Traducido del portugués por Luz Licht
«Las manifestaciones organizadas por Bolsonaro y sus seguidores el día 7 de septiembre fueron un ensayo golpista. Tuvieron como objetivo testear la capacidad del gobierno para imponer un golpe antes, durante o después de las elecciones de octubre de 2022. Estas son amenazas que deben ser tomadas en serio y respondidas con la más amplia movilización para imponer la caída de este gobierno ultra reaccionario antes que el mismo pueda acumular fuerzas e imponer un golpe de hecho. Así, la construcción de la más amplia unidad de acción, con independencia política, programática y organizativa, para derrotar a Bolsonaro en las calles es la tarea más importante que la clase trabajadora debe tomar en la actual situación política.»
Además del golpismo que amenaza el derecho de organización y lucha de los trabajadores, el presidente y sus aliados son responsables por las millares de muertes por el Covid-19, por los graves crímenes cometidos antes y durante su gobierno y por la catástrofe social – desempleo, caída salarial y miseria – a que está sometida la mayor parte de la población. Por esta razón, aumenta la impopularidad de Bolsonaro que trabaja cada vez más con la hipótesis de mantenerse en el poder a través de medidas golpistas, tales como no respetar las decisiones del congreso, de la justicia o el resultado electoral del próximo año.
Como el ensayo golpista no tuvo aun la adhesión necesaria y repercutió de forma negativa en el mercado financiero, en el empresariado, en el congreso y en la amplia mayoría de la población, el gobierno dio un paso atrás a través de la carta escrita por Michel Temer (golpista mayor). En tanto, no es que el golpe no se pueda imponer, esto fue un ensayo medio torpe, y porque Bolsonaro haya un paso atrás, que las amenazas no sean peligrosas o que no deban ser tomadas en serio por todos.
La repercusión negativa ante el ensayo golpista del 7 de septiembre no significa que la mayoría de la clase dominante, de la justicia y del congreso está dispuesta a deponer al gobierno. A pesar de todo el ruido que causa Bolsonaro, este continua garantizando ataques a los trabajadores, altas tasas de ganancia y los privilegios de la oligarquía política y del empresariado.
Por todo eso, los únicos que pueden crear una coyuntura que pueda sacar a Bolsonaro del poder e imponer un gobierno que no sea negacionista, liberal y que no esté al servicio de los intereses de la clase dominante son los trabajadores en su lucha permanente.
El golpismo se derrota en las calles
A pesar de una fuerte movilización que tomo las calles este año por el impeachment de Bolsonaro sobre todo en los últimos meses, aun faltan las condiciones necesarias para imponer su caída. Lo principal de las mismas es la amplia movilización de las masas trabajadoras, oprimidas y empobrecidas por este gobierno y por los patrones.
La ausencia aun de un movimiento capaz de derribar a este gobierno no ocurre solo por la acción de la clase dominante, de la derecha, de las instituciones o de los medios. Esto también tiene que ver con la estrategia electoralista de la mayor parte de la izquierda, particularmente de la izquierda lulopetista (la izquierda del orden).
Esta estrategia consiste en poner todo al servicio de las elecciones de octubre del próximo año, en tratar a las movilizaciones como meros puntos de apoyo para la candidatura de Lula y en considerar que es mejor llevar la disputa con Bolsonaro para la segunda vuelta antes que derrotarlo ya en las calles.
El lulopetismo quiere sangrar lentamente al gobierno sin matarlo. Esta estrategia es extremadamente peligrosa porque, a pesar de la caía de la popularidad, Bolsonaro no es un perro muerto, tiene una base de apoyo significativa en varios sectores e instrumentos para recomponer su popularidad y llegar a octubre de 2022 en condiciones de disputar el poder, ganando o perdiendo las elecciones.
Nuestra batalla hoy para derrotar al bolsonarismo pasa centralmente por la más amplia unidad de acción por el impeachment y por organizar desde la base Comités Anti Golpistas.
En esa construcción de la unidad para luchar tenemos que alejarnos tanto del sectarismo, que no acepta acciones puntuales con todos los que están por el Fuera Bolsonaro, tanto como del oportunismo de aquellos que quieren diluir nuestras columnas, nuestras banderas y nuestros espacios con la derecha liberal. Los Comités Anti Golpistas deben ser organizados ya junto a los trabajadores, la juventud y movimientos como un todo y estar al servicio de la agitación, propaganda, movilización y organización de la lucha en las calles, como de la necesaria seguridad contra la violencia de la extrema derecha.
Desde Socialismo o Barbarie, como tendencia interna del PSOL, estamos a favor de una candidatura propia para la primera vuelta de las próximas elecciones pero, no podemos dejar de considerar la popularidad y liderazgo que el lulopetismo y sus centrales sindicales ejercen sobre amplios sectores de masas.
Sin embargo, de nada sirve tener el 44% de intención de votos, como arrojó la última encuesta de DataFolha, si esa popularidad no es usada en la tarea central que hoy pasa por volcarse con contingentes gigantescos a las calles para derribar a Bolsonaro antes de que pueda recuperarse y efectivamente impedir – a través de un golpe – que el pueblo trabajador pueda decidir soberanamente. Por esta razón, Lula tiene la obligación política de convocar a los actos por el Fuera Bolsonaro, comenzando por el próximo, que tendrá lugar el día 2 de octubre en todo el país.
Decimos: «Unidad para derrotar Bolsonaro en las calles, Organicemos Comités Anti Golpistas desde las bases, Fuera Bolsonaro y Mourão, Elecciones Generales ya.»