Editorial SoB 481 | Nada terminó acá, esta lucha recién empieza

Derecho al aborto

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“(…) la gran certeza que ahora cuenta, cerrado este debate parlamentario, es que el resultado no concluye con la cuestión. Es casi un hecho que volverá a tener centralidad durante la campaña electoral del año próximo, tanto como se da por hecho que la discusión volverá al Congreso con la conformación que surja de esos comicios. O antes, cuando se debata la reforma del Código Penal que está en marcha. Algo ya cambió definitivamente” (Claudio Jacquelin, La Nación, 9/08/18).

El Senado rechazó ayer por 38 votos contra 31 el proyecto de ley de legalización del aborto que había obtenido media sanción en la histórica jornada del 13 de Junio pasado. Mientras que una multitud de mujeres y jóvenes se concentró en las inmediaciones del Congreso, duplicando la de junio pasado (un millón de personas se dieron cita ayer en medio del frío y la lluvia torrencial), el Senado de la Nación le dio la espalda al reclamo desconociendo la mayoría social que se ha expresado a favor del derecho al aborto.

Para que este resultado fuera posible, se conformó en los últimos meses una Santa Alianza oscurantista y medieval integrada por el gobierno, las iglesias católicas y evangélicas, senadores de todos los colores e, incluso, la burocracia sindical. Fuerzas todas ellas que apuestan a sostener a las mujeres bajo las telarañas de relaciones sociales retrógradas.

Sin embargo, una cosa es clara: el movimiento de masas por el derecho al aborto ha llegado para quedarse. Se trata, además, de un movimiento internacional y no sólo nacional. Un movimiento mundial de las mujeres y la juventud que es hoy el principal vector de solidaridad internacional, de internacionalismo de los explotados y oprimidos por encima de las fronteras. De ahí que en muchísimos países se hayan realizado movilizaciones solidarias con la histórica jornada de ayer en la Argentina.

Ayer no terminó nada; ayer empezó todo. Más temprano que tarde el aborto va a ser legal.

Una coalición medieval

La coalición que se conformó para frenar el derecho al aborto fue de lo más retrógrado visto en los últimos años. Varios elementos confluyeron. Fundamentalmente dos: el rol reaccionario que le cupo al Senado y la reintromisión de la religión en la vida política; veremos estos dos aspectos a continuación.

Cuando Macri abrió el debate en marzo pasado no esperaba que las cosas llegaran tan lejos. En realidad, lo suyo fue una jugada oportunista en parte para intentar recuperar la iniciativa política luego de la crisis generada en las jornadas de diciembre pasado.

Pero una vez que el anuncio tomó estado parlamentario -¡un paso que el kirchnerismo se negó a concretar en 12 años de gestión!- el debate tomó vida propia. Ocurre que en la Argentina existe un movimiento de mujeres de masas que posee un fuerte apoyo social[1].

Este movimiento venía en ascenso desde la lucha contra la violencia hacia las mujeres expresado en el #NiUnaMenos y los paros de mujeres. Y en el último período pegó un salto mayor con la lucha por el derecho al aborto. Un movimiento que tiene la fuerza de ser hoy un movimiento internacional de las mujeres y la juventud, lo que le da más fuerza aún.

Así las cosas, Macri terminó haciendo de aprendiz de brujo; abriendo un debate que se le fue de las manos. Esta irrupción inmensa por debajo de la marea verde fue lo que llevó al triunfo el 13 de Junio con la media sanción en Diputados. Una media sanción contradictoria para un gobierno que, para imponer su brutal ajuste, necesita instalar un clima político reaccionario.

Inmediatamente de conquistada la media sanción, el papa Bergoglio salió con unas declaraciones provocadoras características de un cómplice de la dictadura militar: osó identificar el derecho a las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo con las prácticas del nazismo; una provocación reaccionaria y ultramontana contra los derechos de las mujeres[2].

Esas declaraciones bajaron línea para lo que se venía: la conformación de una coalición reaccionaria y fascistoide contra los derechos de las mujeres encabezada por la vicepresidenta Michetti, Vidal en la provincia de Buenos Aires (una reconocida integrante de la organización religiosa semifascista Opus Dei), las autoridades de la Iglesia Católica, las iglesias evangélicas, la burocracia sindical de la CGT en pleno, y senadores tanto del PJ como de la UCR, del PRO y kirchneristas; de todos los partidos patronales.

La realidad es que esta coalición ultramontana perdió el debate en la sociedad, así como el debate científico: sus “argumentos” en el Senado fueron vergonzosos para cualquier estándar de objetividad científico con que se los mire (es otra característica del imperio de la religión el negar la ciencia).

Pero está claro que a una coalición de este tipo no le interesa ni la ciencia, ni los derechos de las mujeres y de la sociedad en general, sino mantener a las mujeres en una condición de sometimiento, colocando a las familias explotadas y oprimidas en una situación de atraso social (el patriarcado, ni más ni menos).

Bajo la venia hipócrita de Macri, esta coalición retrógrada llegó al punto de reintroducir la religión en la vida política; una conquista que viene desde la época de la Revolución Francesa de 1789 (nos referimos a la separación entre la Iglesia y el Estado[3]). Una coalición que estando en minoría, se sirvió de una de las instituciones más reaccionarias y antidemocráticas como es el Senado de la Nación, para hacer valer sus intereses oscurantistas.

El parque jurásico del Senado

De ahí que la coalición medieval y ultramontana se haya servido del Senado. Con sólo ver la decrépita edad de muchos de sus integrantes (muchos de ellos políticos retirados), lo despegado que están de la sociedad, alcanza para entenderla como una institución completamente parasitaria que debería ser abolida inmediatamente (el “gobierno barato” es una consigna que viene desde la Comuna de París).

Las democracias patronales de “doble cámara” han sido siempre más antidemocráticas que las unicamerales. Históricamente expresaron una transacción entre las viejas clases aristocráticas en decadencia y la burguesía en ascenso: una en la Cámara de los Lores, otra en los Comunes (para poner el ejemplo de Inglaterra).

En nuestro país, la Cámara de Diputados se elige de manera proporcional a la población. Pero el Senado tiene igual cantidad de senadores por provincia, tres, lo que rompe con toda proporción en relación a la población dándoles un poder de veto a las provincias más atrasadas.

Así las cosas, el Senado cumplió a la perfección su poder de veto en relación al derecho al aborto; no importa si los antiaborto se conformaron como una clara minoría social; no importa si en dos jornadas históricas, junio y agosto, una multitud en favor de este derecho se congregó frente al Congreso.

En esta cruzada reaccionaria por “Cristo Rey” se alineó el gobierno de Macri. Aquí hay que entender –porque algunos no lo entienden- que el gobierno estaba desesperado porque esta ley no pase; que es imposible operar un giro a la derecha para que pase el ajuste, sin imponer paralelamente un clima político e ideológico reaccionario.

Mención aparte merecen el kirchnerismo y Cristina. Su grado de hipocresía es mayúsculo. Cristina K votó a favor en una votación que ya estaba decidida de antemano por la negativa; no movió un músculo para que el aborto sea ley. Además, durante 12 años se negaron a abrir el debate por este derecho y vienen de garantizarle la vida a Macri, que gracias a la CGT y los K, ha recuperado el aliento para pasar a una contraofensiva.

El kirchnerismo viene de llevar adelante una traición al haberse negado a movilizar a Plaza de Mayo contra el decreto macrista que vuelve a meter a los militares en tareas de represión interna (todo vale si sirve para ganar algún votito)[4].

Frente a la coalición ultramontana, los K son el complemento ideal al ceñirse estrictamente a la estrategia de garantizarle la gobernabilidad a Macri no importa el costo; al buscar llevar todos los reclamos detrás de la estrategia del “hay 2109”.

En cualquier caso, frente a la sociedad toda quedó expuesto el “parque jurásico” que es el Senado. El de una cámara si se quiere más antidemocrática que Diputados; donde al mecanismo antidemocrático de la democracia burguesa representativa (por el hecho de que no existe revocatoria popular de los mandatos), se le suma un criterio de representación que hace valer las minorías contra las mayorías; una institución frente a la cual el único planteo que cabe hoy es su disolución, su abolición inmediata en tanto que antro donde pululan políticos parásitos que hace años no gozan de ningún favor popular.

¡Sumate a Las Rojas y el Nuevo MAS!

En cualquier caso, no se puede perder de vista que el costo político de este escamoteo reaccionario de los derechos de las mujeres es inmenso. Incluso diarios oligárquicos como La Nación, que militaron de lleno en la campaña antiaborto, que buscan ensuciar cada día la agenda política, que mienten todo el tiempo sin disimulo, tuvieron que reconocer hoy que si el Senado logró parar en lo inmediato la ley por el derecho al aborto, el reclamo ha llegado para quedarse.

El movimiento de mujeres en nuestro país es imparable. Un movimiento que se nutre de varias generaciones pero que en el caso del derecho al aborto, se basa en la juventud en general. Un movimiento de mujeres que se viene politizando; que ahora quizás apunte a radicalizarse. Y que es parte de un movimiento mundial que, como ya señalamos, es hoy el principal vector de internacionalismo.

Este último dato no es menor: no todos los días surgen movimientos de lucha que trascienden las fronteras. Todas las fuerzas del sistema trabajan en sentido contrario. Si años atrás los movimientos internacionalistas se nutrieron del cuestionamiento a la globalización capitalista, hoy se nutren con la lucha por los derechos de las mujeres.

Este solo ejemplo sirve para mostrar que aquí no ha terminado nada, que esta pelea recién comienza. Que podremos haber tenido una derrota táctica con el rechazo de la ley en el Senado, pero que la guerra está más abierta que nunca y se puede ganar.

Dentro del contexto de la marea verde que se abrió paso desde abajo, se destaca el papel de Las Rojas y el Nuevo MAS. Desde su fundación Las Rojas tuvo un criterio feminista socialista: tomar en sus manos los reclamos de las mujeres en su conjunto; vincularlo a la lucha de la clase obrera por el socialismo.

De ahí que desde su fundación Las Rojas hayan levantado el reclamo del derecho al aborto, así como la defensa del movimiento de mujeres incluyendo en esto el ángulo de que los derechos se conquistan en la calles, revolucionariamente.

El ascenso de Las Rojas es parte del fortalecimiento de nuestro partido, que supo tener la sensibilidad política de introducir un ángulo nuevo en la lucha contra la opresión de la mujer: superar todo abordaje estrecho tomando los reclamos de las mujeres como tales, sosteniendo al mismo tiempo una perspectiva global, socialista; una perspectiva de construcción partidaria: la reafirmación de la centralidad de la clase obrera como sujeto de la transformación social.

No es casual el aguante de Las Rojas y el partido en las jornadas del 13J y ayer 8A; el prestigio de nuestra agrupación de mujeres y de nuestra compañera Manuela Castañeira, que se hizo figura pública construyéndose desde abajo, a partir de la luchas del movimiento de mujeres y de los trabajadores en general.

Nuestro partido sale fortalecido y orgulloso de la vigilia militante que realizamos ayer en todo el país; en todas partes se puede apreciar el ascenso de nuestro partido, cómo se está nutriendo de una nueva generación; el mismo signo se comienza a apreciar en nuestra corriente internacional Socialismo o Barbarie.

Vayamos entonces a realizar el balance de estas históricas jornadas con nuestra joven militancia; abramos los equipos para discutir y organizar la actividad de mañana, cuando salgamos nuevamente a las calles a defender los derechos de los trabajadores, las mujeres y la juventud contra el gobierno reaccionario de Macri, el ajuste y el capitalismo como un todo.

[1] Llama a risa el recuerdo de aquellas corrientes de la izquierda que años atrás afirmaban que el movimiento de mujeres “no existía” en nuestro país.

[2] El ultramontanismo refiere a la relación de la Iglesia con el poder político previa a la Revolución Francesa.

[3] Un reclamo vigente en la Argentina donde el Estado sostiene financieramente el culto católico.

[4] Señalemos de paso que el FIT tampoco movilizó con fuerza y fue a la rastra de su convocatoria en el Ministerio de Defensa.

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