El Brexit en un laberinto

Los días 12 y 13 de marzo, se sucedieron dos votaciones en parlamento británico que reafirman lo que viene ocurriendo hace meses: el “Brexit” carece de dirección y parece no ir hacia ningún lado.

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Por Ale Kur

 

Según los resultados del referéndum realizado en junio de 2016, el Reino Unido debería abandonar su pertenencia a la Unión Europea (UE). Esto tenía hasta ahora una fecha ya fijada legalmente: el 29 de marzo de 2019. Como se podrá observar, al momento de escribir esta nota faltan solamente dos semanas para esa fecha. Sin embargo, al momento actual parecería más bien que el Brexit no va a ocurrir en ese momento, y probablemente tampoco en el corto plazo.

Pero vamos por partes. El gobierno conservador y neoliberal de Theresa May presentó ya varias veces al parlamento británico una propuesta de “acuerdo” para retirarse de la UE, consensuado con la propia UE. Sin embargo, esa propuesta fue rechazada por la mayoría de los parlamentarios en todas las oportunidades, incluida esta misma semana.

El problema de fondo es que la propuesta intenta conciliar dos tendencias inconciliables. A los sectores rabiosamente anti-UE (en su mayoría grupos nacionalistas de derecha, racistas y xenófobos), la propuesta no los convence para nada porque implica seguir cediendo a las instituciones europeas elementos de soberanía nacional (sobre cuestiones legales, financieras, comerciales, etc.), especialmente a lo largo de un periodo “transicional” que no se sabe cuánto tiempo podría extenderse.

A los sectores pro-UE (especialmente clases medias urbanas y su juventud), la propuesta de May no les convence precisamente porque implica alejarse de la zona de libre circulación de personas y mercancías de Europa. Por último, al Partido Laborista (encabezado por Jeremy Corbyn), de fuerte arraigo entre los trabajadores industriales, el acuerdo de May no le convence ya que pone en riesgo el comercio con Europa y por lo tanto las fuentes de trabajo de su base social. En su lugar, quieren asegurarse la firma de un acuerdo aduanero permanente con la UE que mantenga intacta la base productiva del Reino Unido.

Por estas razones, los legisladores de las más diversas tendencias vienen votando una y otra vez en contra del acuerdo de May. Pero el 13/3, una votación en el parlamento cerró también otra posibilidad: la de un “Brexit sin acuerdo”, es decir, un Brexit donde inmediatamente (dese el mismo 29/3) quedarían rotos todos los acuerdos comerciales, legales, de circulación de personas, etc., con la Unión Europea. Esta perspectiva es la que más preocupa tanto al Partido Laborista como al ala moderada del Partido Conservador, por lo cual unieron sus votos en el Parlamento para bloquear esa opción.

Ahora bien: si no hay un “Brexit con acuerdo” ni un “Brexit sin acuerdo” ¿qué Brexit queda? Hasta el momento, no hay una respuesta demasiado clara a esa pregunta. Lo más probable es que se vote en el parlamento el pedido de extensión del periodo en el cual el Reino Unido debería abandonar la UE. Esto le podría otorgar a las instituciones británicas algún tiempo más para seguir negociando (posiblemente tres meses más), en el caso de que la UE estuviera de acuerdo en conceder ese plazo.

Pero ganar tiempo no resuelve el problema de fondo. ¿Es posible que el Reino Unido negocie otro acuerdo de “Brexit” con la UE, distinto al alcanzado hasta ahora, mientras Theresa May siga estando al frente del gobierno? Esta pregunta es una de las que sobrevuela la situación política británica, por lo cual es posible que el gobierno de May termine cayendo con el desarrollo de la crisis. Esto es por lo menos lo que busca el Partido Laborista de Corbyn.

Otra posibilidad es que se vuelva a plantear un nuevo referéndum. Esto a su vez tendría diferentes variantes: en alguna de ellas, sería posible que se vuelva a abrir la posibilidad de votar anular el “Brexit” y permanecer en la UE. Otras posibilidades incluyen simplemente refrendar, a favor o en contra, el acuerdo que el gobierno británico haya alcanzado con la UE hasta ese momento.

En cualquier caso, la situación política del Reino Unido va directamente hacia un agravamiento de la crisis, a una mayor inestabilidad y polarización, ante la ausencia de cualquier atisbo de rumbo estratégico claro por parte de su gobierno y sus partidos mayoritarios.

 

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