“China nunca fue realmente socialista y con la vuelta al capitalismo la desigualdad social ha aumentado. Un sector accede al consumo mientras otro es súper explotado en las grandes fábricas sin siquiera residir en las ciudades: son extranjeros en su propio país”. (Polémica de Manuela Castañeira con Diego Guelar, embajador Argentino en China)
Conforme pasan las semanas se va delineando el escenario electoral. Como señalamos ya en estas páginas, existe una fuerte polarización en el centro político que se lleva la mayoría de los votos.
Sin embargo, se está haciendo presente también un fenómeno en los “extremos”: aquellas franjas electorales que escapan a la “polarización” centrista y tienen un contenido más ideológico.
Una reciente encuesta de Aragón y asociados refleja esta realidad al atribuirle para las PASO un 35.8% a la formula FF, un 29.7% a Macri-Pichetto, así como un 11.7% a Lavagna-Urtubey, todas fórmulas en el centro político.
Pero escapando a este centro les atribuye un 6.7% a Espert, ubicado en el flanco derecho ideológico, y un 2.7% a Del Caño y un 2.4% a Manuela Castañeira, a la izquierda del flanco ideológico.
Más abajo comentaremos las proporciones en el voto a la izquierda. Pero nos adelantamos a señalar que los votos a Espert, Del Caño y Manuela confirman la existencia de este voto más ideológico que se resiste a la polarización[1].
Otro elemento a anotar es como de a ratos se va colando la realidad en la campaña electoral. El escándalo de hoy es la patota vinculada al gobierno que pretendió irrumpir en Ecocarnes y el firme rechazo que recibieron por parte de los trabajadores en defensa de sus condiciones de trabajo y su interna independiente.
La campaña de nuestro partido estuvo todo el día allí, al lado de los compañeros. Una campaña que se construye donde tiene que estar: junto a los trabajadores, las mujeres y la juventud.
La campaña de nuestro partido viene creciendo cada día más. Mientras el FITU muestra elementos de crisis crecientes, la campaña de Manuela Castañeria y el Nuevo MAS avanza en perspectivas y proyección, planteándonos la posibilidad cierta de quebrar el piso proscriptivo y meternos en el debate presidencial.
El kirchnerismo carece de un programa alternativo
La campaña electoral no ha variado mucho en la última semana, aunque conforme pasan los días se nota más receptividad política.
El gobierno tomó la iniciativa política con el acuerdo Mercosur-UE, un acuerdo que si bien debe pasar por la ratificación parlamentaria, le da cierto aire a Macri, inconcebible quizás semanas atrás: “Aunque parezca no incidir directamente en el voto, el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) ha cobrado una enorme relevancia simbólica para la campaña porque le permite a Macri unir la fragilidad del presente con una promisoria fortaleza futura” (Jorge Liotti, La Nación, 7/07/19).
La suma del acuerdo con el FMI más este acuerdo comercial con la UE, aparecen mostrando una suerte de “horizonte programático”. Más allá de los desmanejos de la coyuntura y sin perder de vista que el mundo podría encaminarse hacia una recesión el año próximo, el gobierno se refuerza apareciendo en sintonía con el giro a la derecha regional, el programa neoliberal extremo de Bolsonaro, etcétera[2].
La recuperación de la iniciativa por parte del gobierno convive con un kirchnerismo (o pos-kirchnerismo) que va adelante –sin duda alguna- en las encuestas[3], pero aparece a la defensiva programáticamente.
¿Cuál es el programa alternativo de la fórmula FF? No sabe, no contesta. Esa es la realidad más allá de una tentativa de regimentación del movimiento obrero por intermedio de la burocracia, que sin lugar a dudas se alineará con Alberto Fernández en caso que éste se imponga.
Fernández ha dicho que se pagará puntualmente la deuda externa, incluso si esto implica algún tipo de “renegociación”. También ha señalado ser un defensor acérrimo del superávit fiscal. Por su parte, los economistas que le responden (Nielsen, Agis, etcétera) han afirmado que “podrían impulsarse las reformas laborales y jubilatorias”, han hablado de “congelamiento salarial y suspensión de las paritarias” e, incluso, el mismo Fernández, ha dicho que el dólar estaría atrasado, como alentando una nueva ronda devaluatoria y de remarcación de precios…
La candidatura de Alberto ha sido colocada para agradar a los mercados y los empresarios. Si estos últimos prefieren de todos modos a Macri, esto no tiene que ver realmente con las diferencias programáticas sino, en todo caso, con las bases sociales de apoyo de uno y otro (la presión de los sindicatos y los movimientos sociales, que de una u otra manera podría hacerse valer).
Ahora bien: si las bases de apoyo son distintas, una de las características de esta elección es que la polarización electoral no se condice con la programática.
Más bien, lo que se aprecia en la fórmula de los Fernández es el pragmatismo más puro. Descansan en la memoria de los trabajadores que de alguna manera bajo Néstor y Cristina estaban mejor.
Sin embargo, si se escarba algo más, si se va más allá del diagnóstico de la crisis (repetido hasta el cansancio por medios como C5N sin plantear compromiso alguno alternativo), no se aprecia mucho más.
¿Qué refleja esto? No solamente que las condiciones políticas no son las de la primera década de este siglo (independientemente de que se podría estar cocinando nuevamente una gran crisis), sino, más profundamente, que la región viene en una dinámica hacia la derecha en un contexto en que los cuestionamientos al libre mercado de Trump son sólo, por así decirlo, “de la boca para afuera”.
“Estados Unidos primero” significa proteccionismo para la primera potencia imperialista y libre comercio a ultranza para los demás países (sobre todo los dependientes).
En estas condiciones, dado que el kirchnerismo es un movimiento puramente capitalista, la falta de un modelo burgués alternativo, los deja sin más guion que el pragmatismo.
¿Qué resulta de esto? En caso de que los Fernández se impongan, los trabajadores se llevarán un chasco tremendo.
Y algo más: en la izquierda y entre los trabajadores debemos prepararnos para un intento de regimentación que no provendrá solamente de imponerse Macri, sino en caso que se impongan los Fernández también: Ecocarnes es una muestra de lo que podría venir.
Un enorme choque social y de expectativas podría procesarse bajo el próximo gobierno. Razón demás para propagandizar un claro programa anticapitalista en la campaña electoral.
Un voto más “ideológico”
Junto al programa alternativo se trata de avanzar en el cuestionamiento al capitalismo. La encuesta de Aragón y asociados pone a los Fernández imponiéndose en la PASO por 7 puntos, previsión que se condice con nuestra experiencia en la calle, sobre todo en los centros industriales, donde el voto contra Macri es abrumador.
Sin embargo, grosso modo y como ya señalamos, existirían 6 puntos para Espert y otro tanto que se reparte por mitades entre el FITU y el Nuevo MAS.
¿Qué expresa este voto? Una votación menos “economicista”, más ideológica, “antisistema”, claro que diversa en Espert y la izquierda (los dos polos extremos de la elección).
Espert es el representante de una derecha extrema neoliberal; un ideólogo del libre mercado que cuestiona desde ese punto de vista los límites del gobierno de Macri y que pone sobre la mesa un debate en ese sentido: una defensa acérrima y abierta del capitalismo liberal[4].
Sin embargo, ejemplos como los socialistas democráticos de los Estados Unidos (un movimiento reformista), el movimiento mundial de mujeres y la juventud que rechaza la destrucción del planeta por parte del sistema, el cuestionamiento al capitalismo comienza a crecer entre las nuevas generaciones.
Aunque grupos como el FITU no logren entenderlo, aunque su campaña sea puramente reivindicativa, es decir, sin clivaje ideológico, existe una dialéctica que se agiganta en una campaña electoral (claro que sin perder nunca de vista determinada pedagogía): programa y apreciación de una alternativa se retroalimentan en la reconstrucción de una conciencia socialista. Transmitir esta visión global es imprescindible para colaborar a que la clase obrera se eleve por encima del economicismo.
Presionados por las necesidades, los trabajadores reclaman. Pero elevarse más allá de la lucha inmediata exige una compresión política a la que no se puede acceder si no se tiene alguna alternativa.
Desde la caída del Muro de Berlín la mera idea de una “alternativa sistémica” quedó como fuera de la agenda. Pero confiar en que pueda aplicarse un programa alternativo exige cuestionar las reglas de juego del sistema.
Una campaña de la izquierda que no combine ambos aspectos, se quedaría por detrás de las posibilidades y las necesidades.
La gran tarea de esta campaña es asociar nuestro programa alternativo con el cuestionamiento al sistema; cuestionamiento para el cual comienza a haber cierto plafón entre sectores de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
De ahí, entre muchos otro ejemplos, la viralización del spot juvenil de nuestro partido, que superó el millón de vistas en redes sociales. Su leitmotiv: el capitalismo no va más, necesitamos una alternativa.
Esta perspectiva es fundamental porque se conecta con la necesidad de romper con el posibilismo ambiente, desmintiendo la idea de que “sólo se vota con el bolsillo”; esto al menos en los extremos de la polarización.
Eventualmente, el “voto bolsillo” irá a los Fernández (¡aunque estos no vayan a resolver ningún problema del bolsillo!). Pero, sin embargo, existe una franja de importancia que lo hará por motivaciones más ideológicas, tanto por derecha como por izquierda, y que está expresándose, como ya hemos señalado, en el voto a Espert, pero también a nuestro partido (y al FITU).
Una campaña que podría hacer historia
Como ya señalamos, la campaña electoral comienza a calentarse un poco; no está tan fría como algunos días atrás.
Por lo demás, hay que entender algunos factores del comportamiento electoral. La coyuntura está achatada artificialmente, el voto se discute menos en los lugares públicos que en los privados.
Sin embargo, esto no quiere decir que no se esté procesando a quién votar. Han empezado a full las definiciones y muchos nos dicen que, por ejemplo, han resuelto el voto a nuestro partido, a Manuela Castañeira, “en familia”.
Es decir, que el voto se resuelve en muchos casos colectivamente, aunque ese colectivo no sea del de agregados mayores.
Por lo demás, las mismas redes sociales en cierta forma “privatizan” la elección porque muchos siguen por las redes las novedades y deciden en interacción con ellas.
Y, sin embargo, el mundo es menos posmoderno de lo que se piensa superficialmente. La interacción social en los lugares de trabajo, de estudio, en las plazas, en las estaciones de tren, las afichadas, las mesitas, los volanteos en fábricas y hospitales, etcétera, son imprescindibles en íntima conexión con las redes, en íntima conexión con partir de las luchas y el terreno real, en íntima conexión con hacer de cada denuncia, de cada necesidad, de cada pelea de los trabajadores, las mujeres y la juventud, un hecho político, es decir, social, colectivo.
Y esto nos lleva a la campaña de nuestro partido. El voto en la izquierda aparece repartiéndose, lo que configura una novedad. Nuestra campaña parece en ascenso y la del FITU en caída, de ahí los datos de Aragón, pero también de otras encuestas donde comenzamos a aparecer.
De aquí a las próximas 4 semanas los sondeos y porcentajes irán y vendrán. Habrá que tomarlos en cuenta para potenciar la campaña, pero tratando de no impresionarse.
Lo más científico que podemos decir hoy es que la campaña de nuestro partido es una campaña minoritaria pero ya no, como en otras oportunidades, una campaña marginal. Una campaña que al haber conectado con fibras íntimas de sectores reales de los trabajadores, las mujeres y la juventud, está objetivándose cada vez más, abriendo la posibilidad cierta de romper el piso proscriptivo.
Si los votos aparecen repartiéndose por mitades (Aragón) entre el Nuevo MAS y un frente de cuatro grupos, es porque su curso oportunista y porotero, de espaldas a las tendencias más progresivas de la realidad, parece estar llevando a una grave crisis su campaña.
El no haber colocado una candidatura mujer sometiéndose al veredicto de las encuestas; el haber agigantado la crisis del Partido Orero reincidiendo en criterios puramente poroteros; el haber privilegiado el acuerdo con una corriente oportunista y desprestigiada como el MST en desmedro de nuestro partido, están teniendo las consecuencias que se aprecian a simple vista…
No sabemos cuáles serán los resultados en definitiva. Tampoco perdemos de vista que el FITU tiene una instalación y un piso electoral del cual nosotros no partimos.
Lo que sí sabemos y notamos en la campaña electoral, en las calles, en los lugares de estudio, es que nuestra campaña está en franco ascenso: la candidatura de Manuela Castañeira está transformándose en un fenómeno objetivo.
Acertamos en mantenernos firmes con la única mujer precandidata a presidenta. También es un acierto los ejes programáticos que estamos manejando –resumidamente la ruptura con el FMI, que paguen los capitalistas y derecho al aborto- así como es una cuestión clave el ángulo de clase y anticapitalista explícito de nuestra campaña.
La campaña está en ascenso y estamos tomando medidas para extenderla prácticamente a todas las provincias del país. Nuestro partido también está en franco crecimiento.
Si esto sigue creciendo, se nos planteará perentoriamente largar a la brevedad comités en todas partes, donde nuevos compañeros y compañeras nos ayuden en el inmenso operativo de fiscalización que tendremos por delante para defender una votación que podría ser histórica para nuestro partido.
[1] Al menos para las PASO, lo que ocurra después es imposible evaluarlo hoy.
[2] Un dato a tener en cuenta es que acaba de aprobarse en Brasil la reforma previsional en la Cámara de Representantes, el primer triunfo parcial importante para su gobierno, aun a pesar de la creciente desaprobación que está recibiendo.
[3] La encuesta de Aragón parece ratificar las percepciones que recibe nuestro partido en la campaña.
[4] Una suerte de “darwinismo social” parecido a los planteos de Cachanovsky en su polémica con Manuela.