La cuarentena por la pandemia del Covid-19 fue usada de manera reaccionaria por los gobiernos de todo el mundo. La educación fue declarada cómo «no esencial», dejándola en el ámbito de los recursos privados con que cada estudiante y docente cuente. La EMBA no es la excepción. La escuela carga con años de ajuste y achicamiento en su presupuesto y parece ser más una carga que los intendentes quieren sacarse de encima.

La Escuela Municipal de Bellas Artes de Quilmes, Carlos Morel, es una referencia artística, cultural y educativa en la zona sudeste del conurbano, que recibe estudiantes de varias localidades vecinas. Cuenta con un profesorado de artes plásticas, cerámica, de educación musical, ed. Musical con orientación en instrumentos y de danzas folclóricas. Tecnicatura en artes dramáticas y talleres de arte de educación no formal para niñes de 6 a 17 años.

Sin embargo, la escuela funciona en un edificio de diez pisos que por lo menos hace diez años tiene declarado el peligro de derrumbe, sin baños ni ascensores operativos.

La situación de los docentes es crítica, ya que una parte de ellos percibe su salario de forma irregular, mientras que otra aparte directamente no recibe su salario.

¿Cómo siguió la situación durante la cuarentena?

En la EMBA, el gobierno de Mayra Mendoza aprovecha el aislamiento para ajustar más esta situación. Docentes y estudiantes denunciaron el intento del municipio de despedir docentes anticipandoles la jubilación (de cargos que luego no son abiertos), hecho que fue aplazado hasta diciembre con la organización de la comunidad educativa.

En cuanto a las cursadas virtuales, más allá de la brecha tecnológica que sufrimos todos los estudiantes, no todos los alumnos de la EMBA empezaron las clases, ya que la plataforma virtual Quilmes educa no funcionó para todos y el municipio tardó todo el cuatrimestre en brindar una solución. Estos problemas dieron como resultado que el 50 % de los estudiantes abandonen la cursada, estimativamente.

La educación es un derecho que debe ser garantizado con recursos y financiamiento. En la EMBA, la situación se torna cada vez más desesperante, ya que sigue funcionando casi por el voluntarismo de los docentes, con estudiantes que no cuentan con becas ni planes de contención ante la crisis sanitaria, económica y social como la que estamos viviendo.