internacionales de las materias primas – y por ende de los alimentos – así como de los hidrocarburos y energía, se dispararon producto de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Veamos algunas cifras sobre las ganancias del sector agroindustrial local producto de esta suba. Así lo refleja el análisis publicado en Página 12 del informe «Resultados agrícolas» de Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca a cargo de lobbista del agronegocio, Julián Domínguez. Sobre los márgenes de ganancia para el primer trimestre del 2022 se decía que «tuvieron alzas del 25,72 por ciento en el caso del girasol, que pasó de un promedio de 727 a 914 dólares por hectárea (…)»
De todos modos, advierte el párrafo siguiente, «mayores fueron los incrementos de los márgenes brutos para el maíz (31,38 por ciento), la soja de primera (32,79 por ciento), la de segunda (43,09 por ciento) y en especial el trigo, que pasó de 152 a 282 la hectárea, con un alza del 85,52 por ciento.»
Ahora bien, ¿queda alguna duda de que los campestres argentinos vienen batiendo récords en materia de exportaciones y ganancias? Esto decía Agrofy News sobre el maíz: «Las exportaciones de maíz registraron un ingreso récord de dólares entre marzo y abril (del 2022). La Bolsa de Comercio de Rosario informó que las exportaciones del primer bimestre de la cosecha 2021/22 de maíz fueron de US$ 1805 millones. El informe sostuvo que la marca anterior fue de US$ 290 millones en 2013. De esta manera, el maíz da señales de crecimiento.»
Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas…
Entonces, si el «campo somos todos», ¿cómo explicamos que para las grandes mayorías las cifras récord se traducen en pobreza e inflación? Según la última medición del INDEC la pobreza en el país es de un 37,2% – unas 17,4 millones de personas son pobres– y la indigencia es de un 8,2%. Sobre la inflación detengámonos unos momentos. Disculpa, sino hacemos algo para cambiar esto van a seguir siendo malas noticias. Si los precios de las materias primas suben a nivel internacional esto se traslada inevitablemente a los precios locales.
Por eso algunas/os vienen – y venimos, no soy neutral en esta batalla, ¿y vos? – insistiendo en la importancia, entre otras, del aumento de las retenciones. Tal es el caso de Manuela Castañeira y esa consigna que la clava en el ángulo de «Hay que meter un 50% de retenciones al agro y dejarse de joder». Se tenía que decir y se dijo.
Además, claro está, un control de las exportaciones, del comercio exterior y la banca, podrían permitir que se evite una mayor disparada de los precios locales. Pero no solo está la impotencia del gobierno. Con esto de la enorme publicidad de la que gozan las ideas de los liberfachos, los campestres y sus defensores a muchos/as les parece que cualquier tibia medida para afectar la propiedad privada es un atentado contra una institución sagrada…
Hablando de la eficacia a la hora de instalar ideas, ¿no? La apariencia de que la producción agrícola y la exportación récord que genera «el campo argentino» redunda en el crecimiento del conjunto de la sociedad se disipa rápidamente. Nos chocamos con la realidad del día a día del pueblo trabajador y se ve que todo eso es puro humo. ¿No te parece que las ganancias -extraordinarias- son para el disfrute de unos pocos mientras las consecuencias de esto se traduce en sufrimiento para las grandes mayorías?
¿Cómo? No es sólo la inflación que sufre el pueblo trabajador, esa maldita y desesperante diferencia entre tener o no la plata para comer todos los días (eso no es mala suerte, es una tragedia que tiene responsables, es la consecuencia de una política de ajuste). Pero vuelvo. También está la expansión de la frontera agraria que vino con el modelo agroindustrial. Este modelo que se gesta en los años 90 y pone en peligro la fertilidad del suelo, la biodiversidad, que trae sequías, desmonte, desalojos a las comunidades… agudización de las consecuencias del cambio climático.
Hay un problema detrás del boom de las ganancias y es que solo les cierra a los capitalistas del campo argentino y sus cuentas. La ecuación de ellos cierra incluso si el hambre y la miseria crecen para las grandes mayorías. «La grieta es moral» decía Viviana Canosa en un editorial de su programa hace poco. Habría que decirle a la vocera de todo lo que está mal en este mundo y su público que la grieta es de clase. Y, mientras más confusión respecto a esto haya, más margen tienen para imponer sus condiciones los de arriba.
Te dejo antes de terminar una frase de Karl Marx del Manifiesto Comunista, que está en el apartado Burgueses y Proletarios, que se me vino a la cabeza mientras escribía. Sintetiza un poco el tema, a la vez que puede servir como disparador para un debate más profundo:
«El obrero se depaupera, y el pauperismo se desarrolla en proporciones mucho mayores que la población y la riqueza. He ahí una prueba palmaria de la incapacidad de la burguesía para seguir gobernando la sociedad e imponiendo a ésta por norma las condiciones de su vida como clase. Es incapaz de gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aun dentro de su esclavitud, porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una situación de desamparo en que no tiene más remedio que mantenerles, cuando son ellos quienes debieran mantenerla a ella. La sociedad no puede seguir viviendo bajo el imperio de esa clase; la vida de la burguesía se ha hecho incompatible con la sociedad.»
Bueno, no es la idea extenderse al infinito en esta nota. Podemos profundizar en próximas reflexiones sobre este y otros temas. Pero, si me interesa, si nos cruzamos en alguna marcha o si querés comentar esta nota en la página de Izquierda Web o sus redes, ¿Qué opinas al respecto del tema? ¿Estabas al tanto del fenómeno de las superganancias de los capitalistas del campo argentino? Lo más importante, ¿cuál es y va a ser tu trinchera en esta batalla?
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