Cumpliéndose 100 días de la asunción del segundo mandato de Donald Trump, dejamos asentados algunos apuntes sobre la situación internacional.
Durante las últimas décadas, nos hemos habituado a una forma muy específica del imperialismo, donde la economía dominaba a la política o era muy independiente de ésta. Nos acostumbramos al economicismo del neoliberalismo. Pero en realidad, la vivencia del imperialismo en la generación de Lenin era otra, ocurría el movimiento inverso.
La forma del capitalismo tradicional era la de El capital, donde en las formas propiamente capitalistas de explotación no había un gramo de política. Pero el imperialismo está cargado de política. El concepto de capitalismo de Estado tiene mucha historia porque en la Primera Guerra Mundial Alemania era un tipo clásico de éste. Lenin pone al sistema de correo como ejemplo de capitalismo de Estado en El Estado y la revolución, porque en las guerras hay una centralización económica: hay que dirigir la economía, y entonces hay mucha más intervención del Estado.
En la definición de Lenin, había un primer entrelazamiento económico entre capital industrial y capital financiero. Pero había otro entrelazamiento que era entre la economía y los Estados. Por eso se discutía la cartelización, la monopolización en el reparto del mundo, que no era sólo entre capitales sino entre Estados.
A pesar del comportamiento errático de Trump, lo que hay detrás es reproponer la lógica del anterior imperialismo. En verdad, va y viene entre el neoliberalismo y el “imperialismo bis”; estaríamos en la época del imperialismo bis. Tuvimos la época del imperialismo como fase superior del capitalismo, y ahora tenemos el imperialismo bis; así como tuvimos la época del liberalismo, y ahora tenemos el neoliberalismo.
Entonces, los análisis en relación a Trump –y sin duda a Xi Jinping y a Putin– son los que combinan economía y política. Siempre para un mismo fin: la burguesía yanqui está dividida en los medios, no en los fines. El fin de frenar a China es común, en lo que no tienen acuerdo es en cómo hacerlo.
Socialmente, lo que expresa Trump no es lo mismo que expresan los globalistas, que es a las ciudades, la “cultura woke”, la clase media progre, etc.; Trump expresa el atraso, y de ahí el carácter reaccionario del régimen. Se reinició de manera brutal el genocidio en Gaza, mientras que la situación en EEUU en este instante es reaccionaria: hay ataque a las universidades, e incluso la detención de una jueza por oponerse a la detención de un inmigrante.
Como consecuencia de esta situación internacional polarizada, entra el tema de la muerte del Papa Francisco y la elección de su sucesor. Lo más probable es que no haya una continuidad doctrinaria, sino que busquen algo más a la derecha que unifique a la Iglesia, que está tan polarizada como el mundo y la burguesía mundial.
Son todas señales de que entramos en un periodo nuevo, que no tiene vuelta atrás. Muestra de esto es que el gobierno de Panamá, que al principio mostró reparos, ya capituló frente a Trump por el Canal, y está planteado reabrir una base yanqui.
En este marco general, es que el gobierno nacional tuvo dos respiros en medio de la coyuntura apretada: la inyección de sangre del FMI en lo inmediato le da aire. Y, a continuación, EEUU le prometió a Milei una línea de crédito de emergencia si es que hay alguna zozobra. Por lo pronto, el gobierno compró tiempo.
En consecuencia, la coyuntura en este momento está en cierta manera indeterminada. Veníamos problematizando alrededor de tres crisis concentradas, que fueron las de la primera parte del año: el problema del tipo de cambio, que venía generando presiones y amenazaba desbordarse (de ahí la premura con la cual salió el acuerdo); la pérdida de control de la calle, y el problema político que también se le escapaba si no recibía este verdadero salvataje del FMI.
Este “impasse” tendrá una resolución parcial el 18 de mayo, cuando se desarrollen las elecciones en CABA. Hasta ese momento todo está dominado por las campañas electorales, donde colaboran todos los sectores para encauzar la situación. De ahí también que la convocatoria de la CGT el 30 de abril al Monumento del Trabajo, es una verdadera maniobra de la burocracia sindical para seguir dando gobernabilidad a Milei.
Sin embargo, en las elecciones de CABA se juega un componente importante: la elección se nacionalizó, y quien gane, quien salga segundo, y quien tercero, puede condicionar el resto de los desarrollos.
Las encuestas indican que ganaría Santoro (el propio Adorni lo reconoce), pero quien salga tercero, puede significar un duro golpe que reabra la crisis de expectativas (en el caso del gobierno), o profundizar un declive sin retorno (PRO).
De esta manera, la elección es una gran interna burguesa, y dentro de eso, una más recortada interna en la izquierda (entre el FITU y el Nuevo MAS). En todo caso, las elecciones de octubre serán unas “gran PASO” de camino a 2027.
Sin embargo, algunos medios como La Nación expresan una cierta discusión en la burguesía: pugnan por un acuerdo formal entre el macrismo y el gobierno para ganarle al kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires. El gobierno no tiene ese objetivo, sino que aspira a acaparar electoralmente el espacio de la derecha. En tanto la elección es parlamentaria, es una forma de dirimir su “interna”; pero no deja de ser una contradicción que el kirchnerismo gane en PBA y en CABA. La burguesía no quiere al kirchnerismo, con lo cual el horizonte de problemas se traslada hacia las elecciones de octubre.
En este sentido, fueron escandalosas las declaraciones de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, quien en un acto colonialista descomunal señaló que “el país va a elecciones en octubre. Es muy importante que la voluntad de cambio no se descarrile (…) yo le pediría a la Argentina que mantenga el rumbo”. La intromisión imperialista de Georgieva manifiesta elementos de preocupación (en el imperialismo, en el mercado, en los inversores) acerca de si el modelo mileísta tiene cierta estabilidad, o eventualmente es solo un interregno. Por eso también, más allá de que los capitalistas acuerdan con el rumbo que Milei intenta imprimir al país, nadie se anima todavía a trasladar ese apoyo en dólares contantes y sonantes. Queda mucho por delante aún…
Y eso porque, en última instancia, la resolución de los problemas del gobierno está en relación a si tiene la capacidad de imponer una derrota a la clase trabajadora. Es una situación que no se puede resolver de manera puramente electoral. En este punto, el interrogante es cuánto influye el grado de destrucción que están llevando adelante en el país. En cada uno de los índices de la vida social, hay un desastre: en la salud, en la educación, en la infraestructura y la obra pública, en el consumo, etc.
El plan estructural es de remate del país, que es también un plan de derrota de la estructura estatal, sindical, etc. Hay sectores burgueses que simpatizan menos con esta orientación, pero lo dejan hacer, porque están atados a la gobernabilidad.
Esta situación no puede dejar de tener consecuencias. Guillermo Oliveto, de La Nación, alerta sobre el alto porcentaje de precarización (alrededor del 40%), en una dinámica ascendente. De la misma manera, señala que se fragmenta el mercado de consumo, y la posibilidad de una fractura social, de efectos alarmantes. En cierto sentido, es un “modelo Perú”: desindustrialización, fragmentación y desindicalización. Pero para llegar a esa situación, hubo derrota: 80 mil desaparecidos. Por eso hay que echar a Milei.
Hay una contradicción entre lo estructural y lo político. La fragmentación de la elección de CABA (17 listas) expresa una indefinición programática, ligada a la incertidumbre que recorre el mundo, y a la inserción del país allí. Esa contradicción no se va a resolver, aunque desde el punto de vista macro, qué resultado haya puede ayudar a encaminar las cosas. O no, porque hasta el 18 de mayo, los elementos de crisis que venimos describiendo están latentes, y un mal resultado para el gobierno (aunque en este momento no es lo más probable), puede reenviar nuevamente a la coyuntura de semanas atrás: zozobra, indefinición, incertidumbre.
Esta situación en cierto punto “indefinida”, donde se “discute todo”, es la que abre paso a nuestra propuesta anticapitalista, particularmente en la juventud. El accionar de “garrote” de Trump, el ultracapitalismo de Milei, un mundo que ofrece cada vez menos perspectivas y elementos de legitimación, abre una brecha de cuestionamiento sobre la cual hay que trabajar en la construcción de una alternativa y una salida de fondo.
La campaña electoral que venimos desarrollando en CABA, encabezada por nuestro joven compañero y maestro de escuela primaria Federico Winokur, viene creciendo al son de tocar fibras sensibles en amplias franjas de la población.[1] Abordando las problemáticas más urgentes de las y los trabajadores, la juventud, las mujeres y las diversidades, los jubilados, como es el salario, el empleo, la lucha contra la precarización laboral, las jubilaciones, etc; apoyándonos en el fracaso de las dos variantes capitalistas en la conducción del país (la liberal y la de paliativos del peronismo) apostamos a una nueva forma de regulación económico-política: la planificación anticapitalista, llevada adelante por las y los trabajadores. Para esto ponemos a disposición de la población trabajadora un Manifiesto Anticapitalista de 16 puntos, con las principales medidas a tomar para poner las necesidades de las y los trabajadores primero.
Este planteo de fondo, contrasta fuertemente con la rutina del FITU, quienes esbozan por toda campaña “necesitamos 120.000 votos”. Alertamos también por una situación poco clara que ha sucedido días atrás: en la Cámara de Diputados, conformaron un interbloque con dos diputadas peronistas, dando origen al interbloque “Frente de izquierda-Nacional y popular”. La situación es confusa, porque los propios protagonistas no lo han divulgado, ni salido a dar explicaciones. Sería correctísimo apostar a la ruptura de bloques que giren hacia la izquierda, en tanto representen también una ruptura de las bases. Sin embargo, esto no parece ser así, más bien parece un comportamiento demasiado superestructural y palaciego, atado a no se sabe qué fines. El FITU debería dar una explicación urgente, teniendo en cuenta que esta situación lleva varias semanas.
Otro fuerte elemento de adaptación y, en este caso, incluso de ruptura de principios en la izquierda, fue su votación en la Legislatura de la PBA para que no se anulen las PASO. El FITU, que formalmente dice estar en contra de la proscripción del régimen, cada vez que tiene la oportunidad, vota con las dos manos para sostenerlo. Esto no tiene otra explicación que intentar hegemonizar de manera artificial la representación de la izquierda, utilizando los mecanismos del régimen contra nuestra fuerza política. [2]
El FITU debería abandonar esta actitud divisionista, adaptada y superestructural, y avenirse a la construcción de una alternativa unitaria con nuestro partido, dados los inmensos desafíos que se plantean para la izquierda.
Al cierre de esta edición se desarrolló La Ciudad Debate, el intercambio entre los/as candidatos/as a legisladores/as de CABA. Nuestro compañero Federico Winokur, quien tuvo un excelente desempeño, lo planteó públicamente frente a toda la audiencia, mientras el FITU se limitó a repetir que existen hace 14 años. Respondiendo a las inquietudes de los votantes de izquierda, la mejor manera de que haya unidad es apostando al ingreso en la Legislatura de la Izquierda en la Ciudad.
En este debate también, Federico fue el único candidato que enfrentó frontalmente a Ramiro Marra, a quien llamó “fascista” por sus intentos de atacar a la población más desprotegida y en situación de calle de la Ciudad. También tuvo un fuerte cruce con el vocero presidencial Manuel Adorni, a quien le dijo en la cara que la destrucción salarial y jubilatoria es responsabilidad de su gobierno. Invitamos a ver en las redes sociales ambas intervenciones.
De cara a las elecciones del 18 de mayo, llamamos a acompañar a la Izquierda en la Ciudad, la lista de Manuela Castañeira, encabezada por Fede Winokur. Todas las variantes capitalistas ya gobernaron, la única que no lo hizo es la izquierda. Para eso nos preparamos, junto a las y los trabajadores, la juventud, las mujeres y las diversidades.
Y con el mismo espíritu revulsivo, nos encaminamos en pocas semanas a realizar el Primer Plenario Nacional del ¡Ya Basta!, el único evento nacional de la juventud, donde más de 600 jóvenes se reunirán en la Facultad de Filosofía y Letras a discutir un planteo de fondo ante un mundo de crisis, guerras, barbarie, reacción y revoluciones ¡Sumate!
[1] La campaña electoral en CABA es bastante sintomática del procesamiento que está haciendo una parte de la sociedad con el gobierno. A diferencia del 2023, donde la campaña electoral fue el vehículo para establecer una coyuntura reaccionaria que desembocó en el triunfo de Milei, en este caso hay un grado de apertura donde ni siquiera Adorni puede mostrarse tan agresivo como Milei 2023.
[2] Otro escándalo de proporciones (otro más) sucedió el 23 de abril cuando los apoderados del FITU presentaron ante el Tribunal Electoral de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires una acción de amparo insólita. Objetan el fallo del 19 de abril del mismo Tribunal Electoral, en el que se buscó revertir parcialmente la desigual distribución de fondos públicos ordenada por el Instituto de Gestión Electoral del Gobierno de Jorge Macri. Lo único que le importa al FITU es quedarse con la mayor cantidad de fondos públicos posibles, junto con el PJ y el PRO, sin importar cualquier criterio de principios o democrático. Desarrollamos la polémica en “El FITU, a la derecha de la Justicia Electoral”, en izquierdaweb.com.